miércoles, 19 de agosto de 2015

Top 5 series

Dije que continuaría algún día esta sección, y va siendo hora. Aquí mis cinco series de TV favoritas a la hora de escribir el artículo.

5- Juego de Tronos


Va un clásico contemporáneo, y es que, la verdad, este top no va a ser precisamente original. Así como mi gusto musical, literario o cinematográfico puede ser bastante retorcido, el de series se acerca bastante a lo habitual. Juego de Tronos probablemente destaca por aplicar el realismo a la fantasía. De hecho, el realismo es uno de los criterios que más importancia van a tener en este ránking: realismo a nivel argumental, no meter Deus ex machinas constantemente, y realismo al resto de niveles: nada de fantasmadas de un solo tío llevándose por delante a un ejército él solo, ni nada por el estilo. ¿Ejemplos? Los protagonistas pueden morir, y eso impacta mucho. Los combates son espectaculares (me quedo con el duelo del 4x08). Cuando uno de los protagonistas se quita el yelmo durante unos segundos en plena batalla, le desfiguran la cara de un mandoble: buen golpe contra la falta de realismo en miles de películas medievales en las que los protagonistas llevan la cara descubierta para lucirse. Y, por cierto, unos personajes impresionantes. ¿A quién no le encanta Tyrion? Su principal “defecto”, no ser original: la mayor parte del mérito de la serie es de los libros. Y que no puedo juzgar del todo hasta que no acabe, claro. Esperemos que en las próximas temporadas no baje el nivel.

4- Breaking Bad


Vamos con otra de las series más aclamadas de la actualidad, y poco se puede decir que no se haya dicho ya: la evolución de Walter White a Heisenberg es absolutamente impresionante. Una pena que la mayoría de secundarios y antagonistas no estén a la altura; quizá el segundo más interesante sea Gustavo Fring. Por lo demás, se agradece saber aprovechar debidamente todos los niveles de interpretación que ofrece el cine: juego con los colores de la ropa (Marie de morado…), pequeños guiños (los pantalones que Walt pierde en el primer episodio reapareciendo años después tirados en el desierto), diversos tipos de homenajes (Ozimandias con el rostro semienterrado en la arena; el título FeLiNa, haciendo referencia a hierro, litio y sodio: es decir, sangre, metanfetamina y lágrimas), juegos subliminales con la lógica interna de la serie (Walt adoptando los tics de los malos, como quitar la corteza al sandwich o poner la toalla en el suelo para vomitar). Una obra maestra, vamos. Peca un poco de falta de realismo en algunas cosas, eso sí; y quizá pocos personajes. Está bien no saturar al espectador, pero es que prácticamente te resumen todo el tráfico de metanfetamina mundial en media docena de personas.

3- Los Soprano


Éste es el origen de todo, seguramente. Convertir las series de TV en obras completas, con un principio, un nudo y un desenlace, que es lo que las ha hecho grandes, tiene su raíz aquí: antes de los Soprano, todo eran episodios autoconclusivos y no pasaba nada si te perdías uno. O dos. O tres. También es verdad que internet tal vez haya influido mucho en esto. En cualquier caso, Los Soprano muestra la vida diaria de una familia, tal y como hacían tantas series en su época, con la peculiaridad de que es una familia de la Mafia. Pero es en la familia donde se desarrolla todo, y donde se coge cariño a los personajes. Porque les ves en el día a día. Les ves crecer, y conoces a AJ y a Meadow desde que eran niños hasta que son adultos. El realismo vuelve a tener un papel importante. Su principal defecto, que no es lo bastante interesante: hay partes de Los Soprano que se pueden hacer muy, muy largas, sobre todo en las primeras temporadas; claro que todo empieza a remontar a partir del episodio del decorador de interiores que mataba checoslovacos. La interpretación de James Gandolfini es absolutamente brillante, y pasará a la Historia. Los sueños son bien retorcidos, tal vez influenciados por Twin Peaks, alcanzando su cénit en la primera parte de la sexta temporada. También es interesante ver que juega con sus precedentes temáticos: por ejemplo, con la escena del revólver escondido en el baño de El padrino. El final, impresionante, como todo el mundo sabe.

2- Sons of Anarchy


Probablemente, la única posición extraña en este ránking: y es que a mí me parece muy infravalorada. Hamlet con motos, es como la definió su creador. Pero la multitud de subtramas y personajes interesantes que tiene hacen que sea mucho más que Hamlet con motos. Los Hell’s Angels son adaptados en una larga serie de curiosos personajes bastante bien tratados; algo lógico, ya que hasta cuatro de ellos son Hell’s Angels en la vida real -Happy Lowman, Rane Quinn, Frankie Diamonds y Lenny Janowitz-. No cuesta nada coger cariño a la trágica vida de Opie, a las múltiples perversiones de Tig, a los consejos de Chibs. Claro que Kurt Sutter, ejerciendo sus privilegios de creador, se reserva interpretar el mejor papel: Otto, un miembro relativamente normal que cuanto más tiempo pasa en la cárcel más va perdiendo la cabeza, hasta acabar convertido en el mayor zumbado. La serie está repleta de actores ya consagrados –Ron Perlman, Katey Sagal, Danny Trejo- y de otros que han sido grandes descubrimientos –destaca sobre todo Charlie Hunnam en su papel protagonista-, pero también nos descubre la faceta teatral de gente que ya conocíamos. Y es que Stephen King o Marilyn Manson, entre otros, también se marcan grandes papeles. También tengo que decir que el recurso de la sin techo, cuya identidad podremos conocer en la penúltima temporada si estamos atentos, es cojonudo, y buen homenaje a Hamlet. Y la escena final es de las mejores que he visto nunca, con una inmensa cantidad de recursos, desde paralelismos hasta alegorías, que darían para escribir una entrada entera llena de spoilers. Y tal vez lo haga.

1- The Wire



Y llegamos al previsible primer puesto. David Simon no es sólo un genio de las series televisivas, sino que su experiencia como reportero policial en The Baltimore Sun, unida a la de su amigo Ed Burns como detective de homicidios, hacen que puedan trasladar una visión extremadamente realista de Baltimore. No es sólo eso, es que prácticamente es un documental. Así, con la primera temporada centrada en los problemas entre policías y traficantes de drogas, la segunda en los trabajadores del puerto, la tercera en la política y las elecciones a la alcaldía, la cuarta en unos niños y sus andanzas en el instituto, y la quinta en unos periodistas, la serie nos ofrece un retrato completo de todos los estratos sociales de Baltimore, la ciudad con mayor tasa de delincuencia de EEUU. Ninguna otra serie es capaz de captar de esta manera la vida de una ciudad, con sus personajes interrelacionándose entre sí, todos ellos retratos exactos; y es que a los conocimientos de Simon y Burns hay que sumar el hecho de que todos los actores o bien se interpretan a sí mismos o bien están inspirados en alguien real. No hay caricaturas, no hay estereotipos: todos los personajes son reales, con sus expresiones, sus manías, sus tradiciones de poner Body of an American de The Pogues en cada funeral. Quizá entre todos estos pueden destacar algunos más exagerados, lo que nos proporciona personajes tan brillantes como Omar Little o Jimmy McNulty. El realismo, una vez más, queda implícito en cada detalle del argumento: nada de tiroteos irrealistas llenos de fantasmadas, nada de detectives heroicos que resuelven casos imposibles… la burocracia policial queda perfectamente reflejada, y los casos a los que se enfrentan son totalmente cotidianos, el día a día de Baltimore. Nada, tampoco, de previsibilidad o finales felices: las cosas son como son, y eso se demuestra con la muerte más imprevisible que se haya visto nunca, en una excelente escena. En The Wire, los villanos pueden salir bien parados, y los héroes acabar en la miseria, si es que ambos extremos existen. Ésta no es una serie para hacer quedar bien al prota, sino para narrar una realidad tal y como es, con todos sus personajes, sus derrotas, sus triunfos y sus problemas. It’s all in the game, yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Blog Widget by LinkWithin