domingo, 9 de julio de 2017

La Ciudad Eterna

Fragmento de Serpientes y Escaleras, de Alan Moore.


El Espacio y el Tiempo se pliegan, como un abanico pintado. La década y la distancia se desploman en una calcedonia roja traslúcida magnífica del Aquí y el Ahora.


En esta ciudad, están contenidas todas: las que desaparecieron, las que vendrán, o aquellas que nunca fueron, en una simultaneidad grandiosa. Despojada de sus circunstancias terrenales, Londres es Nínive, Bizancio, es la Jerusalén de Blake y el Dublín de Joyce.

Toda la Historia en miniatura, comprimida ocurriendo ahora mismo en sus callejones y esquinas. Roma se alza y cae en los montones de basura de las afueras del mercado, regida por una sucesión de Césares moscardones. Caín acaba con Abel en los adoquines escarlatas de una pelea de gallos. Paris le hace un dedo a Helena en el callejón de una taberna. La luz furiosa de Dresde, Cartago, Nagasaki, lanza una mirada de ira desde el brasero de la herrería.

Todo el Tiempo y todo el Ser se concentran en un simple punto fosforescente, todas las cosas arden con símbolo, con significado.

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