Dada mi situación, voy a interrumpir durante una semana el funcionamiento habitual del blog y voy a colgar dos entradas que creo que se ajustan más a las circunstancias. La primera es un relato detallado de mi detención en la Operación Araña 2, y reflexiones sobre ella. Creo que puede ser muy interesante para cualquiera que quiera saber más de la noticia; bien sea por simple curiosidad, por estar al tanto de la actualidad o -esperemos que no- por si le sirve de utilidad para prepararse para la Operación Araña 3: porque sí, a este paso es probable que dentro de unos meses haya otra tanda de detenidxs. Y, como detenido de la segunda fase, a mí me habría gustado mucho leer las experiencias de alguien de la primera, para saber lo que me esperaba. Ahí va esto, pues.
Ayer, al poco tiempo de
levantarme, vi en Twitter las noticias de la Operación Araña 2. Sabiendo bien
lo que había sido la anterior, estaba claro lo que iba a ser ésta, y las
noticias lo confirmaban: había gente detenida hasta por subir una foto de Carrero
Blanco con el texto “¡a volar!”. Es fascinante que en este gobierno se pueda
detener a alguien por hacer un chiste acerca de un dictador fascista muerto
hace más de 40 años en un régimen supuestamente superado, ¿verdad?
En las cuentas de la Guardia
Civil y del Ministerio de Interior se publicaron tweets míos, de los que se
hicieron eco algunos diarios. Esto me puso en alerta, aunque fui algo ingenuo
pensando que todavía tendría oportunidad de librarme, por dos motivos: el
primero es que el diario ABC ya había anunciado en abril que supuestamente iba
a ser detenido al momento, y no pasó nada (nunca creáis lo que dice el ABC). El
segundo es que las noticias parecían decir que lxs detenidxs ya habían sido
trasladados a los cuarteles hacía 4 horas, aunque se ve que lo publicaron con
algo de antelación.
De todas formas, cuando llamaron
al timbre de casa, supe quién era, claro. Tuve unos segundos para pensar: ¿qué
es lo más urgente? Tenía que avisar a mucha gente, y no me iba a dar tiempo a
todxs: compañerxs de clase con quienes tenía que hacer un trabajo a la tarde,
amigos que me habían pedido que les mantuviera informados de mi estado ante la
sospecha de que me pudieran detener, etc. Como anécdota graciosa, también se me
pasó por la cabeza que podría borrar cualquier cosa porno del móvil, qué
vergüenza, no vaya a ser que piensen que además de terrorista soy un pajillero.
Pero bueno, los guardias civiles también tendrán Whatsapp, ¿no? Saben lo que
hay: si estás en un grupo de Whatsapp, siempre, siempre habrá un colega que
pase una foto o un video de alguna actriz porno cuando se aburre. Todos tenemos
un colega así o varios, seguro que es inevitable tener porno en el móvil aún
sin querer. Lo comprenderán, espero. Siendo así las cosas, lo único que puedo
hacer es contactar con alguien que se encargue de difundirlo por internet; así
se enterarán también algunxs a lxs que habría tenido que avisar personalmente.
Saludo a los guardias. “Nos
estabas esperando, ¿verdad?”, me dice uno. Sí, claro. No hace falta ni qué me
digan por qué me detienen.
Me visto, cojo el móvil, el DNI
(éstos dos por obligación), el billete de metro (éste porque no creo que se
molesten en traerme de vuelta), el MP4 (éste me arrepentiré mucho de haberlo
cogido) y medicación, y marcho.
Camino al coche, me leen mis
derechos como en toda buena película americana. Se callan cuando pasa una
vecina y no me esposan hasta estar dentro del coche; es agradable que se
preocupen por mi privacidad.
De hecho, dadas mis experiencias
anteriores y experiencias de conocidos míos a la hora de ser arrestados,
esperaba algo mucho peor. La mayoría de agentes con los que trato a lo largo
del día me tratan con amabilidad, alguno se preocupa por mi comodidad. Me
resulta hasta extraño, ¿me han tocado por casualidad los agentes más simpáticos
del cuerpo? Puede haber influido que han leído todos mis tweets: habrán leído
que condeno prácticamente toda la actividad de ETA y sólo he aplaudido unos
pocos atentados aislados, como el de Carrero Blanco, por ejemplo.
También me da la sensación (y
quiero remarcar totalmente que es una sensación mía y puede estar equivocada,
quiero ceñir este relato a la verdad y no voy a insinuar algo que no sé) de que
algunos de ellos ni siquiera me habrían detenido si no fuera su trabajo. Probablemente
prefieren estar deteniendo a narcotraficantes a gran escala o algo así antes
que a chavales que escriben en Twitter. Todo el mundo sabe que ha sido una
decisión política muy concreta, y la mayor prueba de ello es que todxs lxs
detenidxs somos de izquierdas, a pesar del insultantemente alto número de nazis
que escriben cosas mucho peores en Twitter. Joder, será que no se ha difundido
ni nada el video de John Cobra diciendo que quiere matar a Pablo Iglesias, ¿eh?
Como decía, la mayoría de agentes
me tratan bien, insistiendo en que les pida cualquier cosa que necesite (agua,
ir al baño, mantas) y hablándome en tono tranquilizador. Sólo dos son la
excepción, uno de ellos también siendo amable la mayor parte del rato aunque me
deja caer que si no coopero, él mismo me va a provocar muchos problemas (frase
que estrictamente no tiene nada de malo, pero dada la presencia en el
imaginario colectivo de torturas en cuarteles de la Guardia Civil, a mí me
suena bastante amenazadora) y otro que me sujeta del cuello, primero empeñado
en que no pueda ver su cara -que no creo que tuviera nada interesante, la
verdad- y luego empeñado en que no pueda ver la cara de ciertas personas
presentes en el cuartel (no sé si sería alguno de los denunciantes; de todas
formas ya sé que el primero en denunciarme ha sido Daniel Portero, presidente
de Dignidad y Justicia, no tendría mucho sentido que me oculten su cara). No
soy un experto en técnicas policiales, pero juraría –insisto nuevamente en que
esto es una opinión subjetiva mía y no un hecho demostrable- que me agarra con
bastante más fuerza de la necesaria, y que tal vez se quede con las ganas de
emplear todavía más.
Volviendo al relato en orden
cronológico, llego al cuartel y me desprendo de todos los objetos, incluidos
los cordones de las botas, anillos, pendientes, etc. Empiezo a pensar que igual
no debería llevar tantos anillos y pendientes, porque es un coñazo quitármelos.
Aunque, ya puestos, tampoco creo que mis pendientes se puedan usar como arma,
ni siquiera tienen pincho.
Las horas en la celda son muy
largas. Nada más que una colcha y una manta. Si por lo menos hubiera cometido
un delito de verdad, podría reflexionar sobre mi culpa, pero cuando lo único
que he hecho ha sido escribir en Twitter, lo llevo jodido. No oigo a nadie más:
creo que soy el único preso del cuartel, aunque sé que han detenido a un puñado
de personas más en Bizkaia. Ocasionalmente, como he dicho, alguno de los
agentes más amables se pasa para preguntar si necesito algo.
Uno de ellos, por cierto, dijo algo
que me pareció muy interesante. Algo así como “he leído que estás en la
Comisión Antisida, ayudando a los necesitados y tal. Y luego en internet andas
deseando la muerte a alguna gente, macho. ¿No te parece incongruente?” Esto,
además de halagarme un poco –porque me parece notar que aprecia sinceramente mi
trabajo en la Comisión- me parece que suscita un debate interesante. ¿De verdad
es tan raro querer ayudar a los necesitados y atacar a los poderosos? Al fin y
al cabo, yo creo que es en lo que se basa cualquier sistema ético, ¿no? Por
simplificar, casi todos los sistemas éticos tienen dos caras: desean cosas
buenas para la gente buena y cosas malas para la gente mala, y no se señala
ninguna incongruencia en ello. Creo que siendo guardia civil tendría que
saberlo bien, aunque esto último no se me ocurrió decírselo: el espíritu de la
escalera, como dicen en Francia.
Me sacan de la celda por primera
vez para tomar los datos necesarios para mi ficha. Me toman todas las huellas
(cada dedo por separado, cada dedo junto, las manos enteras, el dorso de las
manos, etc) y me hacen una sesión de fotos que ni a Elsa Pataky, variando
complementos y todo (ahora con gafas, ahora sin gafas…).
También me dan de comer, aún
cuando no lo había pedido –sí, fue cosa de uno de los guardias amables-. Como
restaurante, la verdad es que era bastante flojito. Poca variedad de platos, no
puedo usar cubiertos para no suicidarme ni matar a nadie, y ni siquiera hay
postre. Por supuesto, es la menor queja sobre mi detención, pero ya que la
comida se paga con mis impuestos voy a ejercer mi derecho a quejarme.
Por fin, me sacan de la celda por
segunda vez para prestar declaración. Me llevan a un despacho con al menos dos
guardias civiles (no sé si el tercer hombre presente también lo era, o era
algún otro tipo de funcionario) y mi abogada de oficio. Mi abogada, la verdad,
no parece morirse de ganas de ayudarme, aunque algo sí que ayuda.
Aquí me hacen tres preguntas
iniciales (si gestiono mi cuenta de Twitter y de Facebook, y si llevo este
blog, Kallixti) y después me muestran unas fotocopias, preguntándome por la
autoría de unos 50 elementos aislados (tweets, fotografías, etc). Los primeros
33 son tweets y retweets considerados como enaltecimiento del terrorismo; tengo
que admitir que no esperaba una lista tan larga. Los restantes son básicamente
fotografías usadas para identificarme, la mayoría sacadas de Facebook.
Lo primero que intento, en un
acto reflejo, es deshacerme de los retweets; no son de mi autoría, y que yo los
haya citado no significa que esté de acuerdo con ellos. Al fin y al cabo, hay
un buen puñado de fachas en Twitter que me han retwitteado para denunciar mi
actitud, y a ellos no les van a acusar de enaltecimiento, no. Uno de los
guardias, familiarizado con el funcionamiento de Twitter, me comenta que si he
hecho RT también aparecen en mi perfil y los he difundido y tal. Al momento me
doy cuenta de que lo mejor que puedo hacer, con diferencia, es asentir y
permanecer callado. Si insisto, lo único que voy a conseguir es que, además de
detenerme a mí, detengan también a lxs autorxs de los tweets originales, por
quienes no parecen tener interés de momento; y la verdad, que lxs detuvieran
por mi culpa no me dejaría la conciencia muy tranquila.
Me callo, pues, y voy asumiendo
la autoría de todo lo que me echan y firmando los papeles. Noto cierta malicia
cuando veo que han separado mis dos tweets acerca de una broma en la que finjo
quemar un coche de juguete de la Guardia Civil con un mechero, de manera que
parezca que he quemado un coche de verdad. También hay muchos tweets que no me
parecen nada remotamente parecido al enaltecimiento del terrorismo; veo que
también han cogido cualquier referencia a que me van a llevar a la Audiencia
Nacional o que no me van a callar como prueba de que soy consciente de estar
cometiendo un delito.
¿Algo más que alegar? Aprovecho
para que quede puesto en el documento que, entendiendo el terrorismo como
ataques a la población con el objetivo de causar terror, siempre lo he
condenado, y de hecho hay en mi cuenta varios tweets en los que claramente
condeno el terrorismo de ETA contra cualquier persona inocente.
Tras esto, me dejan a solas con
la abogada, que no tiene muchas cosas que decirme. Me aconseja, eso sí, que
busque todos los tweets posibles en los que condeno el terrorismo, ya que
servirán como atenuantes en el juicio que muy probablemente me espera en la
Audiencia Nacional.
Finalmente, me llevan a la celda
por última vez y a los pocos minutos me devuelven mis cosas, con un documento
certificando que me las han devuelto, excepto el móvil y el MP4, guardados como
pruebas y que serán investigados en Madrid. El móvil me vuelve a asaltar las
dudas de si debía de haber borrado el porno (al menos borro todos los videos
que me envían por WhatsApp según llegan, que ocupan mucho espacio; lo que sí
tengo es fotos, ¿tendré demasiadas? No creo, ¿no?). Lo del MP4 no veo por dónde
cogerlo.
Nada más llegar al cuartel ya
aclaré que en mi MP4 sólo había música, y no creo que lleve más de 5 minutos
comprobar que efectivamente es así. ¿Por qué me lo han quitado, entonces?
¿Simple protocolo? ¿Es porque había canciones de los Chikos del Maíz que van a
usar como pruebas en mi contra? ¿O, como bromeaba un conocido, ha sido
simplemente con el objetivo de putearme y hacer que mi hora de metro diaria se
me vuelva insoportable?
Una vez recogido todo, soy
arrastrado cual marioneta por el ya mencionado guardia con tendencia a apretar
mi cuello muy fuerte y no dejarme atisbar su cara ni por el rabillo del ojo, y
me ponen de patitas en la calle con dos objetos menos que con los que había
entrado. Un paso menos: quedan ahora una bonita discusión familiar, un juicio
pendiente y su respectiva condena.
Si eres de la comi y has andado por la narcosala desde antes de los dos últimos años, nos conoceremos, al menos de vista. Si andabas a veces repartiendo preservativos, platas o flautas por arriba, o sea, por sanfran y alrededores, seguro que sí. Por mis experiencias previas, propias y ajenas, estás jodido. A mí, con mi largo historial de consumidor, me pillaron con medio gramo y 16 céntimos en el bolsillo, y me cascaron dos años...menos mal que no tenía antecedentes. Ver desfilar a cuatro ertzainas declarando exactamente lo mismo, una sarta de mentiras, es decir, prevaricando y perjurando, fue muy educativo. Dada mi peligrosidad, me juzgaron en la provincial:hicieron falta tres jueces para examinar las múltiples pruebas de tan grave delito. Te van a condenar:la buena noticia es que, a no ser que tengas antecedentes, no ingresarás en prisión; la mala, que me temo que te van a cascar una multa ejemplar. Mira lo que le está pasando a Strawberry, el de def con dos...pues éso; y aún tratan de intimidarnos con la idea de que esos malditos chavistas comunistas de podemos coartarían nuestra libertad de expresión:hay que ser cínicos. Un saludo y gora peta. Lo mismo me entalegan a mí también por enaltecimiento del porreo...has escrito unos tweets, a la cárcel! Otro, marido de la mencionada que firmaba cartas de amor, ha, presuntamente, defraudado o, para decirlo claro, robado millones de euros:a esquiar a Suiza con él! Dónde queda la equidad ante la justicia? En las maltratadas páginas de nuestra prostituida constitución española. (Haz algo llamativo que no empeore tu situación pero te otorgue popularidad:aún acabarás sacando una pasta en cualquiera de esos culturales programas que invaden nuestra programación televisiva, desde el sálvame hasta la sexta noche. Igual así consigues pagar la multa y un remarcable éxito entre las féminas rebeldes) Mucha suerte y ánimo, peligroso delincuente:semos peligrosos!
ResponderEliminarAupa, Koldo. Me temo que no nos conocemos, si dices dos años seguramente no habremos coincidido por unos pocos meses.
EliminarLo de Strawberry de hecho es el mismo caso que el mío, la Operación Araña (en mi caso, la segunda fase y en el suyo, la tercera), así que supongo que el trato también será muy parecido.
Un placer hablar contigo, y ya siento lo de tu detención, aunque sea de hace tiempo. La política antidrogas de la mayoría de los países es una bestialidad, ¿en qué cabeza entra que poner multas a consumidores sea una forma de combatir la droga? ¿Quién no se da cuenta de que así lo único que se consigue es empeorar su situación económica y que las consecuencias del consumo se agraven? Un saludo, y que vaya todo bien.
¿A este le harán lo mismo?
ResponderEliminarhttp://www.publico.es/politica/periodista-dice-diputados-amordazados-estaban.html
http://www.eldiario.es/cv/exdirector-digital-valenciano-diputados-IU_0_334217353.html
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