miércoles, 29 de julio de 2020

La persecución (guión)

Éste es el guión para un cómic que escribí hace muchos, muchos años (más de 10, al menos). Al Ibai adolescente le quedaban cosas por depurar, pero creo que puede ser interesante. También aprovecho para decir que las dos próximas semanas no actualizaré el blog, lo que vienen a ser una especie de vacaciones de verano aunque no me vaya a ningún lado físicamente. Menos es nada.


Página 1

VIÑETA 1: Vemos el interior de una especie de coche, la descripción aparece más adelante así que también servirá para el interior. En el asiento del conductor (en la parte izquierda del coche, como en la mayoría de países) hay un hombre con el pelo rapado casi al cero, y con barba de dos o tres días. Sólo se le ve de cuello para arriba. Al copiloto también se le ve sólo de cuello para arriba, es un hombre un poco gordo, con pelo rubio. Está comiendo un paquete de alguna cosa rara, que se note que es comida basur adel futuro. Los asientos tapan el pecho de los dos que van atrás (el pecho de los personajes del interior del coche no queda descubierto hasta el final, para la sorpresa); son una mujer morena y un joven pelirrojo.

Cuadro de texto con los pensamientos del conductor: “Cabrones”.

domingo, 26 de julio de 2020

Tierra quemada

Hoy toca un tema de Boikot, por qué no.


Ganas de llorar, aquí todo es igual
Mil guerras he perdido ya
Me pueden reventar
Me vuelvo a levantar

Tristes caras se cruzan en prisión
Nadie tiene piedad con el perdedor

miércoles, 22 de julio de 2020

Sobre Euskadi y Andalucía

Fragmentos así sueltos de un artículo que quedó a medias y que ahora está un poco pasado de moda, pero bueno, lo mismo alguna de las reflexiones sigue interesando a alguien.

Tras convertirse Ocho apellidos vascos, por algún motivo, en la película más taquillera del cine español, no se ha dudado en aprovechar el humor del contraste entre Euskal Herria y Andalucía. Ya sabéis, acento y esas cosas. Oh, y el clima.

Resulta interesante, en un análisis algo más serio, ver que, efectivamente, exigen ciertas diferencias curiosas así como ciertos puntos en común que tienden a pasar más desapercibidos.

En el panorama político actual, vemos que Euskadi y Andalucía escapan del dominio del PP y lo han hecho siempre, siendo la primera un feudo del PNV y la segunda del PSOE; lo que, en ambos casos, posiblemente sea una alternativa muy ligeramente mejor, aún lejos de ser gobiernos autónomos que puedan pasar por aceptables.

No se puede negar cierta cultura popular y cierta idionsincrasia en ambos lugares que lleva a la existencia de movimientos independentistas. Éstos tienen mayor presencia, eso sí, en Euskadi, considerando además que la existencia y actividad de ETA a lo largo de la segunda mitad del siglo pasado cambió completamente el panorama político.

Estando atrapada Euskadi en una espiral de terrorismo, contraterrorismo, guerra sucia, represión y presos políticos, no es de extrañar que desde el poder pudiera ser considerada una especie de laboratorio de pruebas en el que ensayar nuevas políticas un tanto particulares. Ya desde Felipe González y su Zona Especial Norte, pasando por Baltasar Garzón y la doctrina del "todo es ETA", vemos antecedentes de políticas represivas que se van generalizando a otros territorios, incluido, claro está, Andalucía.

Dicho de forma brusca y quizá demasiado superficial, la duda que se plantea en estos casos parece ser: ¿hasta dónde se puede aguantar? ¿Podrá aguantar la gente que quemar un contenedor pase a ser delito de terrorismo? ¿Torturas? ¿Cerrar periódicos y encarcelar a sus periodistas? ¿Encarcelar a quien escribe una pintada o incluso a quien escribe en Twitter? La respuesta es fácil de conocer. Tampoco es difícil encontrar un trayecto de escalada represiva que empieza en Euskadi y se va extendiendo hacia el sur.

domingo, 19 de julio de 2020

Embriagaos

Pequeño poema que quizá sea el más conocido de Baudelaire (y con razón).


Hay que estar siempre borracho. Todo consiste en eso: es la única cuestión. Para no sentir la carga horrible del Tiempo, que os rompe los hombros y os inclina hacia el suelo, tenéis que embriagaros sin tregua.

Pero ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, de lo que queráis. Pero embriagaos.

Y si alguna vez, en las gradas de un palacio, sobre la hierba verde de un foso, en la tristona soledad de vuestro cuarto, os despertáis, disminuida ya o disipada la embriaguez, preguntad al viento, a la ola, a la estrella, al ave, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, preguntadle la hora que es; y el viento, la ola, la estrella, el ave, el reloj, os contestarán: «¡Es hora de emborracharse! Para no ser esclavos y mártires del Tiempo, embriagaos, embriagaos sin cesar. De vino, de poesía o de virtud; de lo que queráis.»

miércoles, 15 de julio de 2020

Los astronautas no pueden llorar


Relato que publiqué originalmente en Espacio Ulises hace ya años. Vio la luz en papel en la antología Ulises y Penélope: Relatos tejidos en red, y todo.


Resulta extraño pensar que los astronautas no podemos llorar. No es ninguna norma estúpida, ni nada por el estilo: simplemente, para que las lágrimas rebasen el lacrimal, hace falta cierta presión, que en condiciones de gravedad cero no se ejerce correctamente. Dicho de otra forma, si no hay gravedad, las lágrimas no pueden caer, sólo se van acumulando en el ojo y tal vez si fueran muchas sí podría desprenderse alguna gota, pero nada más que eso; y, seguramente, por la tensión superficial, se quedaría pegada al globo ocular.

Es la clase de cosas que nadie te explica cuando decides ser astronauta, ¿no? Porque bueno, en algunas películas ves hasta cómo se las arreglan para comer y beber en gravedad cero, y está bastante bien hecho así que supongo que contratarán asesores. Pero lo de llorar, por ejemplo, nadie te lo cuenta. Incluso he visto películas en las que hay astronautas llorando y las lágrimas inmediatamente caen y se quedan por ahí flotando. No, eso no es así. Se les olvidó consultar al asesor para esa escena, por lo visto.

miércoles, 8 de julio de 2020

Micropoema en prosa


Esto lo escribí empezando la universidad, qué nostalgia.

Los años académicos pasan uno tras otro, en una desenfrenada sucesión de compañeros que se van y vuelven. En un pestañeo, otro más se ha desvanecido. Pero fuera de ese ambiente, una vorágine de experiencias, sucesos y momentos se entremezcla en un desenfreno caótico.

domingo, 5 de julio de 2020

El holocausto de los pobres


Un pequeño extracto de Jerusalén, novela que ya reseñé en este blog. Y es que tiene trocitos maravillosos.


Cuanto más desciende Alma por la colina, más se oscurece su estado de ánimo, como si Bath Street fuera un descenso emocional. Piensa en las víctimas celebradas por la Historia, el holocausto, el flagelo de la esclavitud, la represión de las mujeres y la persecución de las minorías sexuales. Recuerda sus días como feminista en los que leía Spare Rib en la década de 1970, el hecho de que durante un tiempo realmente creyó que una mujer en el poder marcaría la diferencia. Debió de ser a principios de los setenta. El hecho es que, a pesar de la violencia real resultante del antisemitismo, el racismo, el sexismo y la homofobia, hubo políticos y líderes gubernamentales, mujeres, judíos, negros o gays. Pero ninguno de ellos era pobre. No había ninguno y nunca habría existido. Cada década desde los albores de la sociedad ha sido testigo de un holocausto de los pobres, tan enorme y perpetuo que se ha convertido en un fondo de pantalla, nadie se da cuenta, nadie lo reporta. Las fosas comunes de Dachau y Auschwitz se recuerdan con razón y siempre se condenan, pero la de Bunhill Fields donde arrojaron a William Blake y su amada Catherine, ¿entonces? ¿O la otra debajo del estacionamiento en Chalk Lane, en el lado opuesto de la carretera frente a la iglesia de Doddridge? ¿Dónde están sus malditos monumentos y fechas encerrados en el calendario para recordarlos? ¿Dónde están las películas de Spielberg? Sin lugar a dudas, parte del problema es que la pobreza carece de una trama melodramática. De establos a otros establos y, finalmente, a polvo nunca ha sido una fórmula exitosa para ganar el Oscar.

miércoles, 1 de julio de 2020

Drogas, clase obrera y alienación: una mirada crítica

En su momento escribí este texto por encargo de un medio, pero no se publicó. Sí que lo terminé publicando yo en El tobillo de MeliSSa y otras reflexiones políticas, un conjunto de ensayos en PDF que saqué a finales del año pasado, pero hasta ahora, este artículo no se había publicado por separado.


Hablar de las drogas como un elemento alienante es un tema bastante aceptado en movimientos subversivos (anticapitalistas y antifascistas, en definitiva) y, sin embargo, la amplia variedad de discursos a menudo lleva a confrontaciones. Entre todos estos discursos, es difícil encontrar un consenso en un punto medio: comparando posturas, será fácil encontrar que alguien subestima los problemas que pueden causar las drogas desde su perspectiva, mientras que desde otra perspectiva alguien los está sobrevalorando. Es posible incluso, y  lo digo como crítica constructiva, que ese afán de “ser más revolucionario que nadie” que sin duda todos conocemos lleve a hablar sobre las drogas por encima de la información que se tiene, cometiendo así errores por falta de conocimiento.

Escribiendo este artículo no puedo dar respuestas definitivas; pero sí puedo señalar algunos hechos y los argumentos y contraargumentos que derivan hacia una postura u otra, para que los entendamos mejor. En primer lugar, tratando la cuestión principal, creo que debemos partir de una afirmación: sí, las drogas pueden alienar a la clase obrera y hacer que no quieran o puedan centrarse en luchar por los derechos sociales.

En base a esto, podemos decir, al menos, que el capitalismo usa las drogas para alienar a la clase obrera. El “usa” es el verbo adecuado para esa frase, puesto que no podemos decir que la finalidad propiamente dicha de las drogas, el motivo por el que existen, sea la alienación. En el extremo del discurso tendríamos que las drogas son una creación del capitalismo, cosa que he llegado a leer y que no puedo secundar en absoluto: sabemos que las drogas son mucho más antiguas que el capitalismo y, de hecho, probablemente más antiguas que la propia Humanidad. Esto lo sabemos porque se puede observar a una gran variedad de animales en su hábitat natural que, una vez satisfechas sus necesidades básicas y si no perciben amenazas a su alrededor, se decantan por comer frutos fermentados antes que frescos: es decir, cuando no tienen nada mejor que hacer, a los animales les gusta emborracharse.
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