miércoles, 14 de febrero de 2024

Mis 10 películas favoritas de los 20

10- El héroe del río (1928)

Tiene el mérito de combinar certeramente distintos tipos de humor: hay ratos en los que se juega con un humor basado en las relaciones entre los personajes, en las expectativas que los padres tienen sobre los hijos, sobre todo. En cambio, en otros ratos predomina el humor slapstick, sobre todo a lo largo de un huracán que, imagino, tuvo que ser realmente difícil de recrear con los medios técnicos de la época. Es una buena película para sacar unas cuantas sonrisas.


9- El chico (1921)


Es una película conmovedora, tratando certeramente los temas que salpican la mayor parte de las obras de Chaplin: la pobreza, el amor, la picardía. Una tragicomedia con un equilibrio muy adecuado entre el humor y el drama. Es ágil y entretenida, difícilmente podría aburrir a nadie. También está muy bien dirigida, dentro de las limitaciones técnicas de su época (lo que implica, por ejemplo, que la cámara apenas se mueve en cada escena). Ahora, tampoco me parece una película perfecta… siendo sinceros, no tiene la trama más creíble ni mejor construida del mundo, ya desde su premisa, en la que hay que hacer un esfuerzo para creernos que el protagonista es incapaz de explicarle al policía que se ha encontrado un bebé abandonado y que no es que esté intentando abandonar al suyo. No puedo decir que para mí entre en el rango de obra maestra, pero sí es muy buena, y sí recomiendo verla, desde luego.

8- La quimera del oro (1925)

Suele ser considerada una de las mejores películas de Chaplin; a mí, en cambio, me parece bastante por debajo de El gran dictador, Tiempos modernos o Candilejas. No me parece una obra maestra, me parece una película de notable –que ya es bastante, desde luego-. Cumple muy bien en muchos aspectos distintos. Tiene la combinación de ingredientes más característicos del cine de Chaplin: el humor, mostrar los horrores de la pobreza, la ternura. Tanto el propio Chaplin como Georgia Hale actúan muy bien.


7- Avaricia (1924)

Una película sorprendentemente larga para la fecha (y más larga aún era la versión completa, de casi 9 horas, que, por desgracia, se perdió). Su argumento, basado en una novela de Frank Norris, tampoco es muy complejo (al menos, en la versión que sobrevivió), y buena parte de la acción es muy costumbrista. Con estas características y siendo además una película muda, se podría pensar que saldría una película aburrida, pero qué va; tal vez tenga algo en el ritmo que la hace ágil, tal vez los actores principales sean carismáticos, pero el caso es que el resultado no es en absoluto aburrido, para mi gusto, al menos. El trabajo de Stroheim es impecable. La temática de la película también es muy universal, dado que la pobreza y la avaricia son temas que funcionaban igual hace 100 años que ahora.


6- Metrópolis (1927)


Clásico de la ciencia-ficción donde los haya, película revolucionaria en muchos aspectos y que a día de hoy sigue siendo buena. Es cierto, con todo, que no me parece la mejor película de Fritz Lang, y creo que en algunos aspectos se la ha sobrevalorado. Creo que algunas de las ideas, como que la piel sintética se le añada a un robot por medio de rayos que la colocan de repente, son ingenuas desde un punto de vista científico incluso si consideramos que la película es de 1927. Creo que, argumentalmente, hay algunos recursos bastante vagos y que tienden hacia el “Deus ex machina”, como que la trama avance gracias a que un personaje oiga los gritos de otro cuando casualmente paseaba por ahí sin ninguna intención en concreto. Creo que la idea principal que busca transmitir la película no tiene mucho sentido: que el obrero y el patrón no se entienden, pero que si se entendieran, todo iría bien y se acabaría la lucha de clases. Yo, la verdad, creo que el obrero y el patrón se entienden perfectamente: lo que pasa es que sus intereses son directamente opuestos. Cuanto menos gaste un patrón en salarios o en prevención de riesgos laborales, cuantas más horas haga trabajar a sus empleados, más beneficios tendrán: mientras que el obrero, lógicamente, querrá trabajar menos horas, por más dinero y en mejores condiciones, lo que reduce los beneficios del patrón. Así pues, este mensaje de Metrópolis no lo veo. La película tiene muchos otros puntos fuertes, claro: estéticamente, es una maravilla. Y la Máquina Moloch, por su contundencia, ha quedado justamente grabada en la cultura popular.


5- La mujer en la luna (1929)

La película se divide en dos partes claramente diferenciadas y de distinto género, ambas de bastante calidad. La primera parte es una película de espías y gangsters, género que Fritz Lang dominaba a la perfección. La segunda parte es un hito de la ciencia-ficción, una aproximación espectacular para la época a lo que sería un viaje a la Luna. Todo casa bien, la intriga se mantiene. Los personajes están bien perfilados y sirven para narrar una historia interesante. Hay algunos errores que es inevitable destacar, como el hecho de que se pueda respirar tranquilamente en la Luna sin protección alguna; errores que, sinceramente, no son perdonables por el hecho de que la película sea de 1929: en realidad, la ausencia casi total de atmósfera en este satélite se puede observar con facilidad por un telescopio, especialmente durante los eclipses, y ya desde el siglo XVIII, la comunidad científica sabía con bastante certeza que sería imposible respirar en la Luna. Lo que sí se puede decir es que los errores no restan demasiados puntos a una película redonda en sus personajes, su argumento y su forma de mantener la intriga.


4- El acorazado Potemkin (1925)


Esta historia sobre el motín en el acorazado Potemkin terminaría marcando, principalmente por razones técnicas, un antes y un después en el mundo del cine. La película tiene obvias intenciones propagandísticas, siendo pensada específicamente para celebrar el 20 aniversario de los hechos reales en los que se basa, uno de los episodios revolucionarios que precedieron a las revoluciones de febrero y de octubre de 1917. Aunque, por cierto, curiosamente, la película parece articular todos los eventos únicamente en torno al motín del Potemkin, pasando un poco de puntillas por el hecho de que este episodio estuvo enmarcado en un movimiento revolucionario mucho más grande que dejó episodios aún más violentos y llamativos, como el Domingo Sangriento en San Petesburgo, y que hizo que cambiaran las leyes electorales de Rusia. En cualquier caso, lo que se busca es narrar un episodio revolucionario y, muy adecuadamente, también fueron revolucionarias las técnicas de Eisenstein para esta película. Eisenstein lleva el montaje a un nivel totalmente nuevo, alternando con agilidad más de 1000 planos, cifra espectacular para la época y que permite, por ejemplo, que unos cuantos de ellos sean planos detalle, algo que tampoco solía pasar. Así surgirían escenas tan bien hechas como la de la escalera de Odesa, una de las más míticas e influyentes del cine. La película es razonablemente cercana a los hechos reales, aunque cambiando algunas cosas (por ejemplo, en realidad, los marineros amotinados del Potemkin no llegaron a desembarcar en Odesa para ayudar a los huelguistas, aunque sí para el funeral de Vakulinchuk. La represión en esta ciudad ocurrió de noche, no fue en aquellas escaleras, y detalles como el carrito de bebé son ficticios). Uno de los participantes en la revuelta, Konstantin Feldman, asesoró a Eisenstein y también se interpretó a sí mismo. Eso sí, precisamente uno de los detalles más característicos de esta película es que, aunque tiene a varios personajes reconocibles y con un peso importante en la trama, no tiene unos protagonistas claros: el protagonismo se reparte sobre todo entre grandes masas de gente, no entre individuos, lo que hace que la película se acerque casi al género del documental y que case mejor con las ideas que buscaba defender.


3- La madre (1926)

Una joyita que va in crescendo. Desde el principio ya se nos muestran personajes bien escritos y situaciones bien construidas, pero se va poniendo más emocionante y mejorando conforme avanza. Tiene virtudes interesantes, como momentos en los que es capaz de expresar mucho sin alargarse demasiado, mostrando más que teniendo que explicar (por ejemplo, la escena del juicio. Simplemente intercalando unas pocas palabras con un primer plano del rostro de los jueces, ya dice mucho; y eso es un gran talento en un director). La fotografía en el tramo final, con las secuencias en el hielo, es brillante; sobre todo para su época, pero sigue sobrecogiendo hoy en día. Personalmente, creo que en el tramo final un toque sólo ligeramente menos propagandístico lo habría mejorado aún más: sin entrar en spoilers, simplemente creo que menos planos centrados en una bandera y más planos centrados en el rostro de los personajes habrían dado lugar a una película más… ¿humana? No sé si me explico. Pero es sólo por sacarle una pequeña pega, que no llega a ser realmente un inconveniente ni creo que le deba bajar la nota de un notable muy alto, rozando el sobresaliente.


2- El hombre mosca (1923)

Normalmente no me entusiasma mucho el humor slapstick y, curiosamente, no sé explicar muy bien por qué esta película es la excepción más notable, por qué me mantuvo pegado a la pantalla todo el rato y me hizo reír en un buen número de ocasiones. Desde luego, ayuda mucho que Harold Lloyd lo borde, en el guión y en la actuación. El clímax del film, indiscutiblemente, es la famosa escalada al reloj; pero muchas otras escenas, incluyendo algunas de los grandes almacenes o de las persecuciones policiales, no se quedan atrás. Quizá también influyó en mi buena valoración de El hombre mosca cierto trasfondo en el que se intuyen algunas críticas sociales al sistema capitalista y al sueño americano: después de todo, ascender en el trabajo y ganarse la vida no era tan fácil como le habían prometido a nuestro humilde protagonista.


1- La muerte cansada (1921)


Uno de los primeros largometrajes de la historia del cine y una de las primeras y más claras muestras de que el cine podría llegar a ser un arte que realmente conmueve e impresiona. La cinta bebe de la poesía, recurriendo a alegorías y simbolismos para un planteamiento fantasioso a través del cual se pueden desarrollar diversas historias que apelan a temas universales: amor, traición, sufrimiento, muerte, hastío. Los efectos especiales parecen tan simples más de un siglo después… y, sin embargo, funcionan a la perfección, crean una atmósfera interesantísima y absorbente. Los personajes están estereotipados, pero en este caso se podría considerar incluso una ventaja, porque es fácil comprenderles e identificarse con ellos de cara a disfrutar de la historia que Fritz Lang nos quiere contar. Como curiosidad, aunque había visto varias películas de este director antes, y me gustaba bastante, lo que me guió a ésta no fueron las otras, sino el videoclip de la canción Feint, del grupo de metal sinfónico Epica, que se inspira en esta película y, de hecho, retoma directamente una de sus subtramas y la continúa.


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