Una de las escenas más tristes
que recuerdo me viene de fiestas de Bilbao. Acababa de empezar la noche, un
hombre magrebí tenía puesta una pequeña mesa con alimentos para preparar a la
barbacoa. Dos chavales se empezaron a pelear, quién sabe por qué, a quién le
importa, y uno de ellos empujó al otro sobre la mesa, rompiéndola y tirando
toda la comida al suelo. El hombre empezó a llorar amargamente; seguramente se
podría decir, sin exagerar mucho, que necesitaba aquella mesa con comida para
vivir. Que era todo lo que tenía y la única forma de llegar a fin de mes. No
sé. Nadie preguntó. A los chavales que continuaban su pelea y a toda la gente
presente que acudió a separarles tampoco les importó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario