miércoles, 8 de enero de 2020

Relato taleguero



Transcripción de la entrevista a Juan María de la Cruz, 13/12/2019.
IRATI RODRÍGUEZ: Entrevista a Juan María de la Cruz, a día trece de diciembre de 2019, con objetivo de una evaluación psicológica encargada para valorar la posibilidad de la concesión de tercer grado penitenciario. Buenos días, Juan.
JUAN MARÍA DE LA CRUZ: Juanma.
IR: Buenos días, Juanma.
JMC: Buenos días, doctora.
IR: ¿Te importaría repetir tu nombre y edad…?
JMC: Lo acabas de decir.
IR: ¿Te importaría repetirlo? Para que quede constancia.
JMC: Juan María de la Cruz, 53 años.
IR: Gracias. Ten en cuenta que la confidencialidad de los datos recogidos en esta grabación está garantizada por la Ley de Protección de Datos, entiendo que das tu consentimiento…
JMC: Sí, sí, qué remedio.
IR: ¿Cómo te encuentras, Juanma?

JMC: Un poco flojo… de vitamina D. No me da mucho el sol. Por lo demás, no me puedo quejar. ¿Tú crees que me va a dar mucho el sol en los próximos meses?
IR: No me corresponde decidir si te conceden el tercer grado o no… soy psicóloga, sólo quiero repasar un poco tu historia y cómo te sientes ahora mismo.
JMC: Pero tú les pasas el informe a los de arriba y ellos deciden dependiendo de lo que pongas, ¿no?
IR: Es posible que tengan en cuenta mi informe para tomar la decisión final, pero hay muchos otros factores que tendrán en cuenta, y también es posible que el informe no sea decisivo.
JMC: Vale, vale. Pues bien.
[silencio]
IR: Bueno, ¿qué tal el día a día en la prisión? ¿Cómo son tus relaciones con los otros presos, por ejemplo?
JMC: No me puedo quejar.
IR: ¿Podrías detallar un poco más?
JMC: [suspiro] A ver, la mayoría no son mala gente. Bueno, no sé qué opinarás tú…
IR: La opinión que importa es la tuya.
JMC: Bueno, pues no sé qué opinarás tú, pero yo creo que la cárcel no… no funciona tanto en si alguien es buena o mala persona, también un poco, claro, hay muchos cabronazos en la cárcel, pero yo creo que funciona sobre todo para separar a ricos y pobres, ¿no? Los pobres estamos aquí dentro y los ricos están fuera. Ésa es la principal diferencia entre la gente que está dentro del talego y la que está fuera. Igual de media los de fuera son mejor gente, pero eso es secundario, ¿sabes?
IR: Veo que tienes una opinión formada sobre el tema.
JMC: ¿eh?
IR: Que hablas bien, digo. Ha sido un buen discurso. Me suena como si llevaras ya muchos años dándole vueltas a ese tema, ¿no? Tienes el discurso ya aprendido de memoria.
JMC: Es que son muchos años en el talego, tía.
IR: Entonces socializas sin problemas con los otros presos.
JMC: Supongo.
IR: ¿No hay incidentes…?
JMC: Los tienes ahí apuntados en el historial, ¿no?
IR: Prefiero que me lo cuentes con tus palabras. Seguro que es más interesante tu versión que lo que pueda leer aquí.
JMC: Pues la última fue hace unos meses que el cabrón del italiano me quiso dar el palo, y yo le di con un cenicero en la frente y le hice una brecha. Por cierto, ¿puedo fumar aquí?
IR: No, no se permite.
JMC: Cada vez se puede fumar en menos sitios, hostia.
IR: ¿Estás nervioso?
JMC: No, joder, estoy muy a gusto. Pero el vicio, ya sabes.
IR: ¿Nunca has intentado dejar de fumar?
JMC: Claro, como todo el mundo. Y lo he dejado. Y luego vuelves. Fumo desde los 13 o así.
IR: ¿Quieres hablar de cuando tenías 13 años?
JMC: No he dicho eso.
IR: Ya, ya sé. Pero ya que ha salido el tema, y tenemos un buen rato por delante…
JMC: ¿Qué quieres que te cuente? Si fijo que lo pone ahí en mi historial…
IR: Creo que te expresas muy bien cuando quieres, Juanma. Sería interesante que intentases resumirme tu infancia y tu adolescencia lo mejor que puedas. Si quieres, claro.
JMC: Pues a ver… [silencio] Mi madre era ama de casa, mi padre trabajaba en los astilleros hasta que los cerraron. Tengo un hermano mayor y una hermana pequeña. Llegábamos a fin de mes mal, pero llegábamos. Me junté con malas compañías, ¿qué quieres que te diga? Puedo darte otro discurso sobre cómo las familias de clase obrera tienen más dificultades… que he leído unos cuantos libros, ¿eh? No me lo gasté todo en droga [risa sarcástica].
IR: Como quieras.
JMC: ¿Eh?
IR: Tú dime lo que de verdad piensas y lo que de verdad crees. Si es un discurso, pues suelta el discurso, pero sólo si de verdad crees así.
JMC: Pues mira, no sé. Yo sé que el entorno hace mucho en cómo se forma una persona pero yo también era bastante capullo cuando quería, ¿sabes?
IR: ¿En qué sentido?
JMC: Pues no sé. En general.
IR: [silencio] Vale. Así que empezaste a fumar a los 13 años.
JMC: Pues como todos fumaban…
IR: Dejaste los estudios poco después, y empezaste a trabajar…
JMC: En el metal. Hasta ahí todo bien, más o menos.
IR: ¿Hasta ahí?
JMC: Tenía mi familia, mis amigos y mi trabajo, ¿no? Creo que eso es lo que los psicólogos llamáis estar bien integrado y hostias de ésas.
IR: Entonces, dejaste de estar bien integrado. ¿Cómo fue?
JMC: No sé, en la mili. En la mili empezamos a chutarnos caballo porque no había otra cosa que hacer y no había dios que aguantara ahí al cabronazo del sargento y a su puta madre. Con perdón, que la madre no tendrá la culpa.
IR: ¿Relacionas la mili con un… con un descenso en tu calidad de vida, por así decirlo?
JMC: Hostias que sí.
IR: ¿Y al volver?
JMC: A ver, me echaron del curro como un año después. Pa’ entonces ya estaba enganchado al caballo y  si tenía el mono no podía trabajar bien. Casi me llevo los dedos con la puta radial, estuve de baja y cuando volví me echaron.
IR: Entonces asumes la responsabilidad del accidente laboral…
JMC: Qué responsabilidad, si me jefe era un cabrón…
IR: En un plano emocional, digo, no en un plano legal. O sea, dices que casi te cortas los dedos porque estabas enganchado a la heroína. Así que, en cierto modo, te ves responsable.
JMC: [silencio] Vale, ya veo por dónde vas. Eso es bueno, ¿no?
IR: No es bueno ni malo, sólo quiero saber cómo piensas.
JMC: Bueno, lo que sea, pero en ese caso pues no soy tan capullo como para no saber que sí fue culpa mía. Otros accidentes laborales no serán culpa del que los sufre, qué sé yo, pero ahí sí fui yo por hacer el tonto. Si es eso lo que querías saber.
IR: Entonces pierdes tu trabajo.
JMC: Y mis padres están hasta los cojones de mí. Mi madre siempre me aguantó todo lo que pudo, la pobre. Mira, me hice esto.
IR: Ya veo. Para la grabación…
JMC: Eso. Para la grabación, pa’ quien esté escuchando esto, le estoy enseñando el tatuaje que tengo en el brazo. Pone “amor de madre” y un corazón. Me lo hizo el Pako la primera vez que estuve en el talego. ¿Y el pendiente sabes cómo me lo hice? Con las anillas de un cuaderno del cole. Sin alcohol ni pendiente medicinal ni hostias.
IR: Tienes otro tatuaje…
JMC: Los cinco puntos, tía.
IR: ¿Qué significa?
JMC: Que muera la policía y viva la golfería. O que tú eres el punto del centro y los otros cuatro son las paredes del talego. No sé.
IR: ¿También te lo hiciste en la cárcel?
JMC: Éste después de salir.
IR: ¿Cómo fue tu primer ingreso en la cárcel?
JMC: Pues estaba con la Mari, no teníamos dinero pa’ el caballo y atracamos un restaurante. Nos quedamos hasta que cerraran, después bajamos la persiana un poco y le dijimos que nos diera todo lo que había en la caja registradora.
IR: Con intimidación.
JMC: Con un cuchillo, si quieres decir eso. Y como no quería que el cabronazo se chivara, le dije que si decía algo volveríamos y le mataríamos, y di una hostia ahí en el fogón con toda la mano abierta. Y dejé las huellas en la grasa del fogón clarísimas.
IR: Ya veo.
JMC: Que yo pensaba que sólo se molestaban en buscar huellas si matabas a alguien o algo, ¿sabes? Joder, ni que fueran el puto CSI. Pero resulta que como en el fogón quedaron tan claras que se podían ver a simple vista las cogieron y me pillaron.
IR: En la cárcel te informaron de que eras seropositivo, hasta entonces no lo sabías.
JMC: Pillé el bicho por compartir chutas. Pero es que en aquellos años no sabíamos una mierda y nadie te decía cómo lo podías pillar.
IR: Ya.
JMC: Pero no tenía síntomas, yo me encontraba bien, me dijeron que había pillado el bicho y flipé. Yo ya me veía con un pie en la tumba. Y aquí estoy, 30 años después.
IR: Debió de ser duro.
JMC: Ya, pero al final… o sea, si estás en el talego y con tratamiento de metadona y aguantando a los cabrones de los guardias pues es como tu última preocupación. Y como tampoco me daba síntomas, y me daban las pastillas, pues tampoco me preocupaba mucho.
IR: Después seguiste tomando heroína, pero no volviste a compartir chutas, imagino.
JMC: Pues alguna vez, pero las lavábamos bien. Porque en la farmacia no vendían.
IR: Ya.
JMC: ¿Sabes quiénes fueron? Los putos zipaios.
IR: ¿A qué te refieres?
JMC: A la policía, joder. Los polis iban a donde el dueño de la farmacia y le decían que no vendiera chutas porque sólo las compraban los yonkis. Nos querían exterminar, los hijos de puta.
IR: Bueno, no creo que fuera con esa intención…
JMC: ¿Que no? Pues tú me dirás. La peña se va a seguir metiendo caballo tenga chutas o no, y en mi pueblo los zipaios iban a donde las farmacias a decirles que no vendieran. Pues si no tenían intención de matarnos, es que eran subnormales, vamos, porque tú me dirás… ¿no están pa’ servir y proteger, se supone? Pues ya me dirás tú a quién protegen diciéndole al de la farmacia que no venda chutas limpias y haciendo que más gente pille el bicho y la hepatitis y cualquier cosa.
IR: No fue una buena estrategia.
JMC: Tú has estudiado esas cosas, ¿no? Porque imagino que por esa época no habrías nacido o… ¿cuántos años tienes?
IR: He estudiado los programas de intercambio de jeringuillas y los estigmas que había hace años… bueno, y que sigue habiendo, en algunos casos… sé qué costó implantarlos y que había muchos prejuicios.
JMC: Joder, prejuicios.
IR: La gente, en general, procuraba apartarse mucho de las personas con problemas con las drogas. En realidad, en todas las enfermedades mentales hay bastante estigma, y se sufre rechazo por parte de mucha gente. Sé que es duro.
JMC: Bueno, pero que lo que querían es que nos muriéramos. Porque si tú ves a un yonki comprando chutas en la farmacia, igual te da asco porque eres un gilipollas, pero por lo menos sabes que lo está haciendo bien y que no se va meter un pico con una chuta usada. Pero no querían que comprásemos chutas limpias, querían que nos pegásemos de todo y que nos muriéramos de una vez.
IR: Es normal que te enfade eso.
JMC: Eso ya lo sé, joder.
IR: ¿No volviste a tener trabajo, al salir de la cárcel?
JMC: Sí, algunas chapucillas. Pero me pagaban en negro. Tiraba con eso y con la excarcelación. Y luego con la RGI, cuando me la dieron.
IR: Entonces, no robabas.
JMC: Pues si no me pillaron, no.
IR: Bueno, es una forma de verlo.
JMC: Ya te digo.
IR: Cambiaste bastante de ciudad por esta época…
JMC: Hay que ver mundo.
IR: ¿Te gusta viajar?
JMC: Pues lo que se pueda, ¿no? A todo el mundo le gusta viajar, lo que pasa es que algunos no tenemos pasta pa’ irnos por ahí a sitios exóticos.
IR: ¿Viajabas por trabajo o por placer?
JMC: A ver, qué quieres decir con trabajo, que me lo estoy viendo venir…
IR: En el año 2002, en Barcelona, te pillaron con una buena cantidad de droga. Al parecer, la estabas llevando desde Galicia, ¿no?
JMC: Pues sí, pero eso fue después.
IR: ¿Después?
JMC: Bueno, a ver, que estuve unos cuantos años por el buen camino. Esto va en serio, ¿eh? No es pa’ quedar bien en el historial. La mayor parte de los 90 eso, hacía alguna chapucilla y cobraba RGI y excarcelación. No quería enmarronarme. No empecé a trapichear hasta unos cuantos años después de que me quitaran la excarcelación, hasta entonces pues tiraba como podía.
IR: Bueno, llevar droga desde Galicia a Barcelona es un poco más que trapichear, ¿eh?
JMC: Tú dirás.
IR: No sé, ¿eh? Digo, no pretendo juzgarte. Pero por lo que leo aquí, no era pasar un par de porros.
JMC: A ver, pues empiezas por poco y luego vas conociendo a gente y al final terminas moviendo más.
IR: Entiendo que el dinero que ganabas te proporcionó mayor estabilidad. Estuviste empadronado en el mismo domicilio durante unos cuantos años…
JMC: Pero era de mi hermano. Me dejaba un cuarto pagándole alquiler pues a precio de amigo. De hermano, más bien.
IR: ¿Cómo era la relación con tu hermano?
JMC: Pues tirando. A él no le gustaba que yo pasara, pero quería darme una oportunidad o algo. A ver, era un poco paternalista. Y eso es por lo único que discutíamos. Pero bueno, sin más, nos llevábamos.
IR: ¿Y el resto de la familia?
JMC: Mi padre murió por estas fechas, pero no nos hablábamos. Mi madre vivía sola. Mi hermana se fue a Francia.
IR: ¿Mantenías relación con tu madre?
JMC: La visitaba de vez en cuando.
IR: Veo aquí una época en la que, aparte de estar cometiendo delitos, intentas estar más integrado en la sociedad, llevar una vida más normalizada…
JMC: Pues porque trapicheando ganaba pasta y cuando tienes pasta es más fácil llevar una vida normal, ¿no?
IR: ¿Así es como lo ves?
JMC: Así es el mundo.
IR: Entonces, consideras que tu vida, en gran medida, ha estado definida por tus posibilidades económicas.
JMC: Hostia, como la de todo el mundo. ¿La tuya no?
IR: Lo que intento ver es cómo valoras tú las decisiones que has tomado a lo largo de tu vida, Juanma.
JMC: Pues malas, la mayoría.
IR: No pretendía una respuesta tan directa… pero bueno, también es interesante.
JMC: Si es que cuando me pongo soy ingenioso, eh, ¿Qué no?
IR: Sí. Como te digo, te expresas muy bien y se nota que eres inteligente. ¿Cómo viviste tu segunda condena?
JMC: Pues una putada, como todas.
IR: Los avances que habías dado en las relaciones con tu familia…
JMC: Mi hermano ya acabó hasta los huevos de mí, no quería saber nada. Y mi madre, cuando ya no pudo seguir viviendo sola, se fue a vivir al piso de mi hermano.
IR: ¿Te visitaban en prisión?
JMC: No mucho, porque me encerraron ahí en Barcelona…
IR: ¿No solicitaste el traslado a una prisión más cerca de casa?
JMC: ¿Pa’ qué?
IR: Ya veo. Supongo que te sentías desmotivado…
JMC: Tú eres la psicóloga, dímelo tú.
IR: Pero yo no puedo saber cómo te sentías si no me lo cuentas.
JMC: Pues en la mierda, como casi siempre.
IR: ¿Y cuándo saliste?
JMC: Cuando salí, otra vez a buscar dinero pa’ un pico, y encima me habían quitado la RGI.
IR: Pero veo que te la volvieron a conceder…
JMC: Sí, unos cuantos años después, no te jode.
IR: ¿No cumplías los requisitos?
JMC: No tenía ni dónde empadronarme, pues imagínate.
IR: ¿Estuviste viviendo en la calle, entonces?
JMC: En la calle cuando no quedaba más remedio. Si podía, pues alquilaba un cuarto, y si no, albergues.
IR: Veo que llegaste a tener una plaza fija en un albergue para personas con problemas de drogodependencias.
JMC: Y me la quitaban, y me la daban otra vez, y me la volvían a quitar… vaya plaza fija de mis cojones.
IR: En 2011 te detuvieron por robo con violencia.
JMC: Qué se le va a hacer.
IR: Pero esta vez no llegaste a entrar en la cárcel.
JMC: Por el 182.
IR: Argumentaste adicción a las drogas, entiendo.
JMC: Pues es que ya estaba a huevo, ¿no?
IR: [risas] Perdona, me ha hecho gracia como lo has dicho. No me reía de la situación, ¿eh?
JMC: Ya, ya. Te entiendo.
IR: Realizaste un tratamiento que en el historial figura como exitoso. Te desintoxicaste de la heroína.
JMC: Y luego me volví a enganchar.
IR: ¿Por qué?
JMC: Pues te podría decir que porque se murió mi madre por aquella época, pero para qué mentir, fue porque me pusieron un pico en la cara y no tuve cojones a decir que no. Las malas compañías otra vez, ya sabes.
IR: Y en 2014, te volvieron a detener por tráfico.
JMC: Lo que es una gilipollez de la hostia. No era pa’ tráfico, era pa’ consumo propio, y me metieron tráfico porque les salió de los cojones.
IR: No tenían pruebas de que traficaras, entiendo…
JMC: Pero cuando te pillan con más de X gramos encima, que son los que les salen de los cojones al juez, encima, ya es tráfico aunque no te hayan visto traficar. Porque eso de “inocente hasta que se demuestre lo contrario” que dicen en las pelis…
IR: La presunción de inocencia, ya…
JMC: Pues eso se lo pasan por los cojones en la vida real.
IR: Argumentaste consumo propio y no te creyeron.
JMC: Es que era para consumo propio. Y no me creyeron.
IR: Y en 2016, cuando estabas a punto de salir…
JMC: Ahora viene lo emocionante.
IR: Es una forma de verlo. ¿Te parece emocionante?
JMC: No, es que me gusta mucho el sarcasmo. Pero sigue, sigue.
IR: Podrías contarlo con tus palabras.
JMC: ¿Qué pone en el informe?
IR: Pues quitando un poco el lenguaje técnico, pone que le arrancaste la nariz a un funcionario de un mordisco. Necesitó una reconstrucción de cartílago.
JMC: Coño, menos mal.
IR: ¿Menos mal?
JMC: Menos mal que sólo pone eso. Ya me preocupaba que me hubieran querido meter dos o tres cosas más, ¿sabes? Como cuando te pegan una hostia en el coche y le dices a los del seguro que un rasponazo que habías hecho contra la columna del párking dos semanas antes también es de ese accidente, pa’ que te paguen también eso. Pues eso. Lo mismo el tío se dislocó una cadera en la ducha y también dijo que se lo había hecho yo.
IR: ¿Estás usando el sarcasmo para evitar hablar de la situación, Juanma?
JMC: Qué va, ya te he dicho que me gusta mucho. ¿Te lo cuento sin sarcasmo? Pues mira, los carceleros hacen lo que les sale de los cojones y te tratan como a una mierda porque en cuanto les das media placa se creen superiores a ti. Eso también lo has estudiado en la carrera, ¿verdad? Porque hubo un experimento famoso y todo.
IR: Hablas del experimento de Stanford.
JMC: Sí, como se llame. Pues eso. Y las leyes permiten que los carceleros te puedan putear y te puedan hacer la vida imposible porque les sale de los cojones, siempre que quieran. Así que un día no aguanté más y le dije que era un hijo de puta. Y el mamón me soltó una hostia en todos los huevos, pero en todos los huevos, ¿eh? De las que duelen y no dejan marca. Y como aquel día me pilló rebotado, le arranqué la nariz de un mordisco.
IR: Y entonces te alargaron la condena por agresión mayor a un funcionario.
JMC: Eso es. Y como ya han pasado tres años y medio, igual va siendo hora de que me den el tercer grado, ¿no?
IR: Se nos acaba el tiempo de la entrevista, Juanma. ¿Quieres alegar algo más…? ¿Sigues teniendo problemas con las drogas?
JMC: Ahora mismo estoy bien, gracias.
IR: El último tratamiento con metadona lo hiciste en esta misma prisión, es relativamente reciente. No sé si se podría considerar…
JMC: No va a colar, pero gracias.
IR: No me tienes que dar las gracias.
JMC: Bueno, te he visto rápida ahí, ¿sabes? A veces las psicólogas sois buena gente. Por lo menos te has molestado en intentar buscar un argumento pa’ que tenga más posibilidades de que me den el tercer grado. Buena gente, ya te digo.
IR: Bueno… el trabajo de psicóloga es ayudar a la gente. No sé, estoy aquí para ayudar a los presos. Mi trabajo no es que te concedan el tercer grado, pero intento ayudar.
JMC: Pues ya te digo, se agradece, ¿eh? Me imagino que está la cosa jodida, porque uno con los años termina volviéndose un cabezón de la hostia y por puro orgullo no voy a decir que me arrepiento y que no lo volvería a hacer y esas mierdas. Yo creo que hace unos años lo habría hecho, pero ahora ya estoy mayor pa’ esas cosas. No, que le jodan, que le jodan al cerdo del funcionario. Si pudiera, le arrancaría la nariz otra vez.
IR: Esto está siendo grabado, Juanma…
JMC: Ya, ya sé, me estoy auto-boicoteando, ¿no? Seguro que los psicólogos tenéis muchas ideas para esas cosas y pensarás que esto es una conducta autodestructiva porque me estoy perjudicando a mí mismo cuando podría haberme quedado callado. Si ya te digo que tengo unos cuantos libros leídos, y unos cuantos psicólogos me han tratado también, y uno se va quedando con cosas. Pero es el orgullo, eh… no me he quedado con tu nombre…
IR: Irati.
JMC: Es el orgullo, Irati. Que se jodan los cerdos, empezó él. Que se hubiera buscado un trabajo digno en lugar de ser un carcelero torturador, yo que sé. Ahí se jodan él y su nariz.
IR: Se acaba el tiempo de la entrevista. Ha sido un placer, Juanma.
JMC: Igualmente. Y cuídate y que te vaya bien, que, además de que lo digo de verdad, hay que ser educado en estas cosas.

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