Estreno nueva sección en el blog, con reflexiones rápidas que se me pasen por la cabeza. Hoy, la relación entre la comida y la obediencia.
Lo bonito de la psicología evolutiva es que no sólo explica
cómo nos comportamos, sino por qué nos comportamos así. Y entre las cosas más
evidentes, está que los cerebros de los seres vivos tienen cierta tendencia a
comer.
Cuando un bebé ve el pezón de su madre, se alimenta. Y no
sólo se alimenta, sino que además desarrolla cierta lealtad hacia su madre, que
es la que le alimenta. No es sólo lealtad a la madre biológica, no; a estas
alturas hay suficientes casos documentados de lealtad hacia madres adoptivas,
incluso de otra especie, como para que sepamos que somos leales a esa figura
que nos alimenta.
Lo que ya resulta un poco menos obvio es que ese reflejo se
mantiene en la edad adulta. Y, ya sea empírica o instintivamente, mucha gente lo
sabe. Y se aprovecha.
-Esos ejecutivos de traje, corbata y puro que toman
decisiones en una mariscada. No es un lugar casual, no.
-Un mitin político con comida para todos los invitados: uno
de los ejemplos más claros que puede haber. Comed mientras os lavo el cerebro.
-Se abre una tienda nueva en la ciudad, hagamos un “lunch”
–que ahora queda más moderno que decir “merienda”- para la inauguración.
Consigamos así clientes fieles.
-Muchas religiones incluyen rituales con comida, de manera
más o menos inteligente, dependiendo de si los líderes dominaban bien el tema o
sólo se aprovechaban de los conocimientos de sus predecesores. Éste es un
ejemplo menos claro, porque muchas religiones han recurrido también al factor
de “eres culpable, mereces ser castigado” para lavar cerebros y por tanto dan
mucha importancia al ayuno. Sin embargo, cabe destacar que todos los domingos
después del sermón hay que comerse el cuerpo de Cristo.
-Robert Anton Wilson llegaba incluso a apuntar que sería
interesante revisar la importancia de la comida en casos de síndrome de
Estocolmo, lo que podría ser uno de los principales factores que provocan apego
a secuestradores.
Espero que estos 5 ejemplos sirvan para reflexionar un poco.
No es necesario ponerse paranoico, pero la próxima vez que asistas a algún tipo
de mitin, evento o reunión social con comida, sería conveniente intentar pensar
más en los argumentos del que ofrece la comida que en la comida que ofrece.
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