miércoles, 12 de agosto de 2015

Historias de la Galaxia IX: Contemporáneo

Y con esto acaba esta serie de relatos: nueve composiciones con un estilo literario totalmente distinto hasta alcanzar el presente.

Dos soldados compartían un cigarrillo, cuyo humo apenas tenía tiempo de formar unas pocas volutas antes de ser succionado por el sistema de renovación de aire de la nave. Uno de ellos, cuyo sueldo tras varios años por fin le había alcanzado para comprar un implante cerebral que le permitiera conectarse a internet en todo momento, jugaba de mientras a un sencillo videojuego. Unos cuantos meses de práctica le habían servido para poder jugar sin que la gente de su alrededor se enterase, y su atención no se veía demasiado mermada.

—Entonces va siendo hora de soltar a éste, ¿no?—dijo el otro.
—¿Hmm? ¿Cómo dices?
—Que si entramos en combate habrá que soltar a éste.

“rodean dos miran yo y sigo aquí atrapado atrapado atrapado no salir no puedo salir me miran qué miran qué miran sigo atrapado atrapado esperando”

Los dos contemplaron la extraña criatura que se erguía en el contenedor de plástico. Su aspecto monstruoso realmente impresionaba. Era lo último en ingeniería genética; 568 cromosomas, sin información basura. Los soldados aún seguían preguntándose para qué servirían tantos.

—Parece peligroso, desde luego.
—Bien, pues a ver si es verd… coño, nos llaman.

Los dos pulsaron un botón de un dispositivo colocado en su muñeca; la voz de su superior sonó al instante.

—Muchachos, será mejor que pongáis las noticias.

“siguen ahí ellos siguen ahí y yo aquí pero saldré saldré saldré pronto no estaré más atrapado no más atrapado nunca más saldré no es así por qué sigo aquí por qué atrapado no atrapado saldré yo saldré no estaré más aquí no más atrapado”

Los dos asintieron, extrañados. Un nuevo toque al mismo botón y una pantalla holográfica se proyectó en el aire.

—Ampliamos la noticia—dijo una voz calmada y monótona—. Finalmente, las negociaciones han dado su fruto. El Imperio Tierra y la Unión de Planetas Libres han firmado un acuerdo de paz. La paz será saldada con la entrega por parte del Imperio de su sistema solar Delta—5, que cuenta con cinco planetas habitables y otros tres que pueden ser minados, amén de uno gaseoso. Las negociaciones, que han permanecido en secreto en todo momento, serán expuestas en internet, en los portales de los dos bandos implicados. Por lo que hemos podido analizar hasta el momento, han sido duras, algo natural si tenemos en cuenta que los dos bandos estaban bastante equilibrados, con una ligera desventaja por parte del Imperio Tierra que tal vez hubiera podido ser equilibrada en un futuro, de haber proseguido la guerra.
—No puede ser—susurró uno de los soldados—. ¿Ya está? ¿Se ha terminado? ¿Sin avisarnos?
—Me parece que tampoco han avisado a nuestros superiores—murmuró el otro, con la cara pálida—. Ni a los superiores de nuestros superiores, seguramente.
—¡Joder! Bueno… son buenas noticias, ¿no?

El otro sonrió.

—Sí. Sí, joder, ¡ya lo creo que lo son!—los dos rieron—Me hubiera gustado coser a tiros a esos cabrones, pero volver a casa será mejor que eso.

“se revuelven saltan gritan y yo sigo aquí preso preso preso qué es lo que hacen qué hacen eso es felicidad eso saltar gritar y ser libres libres sí y yo preso no soy feliz no necesito ser libre”

—Venga, vamos con el resto de la tripulación, ¡que estarán montando una fiesta de la ostia!
—No, no vais—dijo una nueva voz, entrando en la estancia.
—¡Coronel!—los dos soldados se pusieron firmes.
—Hemos recibido órdenes de empezar el proceso de desarme ahora mismo. Ya hemos neutralizado los misiles de esta nave, y a vosotros os toca ocuparos de esa cosa. Así que venga, moved el culo.

“me miran otra vez qué miran qué hacen se acercan se acercan pero yo sigo encerrado yo dentro ellos fuera y no llego qué miran qué están haciendo”

Los soldados miraron pensativos a la criatura que se removía dentro de su contenedor.

—Creo que tengo descargado el manual de instrucciones aquí mismo—murmuró el que tenía implantado el chip, rebuscando en su memoria—. Sí… vale, es más complicado de lo que pensaba.
—Joder, esto no puede ser tan difícil, si nos lo explicaron… mira, aquí está el botón del gas, ¿recuerdas?

El soldado pulsó un botón del tanque que encerraba a la criatura y dentro se fue liberando un gas de tono grisáceo.

“ahí siguen y qué hacen no puedo respirar no respiro esto lo han hecho ellos han sido ellos no puedo respirar y todo es peor todo se vuelve negro negro negro han sido ellos me matan me están matando todo negro negro negro…”

—Bueno, pues ya está. Ahora a deshacernos del cadáver.
—No sé si en el manual…
—Que le den al manual. Vamos, que nos espera una fiesta.

El soldado levantó el plástico y agarró a la criatura de varias de sus múltiples extremidades. El otro, a su pesar, suspiró y le agarró por las otras.

—Arriba… Uff… ¡Joder, cómo pesa! Y eso que estamos a una gravedad bastante baja…
—Y tanto… argh, espera aquí. Iré a por una camilla.

El que se quedó, molesto, chasqueó los labios y extrajo otro cigarrillo para amenizar la espera.

“quién soy… qué hago… dónde… estoy… dónde estoy… estoy fuera… sí estoy fuera fuera por fin… pero no puedo moverme… todo pesa… todo va… lento”

El cigarrilo se fue consumiendo con el paso de los minutos. Finalmente, el soldado volvió con una camilla flotante, y, con un duro esfuerzo, los dos depositaron a la criatura en ella.

—Mucho mejor… venga, vamos. Le llevamos al incinerador de basura, ¿no?
—Claro, será lo más cómodo.

“me muevo me estoy moviendo pero no soy quien se mueve me mueven a dónde me llevan por qué no puedo moverme aunque me esté moviendo todo pesa pero cada vez menos sí cada vez menos”

La nave era considerablemente grande; era de guerra, y parecía más bien un amalgama de distintas funciones. Tenía cañones, por supuesto; e incluso zonas en las que las naves más pequeñas podían acoplarse para respostar o repararse. No obstante, su principal función era servir como base móvil de logística, información, comunicaciones y desarrollo de armas biológicas como la que los dos soldados transportaban en aquel momento.

—Eh, ¿se ha movido?
—No, ha pegado un bote porque estas camillas son una mierda.
—No, no, para. Creo que se ha movido.

“todo pesa… todo lento… vuelven a mirar… miran qué miran uno hace algo duele… duele una punzada duele me están enfadando y lo van a pagar ellos me enfadan les mataré les mataré a todos cuando pueda moverme les mataré”

El soldado disparó varias veces con su pistola para asegurarse.

—Joder, le he metido seis rayos. Debería estar ya muerto… y sigue retorciéndose.
—Bueno, esto costó mucho dinero, por algo sería. Venga, remátalo, ¿o no tienes estómago para hacerlo?

El soldado suspiró y apuntó de nuevo con su pistola, pero un tentáculo le aferró fuertemente el tobillo.

“le tengo sí le tengo ahora le mataré le materé mataré a todos les aniquilaré uno a uno ellos pagarán yo seré libre y ellos estarán muertos muertos muertos”

—¡Joder! ¡Joder! ¡Quitámelo!—gritó el soldado, disparando de nuevo con su pistola sobre la criatura, sin ningún efecto visible.
—Pero si apenas tiene fuerza para agarrarse, mira que eres quejica…
—¡Me está pinchando, joder, tiene púas en el tentáculo o algo así! ¡Lo mismo me está inyectando veneno, joder!
—Mierda… ¡ya te ayudo!

El segundo de los hombres sacó su pistola, pero para entonces el primero se desplomó, en cuanto la sangre llevó el veneno hasta su cerebro.

“sí el primero ha caído ha caído y yo soy libre libre para matar libre para matarlos a todos a todos matarlos sí matarlos y destrozarlos arrancar sus miembros y matarlos matarlos matarlos sí el otro dispara y duele duele pero a él le dolerá más le dolerá mis colmillos clavándose en él y desgarrando la carne y sus gritos grita sí oh sí cómo grita pero ya no dispara sólo grita y sufre y sangra”

A varias estancias de allí, la máquina química completó por fin la reacción y, ante los gritos de alegría de los tripulantes, empezó a expulsar pastillas de las más modernas drogas de diseño; en concreto, una fórmula bastante suave, de efectos muy parecidos al alcohol aunque con mayor sensación de euforia, y, por supuesto, sin efectos secundarios como amnesia, vómitos o resaca.

La fiesta comenzaba. La guerra en la que habían nacido, ellos y todo lo que conocían, había tocado a su fin… era hora de celebrarlo.

“otro aquí en el pasillo grita y me ataca me ataca sí pero no tiene nada que hacer no claro que no yo estoy libre y él muerto ha muerto ya”

Las risas y la música cruzaban la sala de un lado a otro, creando un ambiente festivo pese al entorno aséptico de la nave y los uniformes de combate de los soldados.

—¡Joder!—gritó alguien de pronto—¿Qué es eso?

La criatura entró en la estancia, ante el pánico de los soldados.

“muchos enemigos sí muchos se asustan se dirigen a por sus armas pero yo soy más rápido mucho más rápido que ellos y empiezo a sudar y mi sudor es gas y van muriendo poco a poco los que están más cerca y los demás pronto empezarán a caer”

Los soldados corrieron atropelladamente a por sus rifles. Para cuando los primeros los cogieron, había ya una docena de ellos muertos por el gas venenoso que exhudaba la criatura.

Apuntaron y se prepararon para disparar; antes de que el primero de ellos hubiese apretado el gatillo, la criatura alzó un brazo y un pequeño orificio se abrió, revelando un cilindro óseo del que comenzaron a brotar pequeñas espinas que se hundieron sobre la piel de sus enemigos, matándoles casi al instante.

568 cromosomas cuidadosamente diseñados hacían de esta criatura un arma biológica formidable, capaz de matar a diversos enemigos cuerpo a cuerpo, a distancia o mediante gas; capaz de regenerarse y recuperarse de heridas muy graves, de huir, de esconderse, y de reproducirse por sí misma en determinadas condiciones, pudiendo infestar un planeta entero en apenas unos meses. Además, al tener un tamaño sólo ligeramente superior a un humano, podía fácilmente ser enviada por el espacio al planeta objetivo en naves lo bastante pequeñas como para ser confundidas con un asteroide común. Después de que las bombas de antimateria quedasen desechadas, debido a la popularidad de los pulsos electromagnéticos que podían desestabilizarlas de tal modo que explotasen antes de ser lanzadas, aquellas criaturas parecían ser el futuro de la industria bélica.

Pero pocos de los allí presentes conocían las características de la criatura; y a los que las conocían, de poco les iba a servir.

“caen caen por fin uno a uno entre sangre sangre y gritos sangre de dolor de sufrimiento y yo soy libre libre para sangre matarles a todos y vengarme sangre por fin por fin libre por fin para siempre siempre siempre jamás y ellos muertos y muchos más morirán porque la sangre y la carne es buena y me alimentan y me hacen sentir mejor mucho mejor que ellos mucho mejor que los muertos a los que como y de los que me alimento para seguir vivo y seguir matándolos a todos uno a uno a uno a uno a uno”


La nave continuó flotando en el espacio estelar. El silencio del vacío parecía más intenso que nunca.

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