Esto es un trabajo que entregué en segundo curso de carrera, es decir, hace algo más de un año. Saqué un 9,5, lo que no está nada mal para un trabajo con este tono entregado en una universidad privada, con un profesor jesuita; creo, por tanto, que todo el mundo lo encontrará interesante, independientemente de su ideología. El objetivo del trabajo era un resumen y crítica del libro ¡Indignaos!, del difunto Stéphane Hessel, seguido por un debate en torno alguna de sus ideas. Yo escogí debatir en torno a la posibilidad de un cambio social pacífico, la idea que inspiró el movimiento de los indignados, el 15-M, etc. He decidido suprimir la primera parte del trabajo para el blog, por considerarla poco interesante; sin embargo, lo comento, ya que el debate también tiene varias referencias a Hessel, y quería señalar que se deben a esta estructura original del trabajo.
Hay un debate importante en torno
al uso de la violencia en manifestaciones, protestas, huelgas y otros actos.
Para ello, tal vez lo mejor sea repasar qué procedimientos han tenido éxito
anteriormente, y explicar por qué.
En primer lugar, debemos establecer
cuál es la causa por la que se lucha. Creo que los Derechos Humanos redactados
tras la II Guerra
Mundial son un buen principio en el que coincide la inmensa mayoría de la
gente, independientemente de su ideología; podríamos, por tanto, contar como
objetivos de una revolución el derecho a la vivienda, o la lucha contra un
régimen que viole los DDHH, o la lucha por los derechos de una minoría, o por
mejores condiciones de trabajo.
Otro punto que hay que aclarar lo
antes posible es qué se considera violencia. ¿Violencia contra las personas, o
contra los objetos? Por ejemplo, la jornada de trabajo de 8 horas se consiguió
en España tras la huelga de la Canadiense.
Durante dicha huelga, los trabajadores cortaron el suministro
eléctrico de toda Barcelona, se produjeron disturbios contra la policía, y
destruyeron material de la
Canadiense; si bien no hubo ningún muerto ni heridos graves
(aunque sí los hubo en disturbios producidos unos meses después que tenían su
raíz en dicha huelga). ¿Se considerarían como violencia esos disturbios y
ataques contra las propiedades de diversas empresas? Probablemente, la opinión
generalizada de los medios de comunicación actuales es que sí, de modo que a lo
largo del trabajo consideraré también como violencia los disturbios y los
piquetes de las huelgas, si bien marcando una diferencia clara con los
movimientos normalmente más conocidos como “terroristas”, y actos como poner
bombas o atentar contra personas. No obstante, como bien dice Hessel, esta
diferencia, en un contexto lingüístico, parece estar diluyéndose (“Hay que ser
israelí para calificar como terrorista la no violencia”).