Ante esta avalancha de
slut-shaming y condena de la libertad de la mujer, me veo obligado a
radicalizar mis ideas más de lo que habría pensado hace unos años, y, desde mis
privilegios de varón blanco cishet, hacer mío el grito de las Vulpess para
luchar contra una opresión no dirigida contra mí, pero que me duele ver.
Así pues, me radicalizaré hasta
el punto de valorar positivamente cualquier acto contrario a los ideales
conservadores del slut-shaming, que parece mentira que sigan tan presentes en
el jodido siglo XXI.
Sin medias tintas. Sin matices. Y
sin ser esto ningún tipo de imposición, ni tan siquiera consejo: sólo una
humilde opinión y un intento de dar apoyo para luchar contra una opresión que
yo no tengo que soportar. No pretendo imponer mis ideas en las mujeres ni
condenar otras que puedan tener. Sólo es una de las cosas que apoyo, y que me
gustan. Me gusta que seas una zorra.
Me gusta que salgas a la calle en
minifalda y generoso escote, o básicamente, con la ropa que te salga del coño,
sin que nadie tenga derecho a insultarte por eso ni considere que eres peor
persona que alguien que lleve más tela encima.
Me gusta que defiendas la
promiscuidad, la poligamia, el poliamor, la anarquía relacional. O que,
simplemente, le pongas los cuernos a tu novio. Que folles con la mayor cantidad
de tíos posibles; ya que puedes, aprovecha. Y que ninguno de ellos tenga el
menor derecho a considerarse tu dueño ni a decirte lo que debes o no debes
hacer.
Me gusta que te guste cualquier
práctica sexual que se salga del estándar católico de follar a oscuras para
tener hijos: el sexo en público, el sexo oral, el sexo anal (sea recibiendo o
dando con un strap-on), el bondage. Hasta la botulinonia y el kokigami, si hace
falta.
Me gusta que te hagas fotos
desnuda y que las envíes a quien tú quieras, o las subas a internet
públicamente si te apetece. Que te desnudes por webcam. O que seas nudista,
directamente.
Me gusta que hables abiertamente
de sexo, sin ningún temor a ser insultada por ello. Que puedas contar en público
que te masturbas, como algo perfectamente natural, y que nadie te juzgue como
si fueran la jodida Inquisición.
Me gusta que seas una zorra. Y
que nadie tenga derecho a tratarte como esos miserables gilipollas creen que
hay que tratar a las zorras.
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