miércoles, 25 de noviembre de 2020

Mis 10 películas favoritas de los 90

Bueno, por hacer algo nuevo, pasemos a una sección distinta del blog. Trataré de hacer una pequeña reseña de mis 10 películas favoritas de cada década.


10- Desmontando a Harry (1997)

Creo que no es una opinión muy compartida, pero a mí me parece la mejor película de Woody Allen. Tiene, en sus justas dosis, todo lo que debe tener, los elementos característicos que han ido definiendo su filmografía: el humor negro, el existencialismo, el miedo a la muerte, la comedia romántica, el patetismo. Después de todo, probablemente, el propio título indica que se van a deconstruir todos sus elementos habituales, y así es. Y lo hace tan bien que ni siquiera creo que haga falta ver más películas de Allen para entender cuáles son los elementos con los que suele jugar y disfrutar más de ésta; es decir, me parece buena película para quien quiera empezar a conocer su obra.


9- Germinal (1993)


Un clásico de las luchas obreras.La vida en la mina es dura, y Germinal lo retrata muy bien. Los auténticos dueños de la mina son tan poderosos que ni siquiera se sabe quiénes son, ni salen en toda la película; excelente recurso. La confrontación entre distintos tipos de socialismo (sobre todo con el anarquista), el lumpenproletariado lameculos… Muy didáctica. Impresionante final, por cierto.

8- Asesinos natos (1994)

No sé de quién es el mérito de esta película, si de Oliver Stone o de Tarantino, dadas las luchas que tuvieron por ello; así que directamente no entraré en discutirlo y diré que, sea de quien sea, me parece muy buena. Es una metacrítica de la violencia que resulta violenta. No es sutil. Salta de género en género muy bruscamente, y para ello usa recursos relativamente originales, pero nada elaborados: no hace falta un análisis muy sesudo para deducir lo que la película trata de explicar. Sin embargo, para mi gusto, esto no son defectos: funciona estupendamente tal y como es.


7-El odio (1995)

Es un retrato desgarrador de una realidad social muy específica, aunque en mayor o menor medida, alguna de sus características se puede extrapolar a otros ambientes. Es una película donde “los malos” son la policía, la policía que asesina a jóvenes que han crecido en un entorno precario; y, aunque también tienen oportunidad de dar un discurso para defender su postura, en boca del único policía dispuesto a razonar que aparece en la película, ni siquiera éste resulta convincente. Sin embargo, no cae en lo que habría sido un grave error: mostrar a los personajes protagonistas como seres de luz, como “los buenos”. No, los protagonistas son jóvenes de barrios marginales que viven una realidad muy dura, pero no son puros e inocentes, no aparecen victimizados hasta un extremo irrealista: no, son violentos, maleducados, gamberros y machistas. No se les dulcifica, son lo que son. Y esa cruda realidad queda perfectamente reflejada.


6- Trainspotting (1996)

A la hora de adaptar la novela de Irvine Welsh, el estilo directo y agresivo queda patente desde el primer minuto, con un comienzo, el discurso de “Elige tu vida”, que se ha hecho enormemente famoso, y de forma merecida. El acercamiento a las drogas que hace esta película no es totalmente realista, y tiene algún que otro fallo que se puede señalar: pero sí es mucho más realista que lo que se solía ver en el cine, salvo contadas excepciones. Los recursos exclusivamente cinematográficos, como la escena del WC más sucio de Escocia, funcionan bien. No creo que sea una obra maestra, pero es una película bien hecha y no es una fábula moralista. Eso ya es mucho.


5- La milla verde (1999)

No he leído la obra en la que se basa, así que, limitándome a valorarla como película y no como adaptación, me parece realmente buena. La puesta en escena cautiva, un ambiente bien reflejado con ciertos toques de fantasía. Es cierto que usa algunas recetas fáciles: algunos de los personajes no tienen grises morales, sólo son muy buenos o muy malos porque es el papel que deben cumplir en la película; no me parece, sin embargo, que esto suponga un lastre. Las actuaciones son casi todas muy buenas, destacando, como creo que coincidimos todo el mundo, la de Michael Clarke Duncan.


4- El lado oscuro del corazón (1992)



La obra maestra de Eliseo Subiela. Drama intenso, eso sí, con una fuerte y nada disimulada (más bien se presume de ella constantemente) influencia de Benedetti. Creo que es lo más parecido que puede haber a la poesía hecha cine: una enorme cantidad de recursos poéticos son adaptados a otro medio conservando su efectividad, por impresionante que resulte: el amor, la Muerte, todo tipo de metáforas (la cama que se hunde, la entrega del corazón)… toda la poesía es resumida aquí. Y, por supuesto, Oliverio deja una cantidad ingente de citas, no todas de su propia cosecha.


3- Pulp Fiction (1994)

Quentin Tarantino es cutre. Es, de hecho, el máximo exponente de la cutrez. Y ha sabido convertir la cutrez en una obra de arte. John Travolta bailando con Uma Thurman. Samuel L. Jackson recitando la Biblia. Bruce Willis emprendiendo una cruzada para recuperar el reloj que su padre escondía en su culo. Harvey Keitel solucionando problemas. Pulp Fiction es una sucesión de escenas cutres e increíblemente buenas. Cuatro historias (bueno, tres y media) entrelazadas, totalmente disparatadas, pero de gran calidad.


2- Martín (Hache) (1997)

Para mí, es el drama por excelencia. Una película triste, para pensar y emocionarse. Pero para pensar mucho. El discurso de las patrias está bien, pero cada palabra que sale de la boca de Dante es una maravilla. Por supuesto, esto llega a su punto álgido en el discurso sobre el sexo: “Yo hago el amor con las mentes, Hache. Hay que follarse a las mentes” Muy conseguido también el tratamiento que se da a las drogas a lo largo de la película. Hollywood parece haber asumido que si hay drogas de por medio tienen que generar exclusión social o tiroteos o cosas por el estilo; en la vida real, no siempre es así.


1- El club de la lucha (1999)



David Fincher, Brad Pitt, Edward Norton y Helena Bonham-Carter. Nihilismo y anarcoprimitivismo se dan la mano en una crítica totalmente destructiva a la vida moderna. Una primera parte de depresión, una segunda parte de club de la lucha –mucho más violenta- y una tercera parte de terrorismo y acción, de lucha contra el sistema. Las tres siguen un desarrollo tan lógico y se complementan tan bien que se convierte en una sola crítica continuada. Tyler Durden es uno de los personajes más carismáticos que ha visto el cine, y sus discursos están llenos de citas para enmarcar. Lo curioso es que funciona como personaje guay para adolescentes edgies y como crítica al mismo: se puede ver desde ambos aspectos. Por decirlo de esta forma: gracias a este personaje, El club de la lucha puede funcionar tanto como una peli para adolescentes flipados como una crítica a las pelis para adolescentes flipados, y puede cumplir bien ambos papeles: tiene muchas lecturas y es fácil pasar por alto detalles que se pueden descubrir en un segundo o tercer visionado. Los trucos visuales –desde mensajes subliminales hasta mostrar los precios de los muebles de la casa del protagonista, como si de un catálogo se tratase- son terriblemente efectivos. Dado que es inevitable comparar con el libro, hay que decir que en lo único que sale ganando éste es en un tratamiento más profundo de Marla, que se convierte en un personaje mucho más interesante. Sin embargo, algunas escenas de la película, y sobre todo el final, superan a la obra en la que se inspiran. Imprescindible.

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