Tenía este texto por ahí guardado, al parecer escrito por un tal Iban Petit. Me parece bastante bueno, aunque ya no sea tan actual (se refiere en todo momento a Juan Carlos el Campechano), así que aquí lo dejo:
Antonio tiene 90 años y su refugio es un garaje reconvertido en taller. En sus paredes encuentro una foto enmarcada del rey. Parece recortada de un periódico. El rey posa con un rifle y vestimenta de cazador. A su espalda un elefante muerto apoya su trompa en un árbol. Mientras él lija una silla, le pregunto por qué tiene puesta esa foto. Para no olvidarme de esos hijos de puta, me responde sin apartar la vista de la madera.
Los lunes Antonio viene a Donostia a pasear y hoy me ha pedido que le acompañe. Te quiero enseñar algo, me ha dicho al bajarse del tren. En los jardines del ayuntamiento vemos gente comiendo helado y un carrusel con niños dentro. Al otro lado, junto a la entrada principal, encontramos un pequeño tumulto y nos acercamos hasta él. La gente rodea una chapa de hierro con el perfil de la bahía que simula estar agujereada por balas. Es un monumento que conmemora a las personas que fueron fusiladas en el alzamiento franquista y años posteriores en la ciudad. Una señora coloca una flor en uno de los agujeros. Debajo, a ras del suelo, contemplamos una chapa con la lista de los asesinados. Él me señala dos nombres con el mismo apellido. Mi padre y mi tío, me dice, y sus ojos tiemblan y se humedecen.
De vuelta a la estación trato de convencerle de lo positivo que es que de una vez se comience a trabajar la memoria histórica en este país. Él asiente y permanece en silencio. De pronto, se detiene y mira a su alrededor. Yo tenía doce años, me explica, y en esta misma calle vi pasar dos camiones con decenas de muertos detrás; en el primero creí verlos a los dos, pero no estoy seguro. Continuamos caminando y él prosigue: no lo entiendo, Iban, el tiempo pasa y seguimos gobernados por los mismos. La monarquía debería haber desaparecido hace años, pero no, hoy dejamos que el rey ceda la jefatura del estado a su primogénito varón porque le sale de las pelotas. Igual que Franco hizo con él. Y la mayoría lo aplauden. De verdad que no lo entiendo, Iban; pronto yo también estaré muerto y me da la sensación de que todo ha sido en balde.
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