El último año de la carrera, los martes estaba de prácticas
en un centro de toxicomanías de baja exigencia en San Francisco por las
mañanas, y tenía clases por las tardes, así que tenía que comer fuera. Uno de
esos días fui a comer a un restaurante de comida rápida en el centro comercial
de Zubiarte. Algo cambió ahí. Tal vez ya lo estaba esperando, anticipando o era
algún tipo de profecía autocumplida; pero aquel día me di cuenta de que me sentía
más cómodo en San Francisco que en Zubiarte.
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