domingo, 9 de noviembre de 2014

Relato y reflexiones de mi detención



Dada mi situación, voy a interrumpir durante una semana el funcionamiento habitual del blog y voy a colgar dos entradas que creo que se ajustan más a las circunstancias. La primera es un relato detallado de mi detención en la Operación Araña 2, y reflexiones sobre ella. Creo que puede ser muy interesante para cualquiera que quiera saber más de la noticia; bien sea por simple curiosidad, por estar al tanto de la actualidad o -esperemos que no- por si le sirve de utilidad para prepararse para la Operación Araña 3: porque sí, a este paso es probable que dentro de unos meses haya otra tanda de detenidxs. Y, como detenido de la segunda fase, a mí me habría gustado mucho leer las experiencias de alguien de la primera, para saber lo que me esperaba. Ahí va esto, pues.


Ayer, al poco tiempo de levantarme, vi en Twitter las noticias de la Operación Araña 2. Sabiendo bien lo que había sido la anterior, estaba claro lo que iba a ser ésta, y las noticias lo confirmaban: había gente detenida hasta por subir una foto de Carrero Blanco con el texto “¡a volar!”. Es fascinante que en este gobierno se pueda detener a alguien por hacer un chiste acerca de un dictador fascista muerto hace más de 40 años en un régimen supuestamente superado, ¿verdad?

En las cuentas de la Guardia Civil y del Ministerio de Interior se publicaron tweets míos, de los que se hicieron eco algunos diarios. Esto me puso en alerta, aunque fui algo ingenuo pensando que todavía tendría oportunidad de librarme, por dos motivos: el primero es que el diario ABC ya había anunciado en abril que supuestamente iba a ser detenido al momento, y no pasó nada (nunca creáis lo que dice el ABC). El segundo es que las noticias parecían decir que lxs detenidxs ya habían sido trasladados a los cuarteles hacía 4 horas, aunque se ve que lo publicaron con algo de antelación.

De todas formas, cuando llamaron al timbre de casa, supe quién era, claro. Tuve unos segundos para pensar: ¿qué es lo más urgente? Tenía que avisar a mucha gente, y no me iba a dar tiempo a todxs: compañerxs de clase con quienes tenía que hacer un trabajo a la tarde, amigos que me habían pedido que les mantuviera informados de mi estado ante la sospecha de que me pudieran detener, etc. Como anécdota graciosa, también se me pasó por la cabeza que podría borrar cualquier cosa porno del móvil, qué vergüenza, no vaya a ser que piensen que además de terrorista soy un pajillero. Pero bueno, los guardias civiles también tendrán Whatsapp, ¿no? Saben lo que hay: si estás en un grupo de Whatsapp, siempre, siempre habrá un colega que pase una foto o un video de alguna actriz porno cuando se aburre. Todos tenemos un colega así o varios, seguro que es inevitable tener porno en el móvil aún sin querer. Lo comprenderán, espero. Siendo así las cosas, lo único que puedo hacer es contactar con alguien que se encargue de difundirlo por internet; así se enterarán también algunxs a lxs que habría tenido que avisar personalmente.

Saludo a los guardias. “Nos estabas esperando, ¿verdad?”, me dice uno. Sí, claro. No hace falta ni qué me digan por qué me detienen.

Me visto, cojo el móvil, el DNI (éstos dos por obligación), el billete de metro (éste porque no creo que se molesten en traerme de vuelta), el MP4 (éste me arrepentiré mucho de haberlo cogido) y medicación, y marcho.

Camino al coche, me leen mis derechos como en toda buena película americana. Se callan cuando pasa una vecina y no me esposan hasta estar dentro del coche; es agradable que se preocupen por mi privacidad.

De hecho, dadas mis experiencias anteriores y experiencias de conocidos míos a la hora de ser arrestados, esperaba algo mucho peor. La mayoría de agentes con los que trato a lo largo del día me tratan con amabilidad, alguno se preocupa por mi comodidad. Me resulta hasta extraño, ¿me han tocado por casualidad los agentes más simpáticos del cuerpo? Puede haber influido que han leído todos mis tweets: habrán leído que condeno prácticamente toda la actividad de ETA y sólo he aplaudido unos pocos atentados aislados, como el de Carrero Blanco, por ejemplo.

También me da la sensación (y quiero remarcar totalmente que es una sensación mía y puede estar equivocada, quiero ceñir este relato a la verdad y no voy a insinuar algo que no sé) de que algunos de ellos ni siquiera me habrían detenido si no fuera su trabajo. Probablemente prefieren estar deteniendo a narcotraficantes a gran escala o algo así antes que a chavales que escriben en Twitter. Todo el mundo sabe que ha sido una decisión política muy concreta, y la mayor prueba de ello es que todxs lxs detenidxs somos de izquierdas, a pesar del insultantemente alto número de nazis que escriben cosas mucho peores en Twitter. Joder, será que no se ha difundido ni nada el video de John Cobra diciendo que quiere matar a Pablo Iglesias, ¿eh?

Como decía, la mayoría de agentes me tratan bien, insistiendo en que les pida cualquier cosa que necesite (agua, ir al baño, mantas) y hablándome en tono tranquilizador. Sólo dos son la excepción, uno de ellos también siendo amable la mayor parte del rato aunque me deja caer que si no coopero, él mismo me va a provocar muchos problemas (frase que estrictamente no tiene nada de malo, pero dada la presencia en el imaginario colectivo de torturas en cuarteles de la Guardia Civil, a mí me suena bastante amenazadora) y otro que me sujeta del cuello, primero empeñado en que no pueda ver su cara -que no creo que tuviera nada interesante, la verdad- y luego empeñado en que no pueda ver la cara de ciertas personas presentes en el cuartel (no sé si sería alguno de los denunciantes; de todas formas ya sé que el primero en denunciarme ha sido Daniel Portero, presidente de Dignidad y Justicia, no tendría mucho sentido que me oculten su cara). No soy un experto en técnicas policiales, pero juraría –insisto nuevamente en que esto es una opinión subjetiva mía y no un hecho demostrable- que me agarra con bastante más fuerza de la necesaria, y que tal vez se quede con las ganas de emplear todavía más.

Volviendo al relato en orden cronológico, llego al cuartel y me desprendo de todos los objetos, incluidos los cordones de las botas, anillos, pendientes, etc. Empiezo a pensar que igual no debería llevar tantos anillos y pendientes, porque es un coñazo quitármelos. Aunque, ya puestos, tampoco creo que mis pendientes se puedan usar como arma, ni siquiera tienen pincho.

Las horas en la celda son muy largas. Nada más que una colcha y una manta. Si por lo menos hubiera cometido un delito de verdad, podría reflexionar sobre mi culpa, pero cuando lo único que he hecho ha sido escribir en Twitter, lo llevo jodido. No oigo a nadie más: creo que soy el único preso del cuartel, aunque sé que han detenido a un puñado de personas más en Bizkaia. Ocasionalmente, como he dicho, alguno de los agentes más amables se pasa para preguntar si necesito algo.

Uno de ellos, por cierto, dijo algo que me pareció muy interesante. Algo así como “he leído que estás en la Comisión Antisida, ayudando a los necesitados y tal. Y luego en internet andas deseando la muerte a alguna gente, macho. ¿No te parece incongruente?” Esto, además de halagarme un poco –porque me parece notar que aprecia sinceramente mi trabajo en la Comisión- me parece que suscita un debate interesante. ¿De verdad es tan raro querer ayudar a los necesitados y atacar a los poderosos? Al fin y al cabo, yo creo que es en lo que se basa cualquier sistema ético, ¿no? Por simplificar, casi todos los sistemas éticos tienen dos caras: desean cosas buenas para la gente buena y cosas malas para la gente mala, y no se señala ninguna incongruencia en ello. Creo que siendo guardia civil tendría que saberlo bien, aunque esto último no se me ocurrió decírselo: el espíritu de la escalera, como dicen en Francia.

Me sacan de la celda por primera vez para tomar los datos necesarios para mi ficha. Me toman todas las huellas (cada dedo por separado, cada dedo junto, las manos enteras, el dorso de las manos, etc) y me hacen una sesión de fotos que ni a Elsa Pataky, variando complementos y todo (ahora con gafas, ahora sin gafas…).

También me dan de comer, aún cuando no lo había pedido –sí, fue cosa de uno de los guardias amables-. Como restaurante, la verdad es que era bastante flojito. Poca variedad de platos, no puedo usar cubiertos para no suicidarme ni matar a nadie, y ni siquiera hay postre. Por supuesto, es la menor queja sobre mi detención, pero ya que la comida se paga con mis impuestos voy a ejercer mi derecho a quejarme.

Por fin, me sacan de la celda por segunda vez para prestar declaración. Me llevan a un despacho con al menos dos guardias civiles (no sé si el tercer hombre presente también lo era, o era algún otro tipo de funcionario) y mi abogada de oficio. Mi abogada, la verdad, no parece morirse de ganas de ayudarme, aunque algo sí que ayuda.

Aquí me hacen tres preguntas iniciales (si gestiono mi cuenta de Twitter y de Facebook, y si llevo este blog, Kallixti) y después me muestran unas fotocopias, preguntándome por la autoría de unos 50 elementos aislados (tweets, fotografías, etc). Los primeros 33 son tweets y retweets considerados como enaltecimiento del terrorismo; tengo que admitir que no esperaba una lista tan larga. Los restantes son básicamente fotografías usadas para identificarme, la mayoría sacadas de Facebook.

Lo primero que intento, en un acto reflejo, es deshacerme de los retweets; no son de mi autoría, y que yo los haya citado no significa que esté de acuerdo con ellos. Al fin y al cabo, hay un buen puñado de fachas en Twitter que me han retwitteado para denunciar mi actitud, y a ellos no les van a acusar de enaltecimiento, no. Uno de los guardias, familiarizado con el funcionamiento de Twitter, me comenta que si he hecho RT también aparecen en mi perfil y los he difundido y tal. Al momento me doy cuenta de que lo mejor que puedo hacer, con diferencia, es asentir y permanecer callado. Si insisto, lo único que voy a conseguir es que, además de detenerme a mí, detengan también a lxs autorxs de los tweets originales, por quienes no parecen tener interés de momento; y la verdad, que lxs detuvieran por mi culpa no me dejaría la conciencia muy tranquila.

Me callo, pues, y voy asumiendo la autoría de todo lo que me echan y firmando los papeles. Noto cierta malicia cuando veo que han separado mis dos tweets acerca de una broma en la que finjo quemar un coche de juguete de la Guardia Civil con un mechero, de manera que parezca que he quemado un coche de verdad. También hay muchos tweets que no me parecen nada remotamente parecido al enaltecimiento del terrorismo; veo que también han cogido cualquier referencia a que me van a llevar a la Audiencia Nacional o que no me van a callar como prueba de que soy consciente de estar cometiendo un delito.

¿Algo más que alegar? Aprovecho para que quede puesto en el documento que, entendiendo el terrorismo como ataques a la población con el objetivo de causar terror, siempre lo he condenado, y de hecho hay en mi cuenta varios tweets en los que claramente condeno el terrorismo de ETA contra cualquier persona inocente.

Tras esto, me dejan a solas con la abogada, que no tiene muchas cosas que decirme. Me aconseja, eso sí, que busque todos los tweets posibles en los que condeno el terrorismo, ya que servirán como atenuantes en el juicio que muy probablemente me espera en la Audiencia Nacional.

Finalmente, me llevan a la celda por última vez y a los pocos minutos me devuelven mis cosas, con un documento certificando que me las han devuelto, excepto el móvil y el MP4, guardados como pruebas y que serán investigados en Madrid. El móvil me vuelve a asaltar las dudas de si debía de haber borrado el porno (al menos borro todos los videos que me envían por WhatsApp según llegan, que ocupan mucho espacio; lo que sí tengo es fotos, ¿tendré demasiadas? No creo, ¿no?). Lo del MP4 no veo por dónde cogerlo.

Nada más llegar al cuartel ya aclaré que en mi MP4 sólo había música, y no creo que lleve más de 5 minutos comprobar que efectivamente es así. ¿Por qué me lo han quitado, entonces? ¿Simple protocolo? ¿Es porque había canciones de los Chikos del Maíz que van a usar como pruebas en mi contra? ¿O, como bromeaba un conocido, ha sido simplemente con el objetivo de putearme y hacer que mi hora de metro diaria se me vuelva insoportable?

Una vez recogido todo, soy arrastrado cual marioneta por el ya mencionado guardia con tendencia a apretar mi cuello muy fuerte y no dejarme atisbar su cara ni por el rabillo del ojo, y me ponen de patitas en la calle con dos objetos menos que con los que había entrado. Un paso menos: quedan ahora una bonita discusión familiar, un juicio pendiente y su respectiva condena.

3 comentarios:

  1. Si eres de la comi y has andado por la narcosala desde antes de los dos últimos años, nos conoceremos, al menos de vista. Si andabas a veces repartiendo preservativos, platas o flautas por arriba, o sea, por sanfran y alrededores, seguro que sí. Por mis experiencias previas, propias y ajenas, estás jodido. A mí, con mi largo historial de consumidor, me pillaron con medio gramo y 16 céntimos en el bolsillo, y me cascaron dos años...menos mal que no tenía antecedentes. Ver desfilar a cuatro ertzainas declarando exactamente lo mismo, una sarta de mentiras, es decir, prevaricando y perjurando, fue muy educativo. Dada mi peligrosidad, me juzgaron en la provincial:hicieron falta tres jueces para examinar las múltiples pruebas de tan grave delito. Te van a condenar:la buena noticia es que, a no ser que tengas antecedentes, no ingresarás en prisión; la mala, que me temo que te van a cascar una multa ejemplar. Mira lo que le está pasando a Strawberry, el de def con dos...pues éso; y aún tratan de intimidarnos con la idea de que esos malditos chavistas comunistas de podemos coartarían nuestra libertad de expresión:hay que ser cínicos. Un saludo y gora peta. Lo mismo me entalegan a mí también por enaltecimiento del porreo...has escrito unos tweets, a la cárcel! Otro, marido de la mencionada que firmaba cartas de amor, ha, presuntamente, defraudado o, para decirlo claro, robado millones de euros:a esquiar a Suiza con él! Dónde queda la equidad ante la justicia? En las maltratadas páginas de nuestra prostituida constitución española. (Haz algo llamativo que no empeore tu situación pero te otorgue popularidad:aún acabarás sacando una pasta en cualquiera de esos culturales programas que invaden nuestra programación televisiva, desde el sálvame hasta la sexta noche. Igual así consigues pagar la multa y un remarcable éxito entre las féminas rebeldes) Mucha suerte y ánimo, peligroso delincuente:semos peligrosos!

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    1. Aupa, Koldo. Me temo que no nos conocemos, si dices dos años seguramente no habremos coincidido por unos pocos meses.

      Lo de Strawberry de hecho es el mismo caso que el mío, la Operación Araña (en mi caso, la segunda fase y en el suyo, la tercera), así que supongo que el trato también será muy parecido.

      Un placer hablar contigo, y ya siento lo de tu detención, aunque sea de hace tiempo. La política antidrogas de la mayoría de los países es una bestialidad, ¿en qué cabeza entra que poner multas a consumidores sea una forma de combatir la droga? ¿Quién no se da cuenta de que así lo único que se consigue es empeorar su situación económica y que las consecuencias del consumo se agraven? Un saludo, y que vaya todo bien.

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  2. ¿A este le harán lo mismo?
    http://www.publico.es/politica/periodista-dice-diputados-amordazados-estaban.html
    http://www.eldiario.es/cv/exdirector-digital-valenciano-diputados-IU_0_334217353.html
    https://pbs.twimg.com/media/CX-aB5LWcAAIc11.jpg
    https://pbs.twimg.com/media/B4u6W4rCEAIX3HE.jpg
    https://pbs.twimg.com/media/B4qjzXGCcAEC4LM.jpg

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