miércoles, 20 de junio de 2018

Reflexiones chorras: Amor y muerte


No es ningún secreto que dos de los temas más explorados en la literatura y la narración de historias son el amor/sexo (para hablar de ello en lineas tan generales me parecen sinónimos, no veo la necesidad de distinguir si no se examinan de cerca) y la muerte. De hecho, habrá quien diga que son los dos únicos temas de los que de verdad se habla en la narración de historias.

Las historias necesitan amor y muerte para avanzar, y, de hecho, muy a menudo combinan ambos temas. Desde la Biblia hasta Hamlet, pasando por Casablanca o por las canciones que cuenten una historia, son dos temas repetidos hasta la saciedad, y, sin embargo, en mayor o menor medida, siguen cautivando.

El motivo por el que cautivan, por supuesto, no me atrevería asegurarlo. Pero sí me parece muy significativo que sean precisamente los dos factores indispensables de la evolución, tal vez junto al cambio… y el cambio también es una de las principales temáticas de la ficción.

Sin reproducción y muerte, los organismos no pueden evolucionar. Se estancarían. Nace lo nuevo y muere lo viejo, es una condición de momento (y tal vez, en cierto sentido, en cualquier situación imaginable) indispensable para la evolución. Algo se reproduce, crea copias ligeramente distintas, las menos avanzadas mueren antes, se reproducen menos mientras las más avanzadas van creando copias a su vez más avanzadas, etc. Todo muy visto desde Darwin.

Lo que me parece curioso es que hay sobre todo una figura en la ficción que junta sexo y muerte (más allá de alguna obra específica como Romeo y Julieta, p.e): el vampiro. De hecho, volviendo sobre lo comentado dos párrafos atrás, el vampiro es una de las figuras de la ficción cambiantes por excelencia, que a menudo puede transformarse en murciélago en la mayoría de versiones: otras veces también en niebla, lobo, etc.

Pero eso probablemente sea una reflexión para otro momento.


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