miércoles, 24 de julio de 2019

El mensaje ideológico de Star Wars


Se me ocurre escribir este artículo al leer un poco a Luis Miguel Ariza, divulgador científico y crítico de ciencia-ficción, sobre este tema. La verdad es que el trabajo de Ariza parece interesante, pero tengo que discrepar mucho al haber leído que el Imperio refleja a la Unión Soviética, y creo que el tema da más de sí y se puede hablar en general de toda la ideología política que empapa Star Wars. Creo que la saga tiene un mensaje liberal, y por tanto anticomunista, pero mayormente antifascista. Veamos por qué.

Lo lógico es empezar por el principio: la trilogía original y la dualidad que establece entre la Alianza Rebelde (presentados como los buenos) y el Imperio (presentados como los malos).

La Alianza Rebelde es básicamente lo más liberal que puede haber, y se refleja bien en algunos de sus personajes. Luke Skywalker es un humilde granjero. Han Solo es un contrabandista, un canalla: es, de hecho, la viva expresión del capitalismo. Leia, por otro lado, es una princesa, que lucha contra la tiranía del Imperio. Esto refleja una característica muy curiosa del liberalismo moderno: la idea de que las monarquías también son democráticas, y que monarquías parlamentarias como España o el Reino Unido son perfectos ejemplos de democracia.


El Imperio, y aquí es donde tengo que contradecir a Ariza, creo que representa el fascismo… a pesar de haber sido estrenada la trilogía original de Star Wars en el contexto político de la Guerra Fría, ojo, que debido a eso sería normal pensar que se centra en la propaganda anticomunista.

Primero, hay que considerar el fuerte carácter de supremacismo racista del Imperio. Es cierto que en la Galaxia la especie humana es la más numerosa, influyente y poderosa; otras especies tienden a concentrarse mayormente en ambientes marginales y a menudo criminales, como la cantina de Mos Esley, el palacio de Jabba el Hutt o las carreras de vainas en Tatooine. Sin embargo, eso no evita que se pueda ver unos cuantos miembros de otras especies en cargos importantes de la República, el Consejo Jedi, la Alianza Rebelde, la Resistencia y un largo etcétera. Es obvio que en el Imperio esto no ocurre así por un fuerte carácter racista y la inmensa mayoría de los altos cargos e incluso de los soldados de a pie son humanos, existiendo muy contadas excepciones (como el Gran Almirante Thrawn o los Inquisidores).

La estética imperial tampoco disimula el paralelismo con el nazismo, llegando a verse estandartes idénticos a los nazis: alargados, con fondo rojo, con un círculo en el medio en el que es el símbolo del imperio y no una esvástica el que se dibuja en negro sobre blanco.


Puede que el Imperio sea aprovechado para mostrar la solución liberal como contrapartida positiva al supuesto totalitarismo de la URSS, pero no parece tener realmente una inspiración en el sistema soviético, sino en el fascista. De hecho, se podría decir que el comunismo también sale representado en Star Wars, pero de forma muy distinta… e incluso también que el capitalismo salvaje también es criticado. Vamos a profundizar un poco más.

Las precuelas comenzaron a aportar mayor profundidad política a Star Wars. Así, aunque los Jedi siguen siendo “los buenos”, se puede ver claramente que en las Guerras Clon pierden el rumbo y cometen numerosos errores, políticos y éticos.

La República está gobernada por un Senado Galáctico, que funciona básicamente de esta forma: hay un Canciller Supremo y un Vicecanciller, elegidos democráticamente por los 1042 senadores. Mayormente, cada senador representa a un planeta, aunque hay algunas excepciones  que nos dejan claro el carácter capitalista de la República: por ejemplo, empresarios importantes como los miembros de la Federación de Comercio también tienen representación en el Senado. Además, también pueden participar en el Senado los llamados representantes junior, que, si se lo permite un senador, pueden representar a un partido político, una minoría étnica, etc. (por ejemplo, Jar-Jar Binks representaría a los gungan gracias a la senadora Padmé Amidala)

Cada senador tiene un voto en la cámara. No se aclara exactamente qué determina que pueda haber senadores de la Federación de Comercio, por ejemplo; pero sí se sabe que el gobierno de cada planeta elige a un representante de dicho planeta como senador. Si bien la cámara del Senado es democrática, el gobierno de cada planeta no tiene por qué serlo: así, en algunos planetas el senador puede ser elegido democráticamente, mientras que en muchos otros gobierna una monarquía y por tanto es un miembro de esa monarquía el que se presenta como senador: la propia Padmé Amidala o Leia son buenos ejemplos de esto.

El Senado sólo se ocupa de asuntos importantes, y sobre todo, que afecten a varios planetas a la vez, usando para ello dos cuerpos policiales distintos, que en ocasiones, pueden colaborar: el Departamento Judicial y la Orden Jedi. Por lo demás, el gobierno de cada planeta tiene bastante libertad para tomar decisiones sobre la gente a la que gobierna, tener su propio cuerpo de policía, etc. El Senado tiene sus propios guardias, un cuerpo de élite vestido de azul, aunque estos guardias comparten juridisción con la policía de Coruscant (al ser Coruscant el planeta en el que se encuentra físicamente el Senado) y, en ocasiones, con la Orden Jedi. Ésta, por cierto, implica ciertos problemas democráticos, diría yo.


Esto queda más patente en las Guerras Clon, cuando la Orden Jedi toma el control del nuevo ejército de la República. Esto es, si bien el Senado se rige por un sistema democrático, las labores de Defensa recaen en una orden teocrática de monjes guerreros que no son elegidos democráticamente, sino por algo que ellos denominan “la Fuerza” y que nadie más sabe muy bien en qué consiste. El Consejo Jedi elige a sus miembros –a los que controlan la Orden, vaya- en función de su sabiduría y su poder en la Fuerza: vamos, que, para cualquiera que lo vea desde fuera, los elige a dedo.

Visto desde esta perspectiva, se entiende mejor que la Galaxia aprobase la formación del Imperio (sumándose a otros factores como la corrupción de la República, etc). En el momento en que Mace Windu intenta arrestar a Palpatine, lo cierto es que éste tiene toda la razón al responder que él es el Senado y, democráticamente, tiene más autoridad que Windu. Es normal que los ciudadanos le apoyasen y no podían saber que ese apoyo derivaría en un régimen mucho más autoritario que reprimiría al resto de especies galácticas y cualquier pensamiento contrario.

Volviendo al debate inicial, aunque no existe comunismo como tal en la Galaxia, sí podemos encontrar algunos movimientos semejantes, y que muestran muchas diferencias respecto al Imperio. El ejemplo más claro sería Saw Gerrera, cuyo nombre, de  hecho, está pensado para provocar reminiscencias al Che Guevara.

Gerrera es presentado en las Guerras Clon como el líder de un grupo de rebeldes que se oponen al entonces rey de Onderon, usurpador gracias al apoyo de los separatistas, y pretenden devolver al poder al anterior rey (¿veis cómo no son muy comunistas que digamos?). Para ello usan el fundamento de la guerra de guerrillas y tal, y obtendrán apoyo de la República.

El personaje es recuperado a raíz de la película Rogue One, donde se nos muestra como, 20 años más tarde, encabeza a los Partisanos, un grupo de rebeldes radicales que lucha contra el Imperio recurriendo al terrorismo. El nombre de los Partisanos es todavía más explícito que el de Gerrera, claro; y más tarde, en medios como la serie de TV Star Wars Rebels, se profundiza en cómo Gerrera se separa de Mon Mothma y el resto de la Alianza Rebelde por no compartir medios ni estrategias.


Esto es, el comunismo representado por Saw Gerrera, es una especie de bloque soviético, desde la perspectiva liberal de la Alianza Rebelde: luchan contra el fascismo, sí, y son un mal menor frente al fascismo, pero también son unos cabrones que no respetan los derechos humanos. Probablemente es una visión que no se ajusta mucho a la realidad, pero sí a la ideología liberal, que es lo que comentaba al principio del artículo. En Rebels, Ezra y Sabine colaboran con Gerrera, y posteriormente, con Gerrera ya muerto, Luke, Leia y Han también llegaron a necesitar la ayuda de los Partisanos para combatir al Imperio: en definitiva, que, en lo que a la lucha contra el fascismo se refiere, el comunismo fue un mal necesario. Y, si bien esta situación nos remite a un paralelismo claro con la II Guerra Mundial, no parece haber una Guerra Fría en Star Wars. De hecho, precisamente se le llama “Guerra Fría” al conflicto entre Resistencia y Primera Orden, que es nuevamente liberalismo vs. fascismo.

Motivada por lo que los nazis llaman, en sus delirios, la agenda del marxismo cultural, la saga de Star Wars ha continuado flexibilizando su mensaje estos últimos años. Así, podemos ver cada vez más coqueteos con el feminismo, la multiculturalidad; críticas a los vendedores de armas que se lucran con la guerra, incluso en ocasiones vendiendo armas tanto a un bando como a otro (ey, como el abuelo de Bush en la II Guerra Mundial), defensa de los derechos de las minorías en personajes como L3-37, ni que decir de la revuelta en las minas de Kessel; o incluso guiños al veganismo, como Chewbacca viéndose incapaz de seguir comiendo porgs.

Eso sí; como decía, los nazis deliran si creen que el mensaje que transmite Star Wars en la actualidad tiene más que ver con el marxismo que con un liberalismo algo más socialdemócrata que antes. Es positivo, sin embargo, que la visión de quienes consumen productos culturales haya cambiado entrando en el siglo XXI y ya no se vea con tan buenos ojos el seguir haciendo películas que se mean sobre el test de Bechdel: en las seis primeras películas, si excluyéramos un solo personaje femenino de ellas (Leia en el caso de la trilogía original y Padmé en el caso de las precuelas), el reparto queda prácticamente despoblado de mujeres, no hay más personajes secundarios femeninos que aparezcan más de unos segundos en pantalla. Si bien la mayor parte de carga ideológica sigue sin cambiar, es interesante preguntarnos qué nos deparará el futuro de la saga.


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