miércoles, 23 de noviembre de 2022

Anhedonia, posible utilidad de un concepto

Reciclando un pequeño artículo que escribí hace tiempo para el blog de un colega y que juraría que no se llegó a publicar.



Decía Wittgenstein que el lenguaje limita la realidad. Esta afirmación quizá sea especialmente cierta en el campo de la psicología, donde el sufrimiento de una persona, por ejemplo, si no es observable, sólo se puede conocer mediante el lenguaje.

En ese sentido, el uso de determinados conceptos, el lenguaje que usamos para describir el bienestar o el sufrimiento psicológico, pueden tener una influencia importante. No puedo dejar de relacionar esto con la misma existencia de trastornos, síndromes; de categorías para clasificar el sufrimiento psicológico de una persona. Después de todo, las enfermedades biológicas son demostrables, son objetivas: puedes tener un virus en tu organismo que te provoca ciertos síntomas, o puedes no tenerlo. Los trastornos mentales, en cambio, son categorías subjetivas creadas por profesionales con la esperanza de que, al dar nombre a un conjunto de síntomas, sea más fácil lidiar con ellos.

Ni qué decir tiene que esto, a menudo, es así: el lenguaje que crea una etiqueta donde antes no la había puede ayudar a una persona a aliviar su sufrimiento. También, por desgracia, en ocasiones ocurre lo contrario: hay casos de gente que acudió a una consulta de psicología con una sintomatología leve y, tras recibir el diagnóstico, tras recibir una etiqueta que moldea la forma en que percibe esos síntomas, empeoró su condición.

Con esta introducción quería aprovechar para resaltar la importancia del lenguaje y los conceptos que usamos a la vez que llamar la atención acerca de que, a veces, también se cometen errores en la consulta, y pueden ser graves. El concepto del que quería hablar en este artículo, por tanto, lo saco a la luz con la esperanza de que ayude a aliviar el sufrimiento de la gente, y no al contrario: el concepto de anhedonia.

La anhedonia, como indica su propio nombre, es la incapacidad para sentir placer. No es un término muy usado en el habla cotidiana (de hecho, mientras escribo este artículo en el Word me aparece la palabra en rojo, dejando claro que no está en el diccionario, al menos en el de esta versión). Es un poco más usado en el ámbito psicológico, aunque creo que incluso en éste ámbito no se usa tanto como se podría.

Es un concepto sencillo, entonces. Se entiende fácilmente, y sin embargo, se usa poco. ¿Por qué? La anhedonia es un síntoma que puede presentarse en algunos trastornos del tipo esquizoide, en síndromes de abstinencia, en trastornos del espectro autista y en depresión y otros trastornos relacionados con la depresión.

Quizá, de hecho, sea en este último contexto en el que más destaca su utilidad, por ser tal vez el síntoma más característico de la depresión: la incapacidad para sentir placer, entendiendo “placer” también como cualquiera de sus variantes o emociones asociadas a él (felicidad, satisfacción…).

Es más: encuentro probable que, preguntando entre la población general, a la hora de tratar de describir lo que es una depresión, el primer término al que se recurra sea “tristeza” o algún sinónimo. Yo creo que “anhedonia” es bastante más aproximado y traslada una idea bastante más precisa de lo que es la depresión, lo que a su vez puede servir para detectarla con mayor facilidad, ya sea en uno mismo o en el entorno. Por decirlo más claramente: veo plausible que la difusión de términos como “anhedonia” facilite a la población general el reconocimiento de síntomas alarmantes y esto lleve a que se demoren menos en pedir algún tipo de ayuda.

El propio concepto también ayuda a entender la falta de motivación y de esperanza en la recuperación, un engaño encerrado en esa sensación. Después de todo, una persona puede sentir placer tanto rememorando cosas del pasado como anticipando cosas del futuro. Sin embargo, estando presente la anhedonia, no se siente ese placer al anticipar el futuro: por tanto, la idea de que ese síntoma desaparezca resulta difícil de acariciar. Es una sensación complicada de explicar, pero, al no poder sentir placer por la idea de algo que ocurra en el futuro, se pierde buena parte de la capacidad para anhelar dicha cosa.

En resumen, tal y como yo lo veo, este concepto ofrece ventajas respecto a otros, define muy claramente uno de los síntomas más característicos de la depresión –sin quitar que pueda aparecer en otros trastornos, por supuesto-, así como también parece acercarse a mostrar sus posibles consecuencias. Me parece, insisto, un concepto útil para lo poco que se usa: así que lo dejo caer. Como idea.

1 comentario:

  1. "Reflexive impotence amounts to an unstated worldview amongst the British young, and it has its correlate in widespread pathologies. Many of the teenagers I worked with had mental health problems or learning difficulties. Depression is endemic. It is the condition most dealt with by the National Health Service, and is afflicting people at increasingly younger ages. The number of students who have some variant of dyslexia is astonishing. It is not an exaggeration to say that being a teenager in late capitalist Britain is now close to being reclassified as a sickness. This pathologization already forecloses any possibility of politicization. By privatizing these problems – treating them as if they were caused only by chemical imbalances in the individual’s neurology and/ or by their family background – any question of social systemic causation is ruled out.

    Many of the teenage students I encountered seemed to be in a state of what I would call depressive hedonia. Depression is usually characterized as a state of anhedonia, but the condition I’m referring to is constituted not by an inability to get pleasure so much as it is by an inability to do anything else except pursue pleasure. There is a sense that ‘something is missing’ – but no appreciation that this mysterious, missing enjoyment can only be accessed beyond the pleasure principle. In large part this is a consequence of students’ ambiguous structural position, stranded between their old role as subjects of disciplinary institutions and their new status as consumers of services. In his crucial essay ‘Postscript on Societies of Control’, Deleuze distinguishes between the disciplinary societies described by Foucault, which were organized around the enclosed spaces of the factory, the school and the prison, and the new control societies, in which all institutions are embedded in a dispersed corporation."

    Solo hago esta mención porque siempre me ha parecido muy interesante esa distinción, a la que se hace referencia en el texto, entre anhedoina y el termino introducido por Fisher de "hedonia depresiva". Creo además que es muchísimo mas común encontrarte con gente dentro de esa segunda categoría. De hecho últimamente esta muy en boga en redes el "ayuno de dopamina", y creo que eso es de alguna manera un signo (no se si positivo o negativo) de que la gente esta empezando a darse cuenta de la rueda de hámster en la que esta metida y adscribirse a este "estoicismo" (ademas literal) es una de las salidas que se intentan.

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