No, ésta no es la entrada habitual de los miércoles. El blog sigue parado hasta que encuentre fuerzas para escribir. Pero me parecía importante recuperar este artículo que escribí para la web RuAntifa tras los atentados contra Charlie Hebdo y que creo que, a raíz de los nuevos atentados en París, es muy necesario.
Como era de esperar, el atentado contra la revista Charlie
Hebdo en París ha beneficiado enormemente al Frente Nacional y a la
ultraderecha. Es algo más que sospechoso para mucha gente que ha señalado
inconsistencias y cosas extrañas en el atentado, como dejarse la documentación
en el coche o que los terroristas escaparan tan fácilmente, pero no es eso de
lo que quiero hablar. Al fin y al cabo, sea o no el atentado un montaje, sus
consecuencias sociológicas serán las mismas, si todo el mundo cree en él.
Las cifras ilustran una clara diferencia entre los
musulmanes y los yihadistas. En el mundo hay 1.500 millones de musulmanes, casi
una cuarta parte de la población mundial; de entre ellos, los talibanes
sumarían unos 36.000, y Al Qaeda menos de 10.000. Esto significa que sólo el
0,003 % de los musulmanes son fanáticos asesinos: uno de cada 33.000
musulmanes.
De por sí, todo cerebro humano parece tener un sesgo
psicológico que se inclina hacia la generalización, claro que se puede combatir
mediante la perspectiva. Imaginarnos 33.000 musulmanes y que sólo uno de ellos
sea un terrorista ayuda, pero parece una labor muy difícil en algún cerebro que
otro. Si dicho cerebro es fascista, valga la redundancia, la dificultad aumenta
espectacularmente.
De ahí que se extienda y aumente aún más la llamada
islamofobia, a la que yo preferiría llamar xenofobia o racismo; porque no es
sólo la religión la que se condena, desde luego. La desconfianza y el odio se
extiende hacia cualquiera que provenga de países con mayoría musulmana: ni
medio segundo se dedica al planteamiento de si ese inmigrante árabe que vemos
en el metro es musulmán o lleva toda su vida siendo ateo. Al fin y al cabo, es
la misma generalización que ya lleva años predominando de llamar “moro” a todo
el que provenga de determinado país, basado además únicamente en el color de la
piel.
Pero casi peor es que del odio irracional pasamos al odio
con razonamientos ridículos que se añaden posteriormente, y esto lo estoy
viendo continuamente entre católicos, que parecen seguir anclados en la Edad
Media, con sus guerras de moros y cristianos. He llegado a leer mensajes de
católicos afirmando que “si el Papa Francisco no fuera tan cobarde ya habría
convocado unas nuevas Cruzadas” (y digo yo, ¿los católicos no se supone que creen
que lo que dice el Papa es la Palabra de Dios y es incuestionable? Pues se ve
que sólo cuando les interesa). En general, la afirmación que más se repite es
que el Islam no es una religión de paz, en contraposición al cristianismo, por
supuesto.
Me gustaría explorar esto, para confirmar mi teoría de que
si, efectivamente, en el Islam hay más terroristas y crueldad que en el
cristianismo, no se debe en absoluto a las características de las religiones,
sino a las circunstancias históricas. Vayamos a la Edad Media, por ejemplo.
La gente que trabajó bajo el Islam tuvo mucha mayor
facilidad que la que trabajó bajo la Iglesia; y es que durante la Edad Media,
los musulmanes resultaron ser mucho más inteligentes, progresistas y racionales
que los cristianos. Mientras que los cristianos hicieron quemar la biblioteca
de Alejandría, los musulmanes estudiaron los libros que encontraron por la
zona, aprendiendo la cultura griega y prolongándola. Así, avanzaron mucho en
las matemáticas, de tal forma que los números que todavía usamos hoy en día
fueron pensados por musulmanes. El matemático Abu Yafar Mohamed ibn Musa
al-Jwarizmi inventó el álgebra. Por otra parte, la óptica y las bases que
llevarían a la fotografía nacen en los trabajos de Hassan Ali Aitan. En la
química no se quedaron atrás: desarrollaron la pólvora, el alcohol y el agua
destilados, el ácido sulfúrico… además de numerosos jarabes y pomadas empleados
en la medicina. Claro que no fue su único avance en la medicina: describieron
por primera vez enfermedades como la viruela y el sarampión, crearon la cirugía
de cataratas, la broncotomía y algunos métodos para reducir la fiebre, mientras
los curas iban pregonando que las enfermedades eran un castigo de Dios y era
pecado intentar curarlas. También crearon los primeros hospitales
psiquiátricos, mientras los cristianos atribuían la enfermedad mental a
posesiones diabólicas y dejaban que los enfermos se pudrieran en hacinados
antros. En la astronomía, los árabes estudiaron los eclipses, las manchas
solares, los cometas, calcularon la duración exacta del año e inventaron el
reloj de sol, mientras los cristianos condenaban a Galileo. No me
centraré en la arquitectura y la literatura por ser las únicas dos disciplinas
que también avanzaron bajo los cristianos, aunque es evidente que los
musulmanes también lograron grandes avances en estas artes.
Ahora la pregunta es: si tan bueno era el Islam y tan malo
el cristianismo, ¿cómo es que ahora es al revés? ¿Por qué los musulmanes
lapidan homosexuales o adúlteras y los cristianos no? Esto tiene mucho que ver
con otra de las grandes afirmaciones de los católicos, que sin duda habréis
leído mil veces: “contra el Islam no hay huevos de quejarse, ¿eh? ¿Por qué no
hacéis lo mismo en una mezquita?” Cada vez que critiquéis algo del
cristianismo, aunque sean los curas pederastas, siempre habrá un gilipollas
dispuesto a decir “¿y por qué contra el Islam no dices nada?”
La respuesta a esta pregunta es que donde vivimos el
cristianismo hace cosas peores que el Islam, pero bueno, eso da igual. Lo
interesante de esa pregunta es que en realidad nos da la respuesta a las
preguntas anteriores: si el Islam ahora es peor que el cristianismo, es
precisamente porque en los países cristianos hemos podido atacar mucho mejor a
la religión dominante.
El cristianismo no es ahora más moderado y con menos
fanáticos que el Islam por una cualidad intrínseca de la religión: lo es porque
lo hemos “domesticado”. Lo hemos doblegado. Hemos guillotinado a reyes
católicos, hemos quemado iglesias, hemos empoderado a pensadores y filósofos
ateos, hemos dejado de enseñar sus mentiras en colegios e institutos públicos,
hemos ridiculizado a los predicadores, etc. Que no nos engañen: es totalmente
contradictorio que un católico se queje de que ataquemos a la Iglesia y no al
Islam bajo el argumento de que al menos los cristianos no lapidan a homosexuales,
etc: porque son precisamente nuestros ataques a la Iglesia los que han hecho
que los cristianos ya no puedan lapidar homosexuales. Si por ellos fuera,
todavía lo harían.
Así que sí, lucharemos contra el yihadismo islamista, porque
lucharemos contra el fanatismo y la opresión allí donde se encuentren: en los
atentados contra Charlie Hebdo o en los curas pederastas, en las lapidaciones o
en la mafia del Vaticano, en las mezquitas o en las iglesias.
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