domingo, 15 de noviembre de 2015

El doble filo del yihadismo

No, ésta no es la entrada habitual de los miércoles. El blog sigue parado hasta que encuentre fuerzas para escribir. Pero me parecía importante recuperar este artículo que escribí para la web RuAntifa tras los atentados contra Charlie Hebdo y que creo que, a raíz de los nuevos atentados en París, es muy necesario.

Como era de esperar, el atentado contra la revista Charlie Hebdo en París ha beneficiado enormemente al Frente Nacional y a la ultraderecha. Es algo más que sospechoso para mucha gente que ha señalado inconsistencias y cosas extrañas en el atentado, como dejarse la documentación en el coche o que los terroristas escaparan tan fácilmente, pero no es eso de lo que quiero hablar. Al fin y al cabo, sea o no el atentado un montaje, sus consecuencias sociológicas serán las mismas, si todo el mundo cree en él.

Las cifras ilustran una clara diferencia entre los musulmanes y los yihadistas. En el mundo hay 1.500 millones de musulmanes, casi una cuarta parte de la población mundial; de entre ellos, los talibanes sumarían unos 36.000, y Al Qaeda menos de 10.000. Esto significa que sólo el 0,003 % de los musulmanes son fanáticos asesinos: uno de cada 33.000 musulmanes.

De por sí, todo cerebro humano parece tener un sesgo psicológico que se inclina hacia la generalización, claro que se puede combatir mediante la perspectiva. Imaginarnos 33.000 musulmanes y que sólo uno de ellos sea un terrorista ayuda, pero parece una labor muy difícil en algún cerebro que otro. Si dicho cerebro es fascista, valga la redundancia, la dificultad aumenta espectacularmente.

De ahí que se extienda y aumente aún más la llamada islamofobia, a la que yo preferiría llamar xenofobia o racismo; porque no es sólo la religión la que se condena, desde luego. La desconfianza y el odio se extiende hacia cualquiera que provenga de países con mayoría musulmana: ni medio segundo se dedica al planteamiento de si ese inmigrante árabe que vemos en el metro es musulmán o lleva toda su vida siendo ateo. Al fin y al cabo, es la misma generalización que ya lleva años predominando de llamar “moro” a todo el que provenga de determinado país, basado además únicamente en el color de la piel.

Pero casi peor es que del odio irracional pasamos al odio con razonamientos ridículos que se añaden posteriormente, y esto lo estoy viendo continuamente entre católicos, que parecen seguir anclados en la Edad Media, con sus guerras de moros y cristianos. He llegado a leer mensajes de católicos afirmando que “si el Papa Francisco no fuera tan cobarde ya habría convocado unas nuevas Cruzadas” (y digo yo, ¿los católicos no se supone que creen que lo que dice el Papa es la Palabra de Dios y es incuestionable? Pues se ve que sólo cuando les interesa). En general, la afirmación que más se repite es que el Islam no es una religión de paz, en contraposición al cristianismo, por supuesto.

Me gustaría explorar esto, para confirmar mi teoría de que si, efectivamente, en el Islam hay más terroristas y crueldad que en el cristianismo, no se debe en absoluto a las características de las religiones, sino a las circunstancias históricas. Vayamos a la Edad Media, por ejemplo.

La gente que trabajó bajo el Islam tuvo mucha mayor facilidad que la que trabajó bajo la Iglesia; y es que durante la Edad Media, los musulmanes resultaron ser mucho más inteligentes, progresistas y racionales que los cristianos. Mientras que los cristianos hicieron quemar la biblioteca de Alejandría, los musulmanes estudiaron los libros que encontraron por la zona, aprendiendo la cultura griega y prolongándola. Así, avanzaron mucho en las matemáticas, de tal forma que los números que todavía usamos hoy en día fueron pensados por musulmanes. El matemático Abu Yafar Mohamed ibn Musa al-Jwarizmi inventó el álgebra. Por otra parte, la óptica y las bases que llevarían a la fotografía nacen en los trabajos de Hassan Ali Aitan. En la química no se quedaron atrás: desarrollaron la pólvora, el alcohol y el agua destilados, el ácido sulfúrico… además de numerosos jarabes y pomadas empleados en la medicina. Claro que no fue su único avance en la medicina: describieron por primera vez enfermedades como la viruela y el sarampión, crearon la cirugía de cataratas, la broncotomía y algunos métodos para reducir la fiebre, mientras los curas iban pregonando que las enfermedades eran un castigo de Dios y era pecado intentar curarlas. También crearon los primeros hospitales psiquiátricos, mientras los cristianos atribuían la enfermedad mental a posesiones diabólicas y dejaban que los enfermos se pudrieran en hacinados antros. En la astronomía, los árabes estudiaron los eclipses, las manchas solares, los cometas, calcularon la duración exacta del año e inventaron el reloj de sol, mientras los cristianos condenaban a Galileo. No me centraré en la arquitectura y la literatura por ser las únicas dos disciplinas que también avanzaron bajo los cristianos, aunque es evidente que los musulmanes también lograron grandes avances en estas artes.

Ahora la pregunta es: si tan bueno era el Islam y tan malo el cristianismo, ¿cómo es que ahora es al revés? ¿Por qué los musulmanes lapidan homosexuales o adúlteras y los cristianos no? Esto tiene mucho que ver con otra de las grandes afirmaciones de los católicos, que sin duda habréis leído mil veces: “contra el Islam no hay huevos de quejarse, ¿eh? ¿Por qué no hacéis lo mismo en una mezquita?” Cada vez que critiquéis algo del cristianismo, aunque sean los curas pederastas, siempre habrá un gilipollas dispuesto a decir “¿y por qué contra el Islam no dices nada?”

La respuesta a esta pregunta es que donde vivimos el cristianismo hace cosas peores que el Islam, pero bueno, eso da igual. Lo interesante de esa pregunta es que en realidad nos da la respuesta a las preguntas anteriores: si el Islam ahora es peor que el cristianismo, es precisamente porque en los países cristianos hemos podido atacar mucho mejor a la religión dominante.

El cristianismo no es ahora más moderado y con menos fanáticos que el Islam por una cualidad intrínseca de la religión: lo es porque lo hemos “domesticado”. Lo hemos doblegado. Hemos guillotinado a reyes católicos, hemos quemado iglesias, hemos empoderado a pensadores y filósofos ateos, hemos dejado de enseñar sus mentiras en colegios e institutos públicos, hemos ridiculizado a los predicadores, etc. Que no nos engañen: es totalmente contradictorio que un católico se queje de que ataquemos a la Iglesia y no al Islam bajo el argumento de que al menos los cristianos no lapidan a homosexuales, etc: porque son precisamente nuestros ataques a la Iglesia los que han hecho que los cristianos ya no puedan lapidar homosexuales. Si por ellos fuera, todavía lo harían.


Así que sí, lucharemos contra el yihadismo islamista, porque lucharemos contra el fanatismo y la opresión allí donde se encuentren: en los atentados contra Charlie Hebdo o en los curas pederastas, en las lapidaciones o en la mafia del Vaticano, en las mezquitas o en las iglesias.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Blog Widget by LinkWithin