miércoles, 6 de junio de 2018

Proyecto Casas: Una reflexión sobre la vida en la calle (I)

Proyecto Casas: Una reflexión sobre la vida en la calle es una exposición de fotografía y textos que se puede ver en la expogela BilbaoHistóriko (C/ San Francisco, 32). A través de Hasiera (Bizkaisida), hemos colaborado un puñado de personas, tratando de reflejar la realidad de los espacios públicos aprovechados como casas; la mayoría de quienes colaboramos viven o han vivido en la calle. Obviamente, no voy a colgar aquí la exposición entera, pero sí quería sacar unas cuantas muestras, mezclando las fotografías en sí con los textos, fotografías de la exposición, la charla de presentación en el local de Sarean -que está subida a Youtube- y una entrevista que nos hicieron en la radio (97 FM Irratia). Cuando ponga textos sin acreditar, es que son míos. Así que esta entrada del blog (y otra más que tengo intención de hacer) serán un poco caóticas, mezclando fotografías, textos y fotografías de ambos, pero creo que eso es lo interesante de la exposición, espero poder reflejarlo más o menos. La exposición se puede ver hasta el día 20 de junio.


Minutos 29:50 a 37:15
Además de la entrevista, también leo uno de los relatos


Refugiados

Una persona que emigra para huir de una guerra es un refugiado político.
Una persona que emigra para huir de su gobierno también es un refugiado político.
Una persona que emigra para huir del hambre también debería ser un refugiado político.
Una persona que emigra para huir de la miseria también debería ser un refugiado político.
Una persona que emigra para huir de la ablación también debería ser un refugiado político.
Una persona que emigra para huir de su familia también debería ser un refugiado político.


Entre el 10% y el 20% de personas sin techo son mujeres. En Euskadi, concretamente, Emakunde calcula unas 500 mujeres sin techo. En cifras calculadas por distintas entidades, como el Observatorio Hatento o el INE, entre el 15% y el 25% de las mujeres sin techo han sufrido agresiones sexuales de carácter grave durante el tiempo que vivieron en la calle.

Para explicar la diferencia en el porcentaje de hombres y mujeres que viven en la calle, los expertos creen que, en gran parte debido a este miedo lógico a la exposición a agresiones sexuales, las mujeres tienden a exprimir más todos los recursos a su disposición durante el proceso de exclusión social que se va desarrollando hasta acabar en una situación de sinhogarismo. Además, también debido a estas consecuencias, algunos recursos residenciales dan prioridad a las mujeres frente a los hombres. Sin embargo, es necesario considerar la otra cara de la moneda: al exprimir más los recursos de los que disponen, la media de mujeres que terminan sin techo tienden a empezar en esta situación con una degradación física y mental mayor que la de los hombres.

En muchas otras facetas, no se piensa en las necesidades específicas de mujeres -o, al menos, necesidades estadísticamente centradas en mujeres-. Uno de los ejemplos más claros que es podrían poner de esto es la menstruación. Consideremos la falta de compresas y tampones, o la necesidad de gastar el poco dinero con el que se cuenta en comprarlos (lo que no quita que cada vez hay más ONGs y recursos que ofrecen estos productos a mujeres sin techo, y en Bilbao la situación no es tan mala como en otros lugares). El difícil acceso a cuartos de baño o lugares en los que cambiarse; por no decir el difícil acceso a duchas. La falta de ropa que cambiarse en caso de mancharla. Todo esto sumado al estigma que ya hay históricamente asociado a la menstruación, y mayor vulnerabilidad a ese estigma al estar en una situación de exclusión social.



Espinela de un vagón

Llegaba al final del día
con sólo una vieja manta,
sentía el frío en su garganta
por la humedad de la Ría.
Un vagón de hogar servía
tras la estación en Abando,
días y noches pasando,
su antigua casa perdida
por darse él a la bebida.



Mediante la fotografía y la escritura podemos hacer un retrato más o menos preciso del sinhogarismo, y usarlo para transmitir empatía y hacer comprender mejor la situación de las personas sin hogar; corremos, sin embargo, el riesgo de romantizar esta situación al desarrollar expresiones artísticas a partir de ella, lo que, en el peor de los casos, podría llevar a que la auténtica dureza de la situación no quede reflejada.

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