miércoles, 4 de mayo de 2016

Reflexiones chorras: Mentir al enemigo


Creo que la forma más precisa de introducir este tema sería colocándonos en una situación hipotética, con un toque de ficción.

Supongamos que de la nada salen unos malvados nazis que secuestran a un sujeto de izquierdas. Entonces le ordenan hacer el saludo nazi y gritar “Heil Hitler!” para demostrar que es un auténtico ario. El pobre izquierdista tiene dos opciones. La primera sería realizar dicho saludo, después ir a su casa –donde oculta un Kalashnikov, porque todo el mundo sabe que los izquierdistas siempre tienen un Kalashnikov en casa-, volver bien armado y acribillar a los nazis. La segunda sería negarse en rotundo a realizar el saludo, proclamar que es todo un rojo y ser asesinado allí mismo. Con orgullo, eso sí.

Igual es cosa mía, pero podría jurar que la opción idealizada es la segunda. La de morir con orgullo, defendiendo tus valores. No doblegarte ante los nazis. No rendirte. Sentirte orgulloso de lo que eres, y morir dignamente.

No obstante, en esta situación parece claro que la opción más útil es la primera, y la que más se opone al fascismo, realmente. Tiene un defecto, sí, y es que deja la dignidad del izquierdista por los suelos. Pero, ¿no es, entonces, un sacrificio igualmente valiente? Sacrificar la dignidad para sobrevivir y así tener la oportunidad de luchar, frente a morir en ese mismo momento y que tu muerte no sirva de nada.

A veces me pregunto si es sólo una cuestión de dignidad, o si también influye ir con la verdad por delante. Parece que hay cierto miedo a la mentira. La imagen idealizada del héroe es alguien que lo mismo puede liarse a tiros con sus enemigos, pero eso sí, nada de mentir.


En resumen, que no creo que hacerse pasar por el enemigo tenga nada de malo. Te da la oportunidad de seguir vivo para poder seguir luchando. Y eso siempre es importante.

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