miércoles, 24 de junio de 2015

QEPD Periko Solabarria

Sí, hoy hay dos entradas, faltaría más. Es lo mínimo que un completo desconocido puede hacer por Periko.


Escribir un homenaje siempre es difícil, principalmente porque siempre va a suponer no estar a la altura de la persona homenajeada. No creo que las palabras que escriban yo puedan hacer justicia a Periko Solabarria; para eso harán falta mucho más que palabras.

Hoy ha muerto uno de las personas que más admiraba. Su incansable sacrificio nos servirá como inspiración, espero que para siempre, como ejemplo de una vida de lucha.

Periko nació en Portugalete en 1930, hijo de un minero y una sirvienta. La margen izquierda de Bizkaia, de tradición obrera y clase baja, fue el entorno en el que, además, tuvo que sobrevivir a la Guerra Civil. Pasó su infancia en una casa con la estructura seriamente dañada a causa de un bombardeo franquista.

A los 11 años comenzó sus estudios en el seminario, que concluyó a los 24, siendo ordenado sacerdote. Ofició en parroquias como La Arboleda o Barakaldo; y remarco aquí que La Arboleda fue la máxima expresión de la minería vasca, de manera que Periko continuó en un entorno fuertemente obrero, sabiendo bien cuál era su clase.

Indudablemente, ya desde entonces Periko era considerado uno de los pioneros de los curas obreros en Euskadi: los curas rojos, como los llamaban los franquistas. No se limitó a predicar desde un púlpito, ni muchísimo menos: Periko solicitó explícitamente permiso a la diócesis para trabajar como obrero a jornada completa, limitando el sacerdocio a su tiempo libre.

Fue así como trabajó en la obra del tren de los Altos Hornos, en la construcción de la UPV o en la del puente de Róntegui. Su sacrificio voluntario le costó caro: las muchas horas trabajando duramente sin las menores garantías laborales le provocaron una enfermedad respiratoria que arrastraría el resto de su vida.




Durante estos años de la dictadura franquista, ya incansable, participaba en numerosos movimientos obreros –algunos legales y otros ilegales-, sin comprometerse con ninguno: la Juventud Obrera Cristiana, la USO, el Frente Obrero de ETA, la Hermandad Obrera de Acción Católica o las CCOO fueron algunos de ellos. Este compromiso le llevó a perder su empleo de sacerdote y a pasar por varias cárceles; por alguna, más de una vez. Esto no le quitó las ganas de luchar.

Es a los 45 años, y tras un tiempo trabajando sólo como peón en la construcción, cuando ingresa en LAB. Muerto Franco y llegando las primeras elecciones, se presentó como dandidato a diputado por Euzkadiko Ezkerra, formación que abandonaría para integrarse en Herri Batasuna.

Y con Batasuna fue elegido diputado en dos ocasiones, las dos primeras legislaturas del Congreso de los Diputados, si bien no llegó a ocupar su cargo en ni una sola sesión, pues la estrategia política de HB incluía boicotear las instituciones españolas. También fue concejal en Barakaldo, juntero de las JJGG de Vizcaya y parlamentario vasco.

Cumplir años tampoco consiguió que decayera su ánimo. En estos últimos años colaboraba con la Asamblea de Parados de Barakaldo, con la Plataforma Contra la Exclusión Social Berri Otxoak o con el Colectivo Animalista Antitaurino de Bizkaia, entre otras asociaciones. Fue en las manifestaciones convocadas por esta última en las que le conocí yo y comencé a interesarme por su historia. Siempre estaba en primera linea, dando la cara contra los brutales “espectáculos” de la plaza de toros en la que, por cierto, décadas atrás no dudó en comenzar un mitin asegurando que el ministro de interior era un asesino.

Aún hace sólo un mes fue llamado a la Audiencia Nacional, denunciado por gente tan miserable que no sé si debería mencionar en este artículo para respetar la memoria de Periko. Pero, al fin y al cabo, esto muestra su mérito, pues con 85 años y quedándole un mes de vida, aún era atacado por la AVT, señal de que aún luchaba y aún se tenía en pie hasta el final. Sirva esto también para mostrar la miseria moral de aquellos que no tienen mejor cosa que hacer que arrastrar a ancianos a juicios ridículos: tan ridículos, por cierto, que la Audiencia Nacional archivó la causa al momento. Dos años atrás, el alcalde de Barakaldo por parte del PSOE tampoco dudó en aceptar un recuerso impuesto por el PP para evitar que Periko pudiera ejercer como pregonero en las fiestas, pese haber sido elegido como tal por la comisión de fiestas de la localidad. Es de suponer que les molestaba mucho permitirle hablar en público, lo cual es buena señal.

Me gustaría tener alguna anécdota de Periko que contar, pero no. La última vez que le vi, creo recordar, sino sería una de las últimas, me apoyó la mano en el hombro y se acercó a decirme algo, pero alguien le llamó para decirle alguna otra cosa y no se produjo ninguna conversación. Si hubiera sabido que sería la última vez que le vería, tendría que haber sido yo el que me acercara a él, aunque no fuera para decir nada especialmente inteligente, al menos sí para decirle que admiraba muchísimo el hecho de que estuviera allí, a sus 85 años, pegándose caminatas en las manifestaciones de Bilbao para seguir en una lucha por la que ya había vivido tantos sacrificios: tanto esfuerzo, tanto dolor, tantos insultos, tantas estancias en la cárcel, una enfermedad crónica.

Sí puedo decir que cada manifestación en la que estaba él era especial. No se puede describir lo mucho que inspira, motiva y anima tener en primera fila a alguien como él. Las manifestaciones se ajustaban a su paso, porque él era el incansable alma de todas. Él estaba allí como guía, como ejemplo, y espero que ambas funciones pueda seguir ejerciéndolas aún desde el descanso de la muerte.

Agur eta ohore, Periko. Que la tierra te sea leve.



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