miércoles, 30 de noviembre de 2022
domingo, 27 de noviembre de 2022
Sancta Terra
miércoles, 23 de noviembre de 2022
Anhedonia, posible utilidad de un concepto
Reciclando un pequeño artículo que escribí hace tiempo para el blog de un colega y que juraría que no se llegó a publicar.
En ese sentido, el uso de determinados conceptos, el lenguaje que usamos para describir el bienestar o el sufrimiento psicológico, pueden tener una influencia importante. No puedo dejar de relacionar esto con la misma existencia de trastornos, síndromes; de categorías para clasificar el sufrimiento psicológico de una persona. Después de todo, las enfermedades biológicas son demostrables, son objetivas: puedes tener un virus en tu organismo que te provoca ciertos síntomas, o puedes no tenerlo. Los trastornos mentales, en cambio, son categorías subjetivas creadas por profesionales con la esperanza de que, al dar nombre a un conjunto de síntomas, sea más fácil lidiar con ellos.
Ni qué decir tiene que esto, a menudo, es así: el lenguaje que crea una etiqueta donde antes no la había puede ayudar a una persona a aliviar su sufrimiento. También, por desgracia, en ocasiones ocurre lo contrario: hay casos de gente que acudió a una consulta de psicología con una sintomatología leve y, tras recibir el diagnóstico, tras recibir una etiqueta que moldea la forma en que percibe esos síntomas, empeoró su condición.
Con esta introducción quería aprovechar para resaltar la importancia del lenguaje y los conceptos que usamos a la vez que llamar la atención acerca de que, a veces, también se cometen errores en la consulta, y pueden ser graves. El concepto del que quería hablar en este artículo, por tanto, lo saco a la luz con la esperanza de que ayude a aliviar el sufrimiento de la gente, y no al contrario: el concepto de anhedonia.
La anhedonia, como indica su propio nombre, es la incapacidad para sentir placer. No es un término muy usado en el habla cotidiana (de hecho, mientras escribo este artículo en el Word me aparece la palabra en rojo, dejando claro que no está en el diccionario, al menos en el de esta versión). Es un poco más usado en el ámbito psicológico, aunque creo que incluso en éste ámbito no se usa tanto como se podría.
domingo, 20 de noviembre de 2022
Las uvas de la ira: Eso es algo que podemos cambiar
Un par de fragmentos de distintos momentos de Las uvas de la ira que creo que dejan claro por qué es una novela tan buena.
–La levanté con mis propias manos. Enderecé clavos viejos para colocar el revestimiento. Los pares del tejado están atados a los travesaños con alambre de embalar. Es mía. Yo la construí. Atrévete a chocar contra ella, yo estaré en la ventana con el rifle. Que se te ocurra siquiera acercarte de más y te dejo seco como a un conejo.
–No soy yo. Yo no puedo hacer nada. Pierdo el empleo si no sigo órdenes. Y, mire, suponga que me mata, simplemente a usted lo cuelgan, pero mucho antes de que le cuelguen habrá otro tipo en el tractor y él echará la casa abajo. Comete usted un error si me mata a mí.
–Eso es verdad –dijo el arrendatario–. ¿Quién te ha dado las órdenes? Iré a por él. Es a ése a quien debo matar.
–Se equivoca. El banco le dio a él la orden. El banco le dijo: o quitas de en medio a esa gente o te quedas sin empleo.
–Bueno, en el banco hay un presidente, están los que componen la junta directiva. Cargaré el peine del rifle e iré al banco.
miércoles, 16 de noviembre de 2022
domingo, 13 de noviembre de 2022
Teoría Illuminati de la Historia
Lo que viene a continuación es el Apéndice Gimmel, uno de los apéndices de la Trilogía Illuminatus!, de Robert Anton Wilson y Robert Shea. Me parece una joyita prodigiosa en la que, con mucho acierto y mucho sentido del humor, se forma un batiburrillo entre realidad y ficción en el que, como sucede a menudo en la obra de RAW, resulta difícil saber qué parte es cada cuál y hasta qué punto lo está diciendo en serio, es una broma o ambas cosas a la vez. Lo que supuestamente trata de aclarar este apéndice es cómo consideran los Illuminati que funciona la Historia. Ah, y por lo que sea, se da la curiosa coincidencia de que yo soy Virgo.
Teóricamente, la era
de la Burocracia puede extenderse hasta que se deba hacer economía de papel,
pero en la práctica, nunca dura más de 73 permutaciones. - WEISHAUPT, Konigen,
Kirchen and Dummheit.
En un pasaje bastante conocido del Necronomicon, Abdul Alhazred escribe: “Ellos reinaron una vez donde el hombre reina ahora; y donde el hombre reina ahora, Ellos volverán a reinar. Luego del verano viene el invierno, y luego del invierno viene el verano”. Weishaupt, que poseía solamente la edición de 1472 de Lyons de la traducción de Olaus Wormius, con sus muchos errores de impresión, encontró ese texto transformado en “Ellos reinaron una vez donde el hombre reina ahora, el verano; y donde el hombre reina ahora, luego del verano viene el invierno. Ellos volverán a reinar luego del invierno”. Totalmente confundido, le escribió a su buen amigo el cabalista Kolmer, en Bagdad, pidiéndole una explicación. Kolmer, a su vez, despachó una carta para él respondiéndole a una pregunta previa. La carta llegó mientras Weishaupt estaba experimentando con una nueva variedad de Alamut Negro, y no se hallaba en condiciones de advertir que era la respuesta a una pregunta anterior; en cambio, estaba dispuesto a recibir la iluminación en las palabras: “Con respecto a tu espinosa consulta: descubrí que, en muchos casos, el cornezuelo de centeno es el mejor remedio. Si aquello fallara, solamente puedo sugerir el sendero de Don Juan”.
Weishaupt supuso que Kolmer quería decir que el pasaje se haría claro si lo leía bajo la influencia del cornezuelo de centeno. Bajó rápidamente a su laboratorio y bebió un trago de una vasija; luego, por añadidura, masticó unos cuantos botones de peyote (por un malentendido creyó que el Don Juan aludido era el brujo yaqui del siglo veinte cuya mente había estado percibiendo a través del Morgenheutegesternwelt. El peyote era el gran “maestro” de Don Juan, y Weishaupt había hecho importar un poco desde México con muchos problemas y gastos). En este punto, debemos aclarar que la pregunta que Kolmer estaba respondiendo resultó ser personal y no filosófica. Weishaupt le había pedido consejo sobre un problema que lo estaba acuciando ese mes: el hecho era que su cuñada estaba embarazada y la evidencia circunstancial lo señalaba a él como el padre. No sabía cómo iba a explicárselo a Eva. Lo que Kolmer intentaba decir era que Adam debía darle cornezuelo de centeno a su amante, ya que se lo consideraba un abortivo efectivo; la alternativa se refería al sendero de un Don Juan anterior, y significaba esfumarse por completo de la escena. De cualquier manera, el sabio drogado de Ingolstadt comprendió todo mal, así que volvió a las páginas del Necronomicón harto de hachís y peyote, y bajo una cualidad sustancial del cornezuelo de centeno, que por la influencia de las otras drogas y de sus propios jugos gástricos había mutado en ergotina, una prima química cercana del LSD. El resultado fue que las palabras parecieron saltar hacia él desde el libro, gritando significativamente:
ELLOS REINARON UNA VEZ DONDE EL HOMBRE REINA AHORA EL VERANO Y DONDE EL HOMBRE REINA AHORA LUEGO DEL VERANO VIENE EL INVIERNO ELLOS VOLVERÁN A REINAR LUEGO DEL INVIERNO