Se
me ocurre escribir este artículo al leer un poco a Luis Miguel Ariza,
divulgador científico y crítico de ciencia-ficción, sobre este tema. La verdad
es que el trabajo de Ariza parece interesante, pero tengo que discrepar mucho
al haber leído que el Imperio refleja a la Unión Soviética, y creo que el tema
da más de sí y se puede hablar en general de toda la ideología política que
empapa Star Wars. Creo que la saga tiene un mensaje liberal, y por tanto
anticomunista, pero mayormente antifascista. Veamos por qué.
Lo
lógico es empezar por el principio: la trilogía original y la dualidad que
establece entre la Alianza Rebelde (presentados como los buenos) y el Imperio
(presentados como los malos).
La
Alianza Rebelde es básicamente lo más liberal que puede haber, y se refleja
bien en algunos de sus personajes. Luke Skywalker es un humilde granjero. Han
Solo es un contrabandista, un canalla: es, de hecho, la viva expresión del
capitalismo. Leia, por otro lado, es una princesa, que lucha contra la tiranía
del Imperio. Esto refleja una característica muy curiosa del liberalismo
moderno: la idea de que las monarquías también son democráticas, y que
monarquías parlamentarias como España o el Reino Unido son perfectos ejemplos
de democracia.
El
Imperio, y aquí es donde tengo que contradecir a Ariza, creo que representa el
fascismo… a pesar de haber sido estrenada la trilogía original de Star Wars en
el contexto político de la Guerra Fría, ojo, que debido a eso sería normal
pensar que se centra en la propaganda anticomunista.
Primero,
hay que considerar el fuerte carácter de supremacismo racista del Imperio. Es
cierto que en la Galaxia la especie humana es la más numerosa, influyente y
poderosa; otras especies tienden a concentrarse mayormente en ambientes
marginales y a menudo criminales, como la cantina de Mos Esley, el palacio de
Jabba el Hutt o las carreras de vainas en Tatooine. Sin embargo, eso no evita
que se pueda ver unos cuantos miembros de otras especies en cargos importantes
de la República, el Consejo Jedi, la Alianza Rebelde, la Resistencia y un largo
etcétera. Es obvio que en el Imperio esto no ocurre así por un fuerte carácter
racista y la inmensa mayoría de los altos cargos e incluso de los soldados de a
pie son humanos, existiendo muy contadas excepciones (como el Gran Almirante
Thrawn o los Inquisidores).
La
estética imperial tampoco disimula el paralelismo con el nazismo, llegando a
verse estandartes idénticos a los nazis: alargados, con fondo rojo, con un
círculo en el medio en el que es el símbolo del imperio y no una esvástica el
que se dibuja en negro sobre blanco.
Puede
que el Imperio sea aprovechado para mostrar la solución liberal como
contrapartida positiva al supuesto totalitarismo de la URSS, pero no parece
tener realmente una inspiración en el sistema soviético, sino en el fascista.
De hecho, se podría decir que el comunismo también sale representado en Star
Wars, pero de forma muy distinta… e incluso también que el capitalismo salvaje
también es criticado. Vamos a profundizar un poco más.
Las
precuelas comenzaron a aportar mayor profundidad política a Star Wars. Así,
aunque los Jedi siguen siendo “los buenos”, se puede ver claramente que en las
Guerras Clon pierden el rumbo y cometen numerosos errores, políticos y éticos.
La
República está gobernada por un Senado Galáctico, que funciona básicamente de
esta forma: hay un Canciller Supremo y un Vicecanciller, elegidos
democráticamente por los 1042 senadores. Mayormente, cada senador representa a
un planeta, aunque hay algunas excepciones
que nos dejan claro el carácter capitalista de la República: por
ejemplo, empresarios importantes como los miembros de la Federación de Comercio
también tienen representación en el Senado. Además, también pueden participar
en el Senado los llamados representantes junior, que, si se lo permite un
senador, pueden representar a un partido político, una minoría étnica, etc.
(por ejemplo, Jar-Jar Binks representaría a los gungan gracias a la senadora
Padmé Amidala)
Cada
senador tiene un voto en la cámara. No se aclara exactamente qué determina que
pueda haber senadores de la Federación de Comercio, por ejemplo; pero sí se
sabe que el gobierno de cada planeta elige a un representante de dicho planeta
como senador. Si bien la cámara del Senado es democrática, el gobierno de cada
planeta no tiene por qué serlo: así, en algunos planetas el senador puede ser
elegido democráticamente, mientras que en muchos otros gobierna una monarquía y
por tanto es un miembro de esa monarquía el que se presenta como senador: la
propia Padmé Amidala o Leia son buenos ejemplos de esto.
El
Senado sólo se ocupa de asuntos importantes, y sobre todo, que afecten a varios
planetas a la vez, usando para ello dos cuerpos policiales distintos, que en
ocasiones, pueden colaborar: el Departamento Judicial y la Orden Jedi. Por lo
demás, el gobierno de cada planeta tiene bastante libertad para tomar
decisiones sobre la gente a la que gobierna, tener su propio cuerpo de policía,
etc. El Senado tiene sus propios guardias, un cuerpo de élite vestido de azul,
aunque estos guardias comparten juridisción con la policía de Coruscant (al ser
Coruscant el planeta en el que se encuentra físicamente el Senado) y, en
ocasiones, con la Orden Jedi. Ésta, por cierto, implica ciertos problemas
democráticos, diría yo.
Esto
queda más patente en las Guerras Clon, cuando la Orden Jedi toma el control del
nuevo ejército de la República. Esto es, si bien el Senado se rige por un
sistema democrático, las labores de Defensa recaen en una orden teocrática de
monjes guerreros que no son elegidos democráticamente, sino por algo que ellos denominan
“la Fuerza” y que nadie más sabe muy bien en qué consiste. El Consejo Jedi
elige a sus miembros –a los que controlan la Orden, vaya- en función de su
sabiduría y su poder en la Fuerza: vamos, que, para cualquiera que lo vea desde
fuera, los elige a dedo.
Visto
desde esta perspectiva, se entiende mejor que la Galaxia aprobase la formación
del Imperio (sumándose a otros factores como la corrupción de la República,
etc). En el momento en que Mace Windu intenta arrestar a Palpatine, lo cierto
es que éste tiene toda la razón al responder que él es el Senado y,
democráticamente, tiene más autoridad que Windu. Es normal que los ciudadanos
le apoyasen y no podían saber que ese apoyo derivaría en un régimen mucho más
autoritario que reprimiría al resto de especies galácticas y cualquier
pensamiento contrario.
Volviendo
al debate inicial, aunque no existe comunismo como tal en la Galaxia, sí
podemos encontrar algunos movimientos semejantes, y que muestran muchas
diferencias respecto al Imperio. El ejemplo más claro sería Saw Gerrera, cuyo
nombre, de hecho, está pensado para
provocar reminiscencias al Che Guevara.
Gerrera
es presentado en las Guerras Clon como el líder de un grupo de rebeldes que se
oponen al entonces rey de Onderon, usurpador gracias al apoyo de los
separatistas, y pretenden devolver al poder al anterior rey (¿veis cómo no son
muy comunistas que digamos?). Para ello usan el fundamento de la guerra de
guerrillas y tal, y obtendrán apoyo de la República.
El
personaje es recuperado a raíz de la película Rogue One, donde se nos muestra
como, 20 años más tarde, encabeza a los Partisanos, un grupo de rebeldes
radicales que lucha contra el Imperio recurriendo al terrorismo. El nombre de
los Partisanos es todavía más explícito que el de Gerrera, claro; y más tarde,
en medios como la serie de TV Star Wars Rebels, se profundiza en cómo Gerrera
se separa de Mon Mothma y el resto de la Alianza Rebelde por no compartir
medios ni estrategias.
Esto
es, el comunismo representado por Saw Gerrera, es una especie de bloque
soviético, desde la perspectiva liberal de la Alianza Rebelde: luchan contra el
fascismo, sí, y son un mal menor frente al fascismo, pero también son unos
cabrones que no respetan los derechos humanos. Probablemente es una visión que
no se ajusta mucho a la realidad, pero sí a la ideología liberal, que es lo que
comentaba al principio del artículo. En Rebels, Ezra y Sabine colaboran con
Gerrera, y posteriormente, con Gerrera ya muerto, Luke, Leia y Han también
llegaron a necesitar la ayuda de los Partisanos para combatir al Imperio: en
definitiva, que, en lo que a la lucha contra el fascismo se refiere, el
comunismo fue un mal necesario. Y, si bien esta situación nos remite a un
paralelismo claro con la II Guerra Mundial, no parece haber una Guerra Fría en
Star Wars. De hecho, precisamente se le llama “Guerra Fría” al conflicto entre
Resistencia y Primera Orden, que es nuevamente liberalismo vs. fascismo.
Motivada
por lo que los nazis llaman, en sus delirios, la agenda del marxismo cultural,
la saga de Star Wars ha continuado flexibilizando su mensaje estos últimos
años. Así, podemos ver cada vez más coqueteos con el feminismo, la multiculturalidad;
críticas a los vendedores de armas que se lucran con la guerra, incluso en
ocasiones vendiendo armas tanto a un bando como a otro (ey, como el abuelo de
Bush en la II Guerra Mundial), defensa de los derechos de las minorías en
personajes como L3-37, ni que decir de la revuelta en las minas de Kessel; o
incluso guiños al veganismo, como Chewbacca viéndose incapaz de seguir comiendo
porgs.
Eso
sí; como decía, los nazis deliran si creen que el mensaje que transmite Star
Wars en la actualidad tiene más que ver con el marxismo que con un liberalismo
algo más socialdemócrata que antes. Es positivo, sin embargo, que la visión de
quienes consumen productos culturales haya cambiado entrando en el siglo XXI y
ya no se vea con tan buenos ojos el seguir haciendo películas que se mean sobre
el test de Bechdel: en las seis primeras películas, si excluyéramos un solo
personaje femenino de ellas (Leia en el caso de la trilogía original y Padmé en
el caso de las precuelas), el reparto queda prácticamente despoblado de
mujeres, no hay más personajes secundarios femeninos que aparezcan más de unos
segundos en pantalla. Si bien la mayor parte de carga ideológica sigue sin
cambiar, es interesante preguntarnos qué nos deparará el futuro de la saga.
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