miércoles, 30 de octubre de 2013

Sueño de vapor y engranajes



Hice un relato de steampunk para la revista MiNatura, intentando captar todos los tópicos del género. Se publicó en el número 116, aunque no quedé del todo satisfecho por el límite de palabras. Así es como me habría gustado escribirlo, añadiendo unas pocas frases más para describir mejor todo.

Estoy solo, desnudo, perdido en la inmensidad de un vacío, y oigo el ruido de los fuelles y del vapor junto a mí. Después viajo, caigo por un enorme agujero… ¿Estoy soñando? Sí, esto no es real, es un sueño…

No, esto sí es real. Recuerdo esto. Los dirigibles irguiéndose en el cielo como enormes gigantes, y sacar mi reloj del bolsillo para comprobar la hora. Fue mi primer día de universidad, llevaba un traje muy elegante y un sombrero de copa que, ahora que lo pienso, no me quedaba muy bien; pero quería dar buena imagen.

Los profesores eran agradables; en este primer día conocí a sir Smith, con su sempiterna pipa en los labios… juntos hicimos la tesis doctoral y nos graduamos. Pero esto ha pasado ya… ¿Lo estoy recordando? ¿Dónde estoy?

Caigo entre enormes engranajes y un tremendo tic-tac resuena por todo lo que es. Unas válvulas se abren y se cierran, liberando grandes chorros de vapor, y una aguja marca el volumen expelido.

Otra escena de mi vida. Estoy en mi noche de bodas, y mi esposa se desnuda ante mí. Nos tumbamos y nos movemos, como si fuéramos enormes fuelles, al son de los chorros de vapor. Mi pistón destroza su flor, en un movimiento continuo y binario.

Vuelvo a flotar en el vacío, y caigo sobre la superficie de un reloj. La aguja avanza muy rápido; mi tiempo se acaba, ¿por qué? ¿Qué es esta pesadilla?

Ahora estoy apoyado en el autómata que hacía de criado, el cobre de su superficie brillando ante la luz de la hoguera. Mi esposa acaba de morir de cáncer; todo lo que tenía se ha ido.

Y lo peor es que no puedo quitarme de la cabeza el sentimiento de que es culpa mía, mía y de ingenieros como yo. Trabajando en la industria pesada, consumiendo cantidades ingentes de carbón, alimentando las colosales fábricas rodeando cada ciudad… Si los médicos tienen razón, el incremento del cáncer es culpa nuestra. La muerte de la persona que más amaba es culpa mía.

Ahora me enfrascaré en mi investigación sobre qué fuerzas producen la vida, sobre cómo crear nuevas energías… la electricidad, en un intento por arreglar todo… Oh, ya lo entiendo.

Yazco moribundo en el suelo de mi mansión. La electricidad… había alguien a quien no le convenía que mis descubrimientos fueran puestos en práctica, no si quería ganar dinero con el vapor. Me han envenanado. Envenenado por mi propio amigo.

Caigo por un vacío infinito y los engranajes me aplastan, el cobre se tiñe de sangre. Vacío. Nada.

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