miércoles, 23 de diciembre de 2020

Mis 10 películas favoritas de los 50

 10- Cuentos de Tokio (1953)

Quizá una película adelantada a su tiempo, dado cómo han aumentado tanto la esperanza de vida como el individualismo desde 1953; casi sirve mejor para definir nuestro tiempo que el tiempo en el que se rodó, y es brillante. Desde el costumbrismo y unos personajes que, sin excesos, cumplen perfectamente su papel y muestran una profundidad y un realismo notables, la película narra con gran acierto la soledad que sienten los ancianos. No hay maniqueísmos, no se trata de una familia de hijos despiadados que buscan abandonar a sus mayores a la suerte: nada de eso, es algo mucho más elaborado y creíble, más cercano a la realidad. Muy recomendable.


9- La strada (1954)

“Todo en esta vida tiene un propósito, incluso esta piedra […] Porque si esta piedra no tiene sentido, entonces nada lo tiene. Al menos, así pienso yo”. Palabras de consuelo ante el dolor de la existencia. La strada es el camino de Gelsomina (perfectamente interpretada por Giuletta Masina) para encontrar ese propósito, habiendo tenido siempre una existencia miserable, condenada a la pobreza y a la falta de afecto. Y no es un camino fácil ni moralista: al contrario, la película nos enseña –entre otras cosas- cómo, por desgracia, se pueden crear lazos de afecto hacia un maltratador. Es una película dura, pero merece la pena verla.

8- Fresas salvajes (1957)

El miedo a la muerte es un tema recurrente en Bergman y, a modo de lo que quizá pueda ser considerada una catarsis, le ha servido para crear obras maestras como ésta. Y es que no es sólo el miedo a la muerte, sino todo lo que rodea a este miedo: la pérdida de la familia, el debate sobre la existencia de Dios, el ánimo de trascender y dejar un legado, el deseo de dar marcha atrás en el tiempo para volver a aquellas fresas salvajes de la infancia. El conseguir juntar todas estas vertientes y perspectivas del mismo tema en una sola película de manera fluida, sin que parezca en ningún momento artificial, es un mérito al alcance de pocos.


7- Doce hombres sin piedad (1957)

La cámara apenas se va a mover de un par de habitaciones en toda la película: ni falta que hace. Los miembros del jurado son los protagonistas de una película en la que sólo uno de ellos (magníficamente interpretado por Henry Fonda) se hace esta pregunta inicial: ¿y si nos estamos precipitando y este joven aparentemente culpable al que estamos a punto de condenar es inocente? (como se ve con esta premisa, “12 hombres sin piedad” no es una buena forma de traducir “12 angry men”, porque de hecho, uno tiene piedad desde el principio) Esta versión de la obra original de Reginald Rose sigue siendo la más popular, por motivos comprensibles, dado lo bien hecha que está. La manera en la que, a veces por distintos motivos y siguiendo distintos razonamientos, los miembros del jurado van admitiendo la posibilidad de que la duda inicial tenga sentido se refleja de una forma tan cuidada, elaborada y realista que esta película literalmente sigue sirviendo como un entretenido ejercicio para estudiantes de psicología. Pero, desde luego, no hace falta ser estudiante de psicología para disfrutarla.


6- El salario del miedo (1953)

Si hay una película que muestre bien la situación de obreros jugándose la vida a cambio de una cantidad en muchos aspectos ridícula de dinero, es ésta. Cuatro trabajadores, divididos en dos parejas, tienen que llevar dos camiones cargados de nitroglicerina por carreteras en un estado tan precario que, al menor desliz, estallaría. Esta premisa abarca toda la película, así que es relativamente sencilla, sin complicaciones. Eso no significa que en ningún momento llegue a aburrir o flojear: la tensión en distintos tramos de la carretera, la relación entre los cuatro protagonistas, todo lo que pasa está perfectamente equilibrado, manteniendo un suspense realmente meritorio. Como punto negativo, todos los personajes fuera del cuarteto protagonista son bastante planos y poco creíbles en algunos momentos –especialmente, el personaje femenino me parece muy mal escrito; curioso, considerando que dos años después, en Las diabólicas, Clouzot demostraría que es perfectamente capaz de desarrollar muy buenos personajes femeninos-. Dado el poco protagonismo que tienen, sin embargo, este defecto no quita muchos puntos al total de la película, realmente recomendable.


5- El séptimo sello (1957)

La que probablemente sea la obra maestra de Ingmar Bergman no podía tratar sino del tema que más obsesionaba a este director: el miedo a la muerte. Como escenario para tratar esto, escoge la Europa medieval, en plena época de la peste negra, y los sistemas de creencias e iconografía que corresponden a este período: la religión cristiana, las pinturas medievales, la representación antropomórfica de la Muerte con una guadaña y un reloj de arena (magníficamente interpretada por Bengt Ekerot)… además de mostrar a personajes representativos de los distintos estamentos sociales de ese contexto. Es decir, es una película muy completa. Creo que lo siguiente que conviene destacar es la maravillosa fotografía que nos ha dejado imágenes grabadas a fuego en la cultura popular, como el inicio de la partida de ajedrez entre la Muerte y el caballero Antonius Block (para mí, el otro gran papel de esta película, interpretado en este caso por Max von Sydow) o la danza final de siluetas que se recortan contra el cielo. Sin embargo, para mí, el punto realmente fuerte y lo que hace tan grande esta película son los diálogos: unos diálogos demoledores, especialmente los que se van dando a lo largo de toda la película entre la Muerte y Block, claro. El momento del confesionario o de la quema de una bruja… sencillamente, estremecen. La duda que me queda es, si mediante la catarsis y el reconocimiento de personajes que sufren por ello, esta película puede servir como una especie de antídoto al miedo a la muerte… o sólo se regodea en él. Sea cual sea la respuesta, es una obra maestra.


4- La sal de la tierra (1954)

Esta película no es sólo revolucionaria para la época en la que se estrenó; es revolucionaria para la actualidad. Al fin y al cabo, es de eso de lo que trata: de revolución, es decir, de subvertir el sistema establecido para tratar de resolver las injusticias por las que una parte de la población está condenada a la miseria. Pero eso no es tan fácil. Las propias personas oprimidas no pueden ponerse de acuerdo: los mexicanos y los blancos por un lado, los hombres y las mujeres por otro, se enfrentan entre sí por sus prioridades. Las opciones son claras: pueden seguir peleándose entre ellos por las migajas que les dan los patrones, o pueden unirse para adquirir suficiente fuerza para exigir a los patrones que se cumplan los derechos de todos ellos. Un fenómeno que ocurre muy a menudo, por desgracia. Bueno, es que de hecho está basada en hechos reales y algunos personajes básicamente se interpretan a sí mismos. Esta película, como es lógico, no fue muy bien recibida en los Estados Unidos de la caza de brujas anticomunista: el director Herbert J. Biberman fue encarcelado; buena parte del elenco no llegó a pisar la cárcel pero sí fueron incluidos en la infame lista negra de Hollywood. Y de este elenco, especial atención a Rosaura Revueltas, porque su papel como Esperanza Quintero es brillante; se me quedó grabada la frase “no quiero a nadie debajo de mí, ya estoy bastante abajo”.


3- La condición humana II: El camino a la Eternidad (1959)

Esta segunda parte de la trilogía (o tercera y cuarta de una historia de seis, como se quiera ver) mejora bastante la primera. La tercera parte muestra cómo los esfuerzos de Kaji por no ir a la guerra son en balde, y debe entrenar y formarse militarmente; la cuarta, muestra la guerra en sí. Esta estructura no sorprenderá a nadie que conozca la más célebre La chaqueta metálica, que bebe mucho de esta película (por ser benévolo y no decir que la plagia en cierta medida, vaya). El protagonista continúa con su evolución, haciendo un salto muy bien reflejado del humanismo al comunismo más abiertamente. Desde los reclutas más veteranos haciendo la vida imposible a los más novatos hasta el horror de la guerra, todo está bien reflejado. Si hubiera que sacarle alguna pega a esta película, diría que algunos de los personajes secundarios y extras no actúan nada bien, llegando incluso a sacarte un poco de la historia.


2- Los siete samuráis (1954)

Un clásico que ha sido homenajeado cientos de veces: ya sea en su concepto original con samuráis, en el western o en Star Wars (hasta dos veces, de hecho: en un episodio de The Clone Wars y en otro de The Mandalorian). En mi opinión, la original sigue cumpliendo tan bien que sobran un buen número de estos homenajes. Un pueblo a merced de la crueldad de unos bandidos, siete guerreros que tienen que entrenarles contrarreloj y ayudarles a combatirlos: cada uno con su propia personalidad y sus propias motivaciones para hacerlo (bueno, siendo justos, y por sacarle una pega, es cierto que no todos los siete están igual de bien definidos). En esta versión, los enfrentamientos son realistas: nada de las fantasmadas que empezarían a caracterizar a las películas de acción en los años posteriores, y eso se agradece mucho. Por último, destacar que la dirección de Akira Kurosawa es buenísima –como es habitual- y la actuación de Toshirô Mifune también –como también es habitual… de hecho, a menudo estas dos cosas van de la mano-.


1- Bienvenido, mister Marshall (1953)

Quizá la muestra más recordada del surrealismo de Berlanga, me deja, eso sí, con una duda: ¿será igualmente interesante esta película para quien no se haya familiarizado con la idiosincrasia española? A mí, como a mucha gente, me parece una obra maestra, pero quizá buena parte de esa valoración viene de la fina sátira ejercida sobre los estereotipos y la cultura española; o a los estereotipos y la cultura estadounidenses tal y como a su vez son percibidos desde el punto de vista español. En cualquier caso, hecha esta reflexión, subrayar lo que ya he dicho, que para mí sí es una obra maestra, así que muy recomendable. También, aunque es otra de las cosas que se han comentado miles de veces sobre esta película, me parece interesante remarcar que es una especie de milagro que pudiera pasar el filtro de la censura franquista. La carga política que tiene y la irreverencia que muestra hacia las figuras del poder no está precisamente disimulada, y se agradece mucho.

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