Encaramado a la cruz de piedra.
Rociado con agua bendita, que se difumina con la lluvia que cae del cielo, y
aún así sigo sintiendo sus besos sobre mi piel. A mi derecha, en la cruz del
Buen Ladrón, un hombre con tacones posa para el expectante público de abajo. A
mi izquierda, en la cruz del Mal Ladrón, una bota reforzada de metal holla la
cruz y arranca esquirlas de piedra con una fuerte patada. No sentimos la justa
ira de ningún Dios vengativo; nada le importa a Dios que se mancille el símbolo
de aquellos que mataron a Su Hijo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario