Érase una vez el capitalismo, y
era muy malvado. Entonces aparecieron el comunismo y el anarquismo, y los
capitalistas se cagaron y empezaron a perder terreno a una velocidad
impresionante. Tuvieron que mejorar condiciones del entorno laboral, seguros,
pensiones, vacaciones, reducción de horas... lo que tuvieron que perder ahí.
Entonces apareció el fascismo,
que también era un movimiento obrero, y el capitalismo se acojonó todavía más,
porque ahora tenía más enemigos que nunca y podía correr el peligro de ser
derrotado para siempre.
Sin embargo, al fascismo le dio
por atacar sólo al comunismo y al anarquismo. Y mientras se mataban entre
ellos, los capitalistas reían. Reían mucho.
Y aprendieron que el fascismo,
aunque quiere atacar al capitalismo, es tan fácil de controlar como darles una
migaja de vez en cuando (sale un político del PP diciendo que España es un país
muy bonito y que Franco era majo) y ya los pueden soltar como perros contra
anarquistas, comunistas, independentistas, demócratas que no sean de
ultraderecha o cualquier otra cosa.
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