miércoles, 21 de junio de 2017

Microrrelato punk: Me gusta que seas una zorra


Ante esta avalancha de slut-shaming y condena de la libertad de la mujer, me veo obligado a radicalizar mis ideas más de lo que habría pensado hace unos años, y, desde mis privilegios de varón blanco cishet, hacer mío el grito de las Vulpess para luchar contra una opresión no dirigida contra mí, pero que me duele ver.

Así pues, me radicalizaré hasta el punto de valorar positivamente cualquier acto contrario a los ideales conservadores del slut-shaming, que parece mentira que sigan tan presentes en el jodido siglo XXI.

Sin medias tintas. Sin matices. Y sin ser esto ningún tipo de imposición, ni tan siquiera consejo: sólo una humilde opinión y un intento de dar apoyo para luchar contra una opresión que yo no tengo que soportar. No pretendo imponer mis ideas en las mujeres ni condenar otras que puedan tener. Sólo es una de las cosas que apoyo, y que me gustan. Me gusta que seas una zorra.

Me gusta que salgas a la calle en minifalda y generoso escote, o básicamente, con la ropa que te salga del coño, sin que nadie tenga derecho a insultarte por eso ni considere que eres peor persona que alguien que lleve más tela encima.

Me gusta que defiendas la promiscuidad, la poligamia, el poliamor, la anarquía relacional. O que, simplemente, le pongas los cuernos a tu novio. Que folles con la mayor cantidad de tíos posibles; ya que puedes, aprovecha. Y que ninguno de ellos tenga el menor derecho a considerarse tu dueño ni a decirte lo que debes o no debes hacer.

Me gusta que te guste cualquier práctica sexual que se salga del estándar católico de follar a oscuras para tener hijos: el sexo en público, el sexo oral, el sexo anal (sea recibiendo o dando con un strap-on), el bondage. Hasta la botulinonia y el kokigami, si hace falta.

Me gusta que te hagas fotos desnuda y que las envíes a quien tú quieras, o las subas a internet públicamente si te apetece. Que te desnudes por webcam. O que seas nudista, directamente.

Me gusta que hables abiertamente de sexo, sin ningún temor a ser insultada por ello. Que puedas contar en público que te masturbas, como algo perfectamente natural, y que nadie te juzgue como si fueran la jodida Inquisición.


Me gusta que seas una zorra. Y que nadie tenga derecho a tratarte como esos miserables gilipollas creen que hay que tratar a las zorras.

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