Las series de TV tal y como las
conocemos ahora, con el fenómeno que han empezado a resultar hacia el final de
la primera década del siglo XXI y sin duda a lo largo de toda esta segunda
década, probablemente pueden trazarse a través de pasos hacia ellas. Quizá el
último fuera The Wire, que demostró que una serie de TV podía ser absolutamente
una obra maestra, el paso previo Los Soprano, y el paso anterior Twin Peaks.
De hecho, los sueños que tiene
Tony Soprano a lo largo de la serie recuerdan inevitablemente a los de Dale
Cooper de un modo que hace bastante difícil considerar que sea por casualidad.
La influencia directa de Twin Peaks en Los Soprano es muy marcada, pero se ve
en mucho más que eso.
Twin Peaks demostró que se podían
construir unas cuantas tramas complejas aún cuando las series de TV tenían más
tendencia a que cada capítulo tratara sobre un tema distinto y no pasara nada
por saltarse uno de vez en cuando. Es cierto que la creatividad se ha
desarrollado a la vez que la tecnología, pues ésta ha sido una pieza clave para
cambiar por completo la estructura de las series. Ahora que la inmensa mayoría
de espectadores tiene internet, y con plataformas como HBO o Netflix, no hay
que estar pendiente de una determinada hora para poder ver el capítulo de la
serie que sigues. Sabiendo, entonces, que guionizas para una audiencia que no
se va a perder ningún capítulo por tener cosas que hacer, es más fácil
construir una trama que parezca más una película de 12 horas que una serie tal
y como eran hace años.
Añadiendo aún más elementos, la
estética de Twin Peaks, su banda sonora y otros tantos elementos marcaron
profundamente. Esta tercera temporada salida en 2017 ya se ha introducido en un mercado mucho más competitivo,
en el que hay muchas series de TV realmente buenas. Seguramente será difícil
que la tercera temporada se convierta en una obra de culto como lo hicieron las
dos primeras, que siguen acogiendo a nuevos espectadores casi 30 años después
de su estreno. Aún así, el tiempo dirá. Tal vez la nostalgia haga que nos
resulte difícil ver en esta temporada una escena tan contundente como el
“Meanwhile” que pronuncia Laura Palmer antes de empezar a chillar en la sala de
espera de la Logia Negra, pero también se han visto escenas muy potentes, e
incluso épicas como el “yo soy el FBI” que pronuncia Cooper cuando emprende la
acción.
En cualquier caso, en esta
tercera temporada han tenido más libertad que nunca, parece ser. Buena prueba
de ello es la anécdota del famoso cartel de la intro. En la serie original,
Lynch y Frost tenían la intención de recrear un pueblo de 5000 habitantes. El
cartel incluso saldría en la intro. Los productores opinaron que esto era poco
y decidieron hacerles multiplicar la cifra por 10, de tal forma que el icónico
cartel terminaría mostrando una población de 51201 personas, y ése es el número
que quedó establecido en las dos primeras temporadas. En los libros de cara a
la tercera temporada, no han dudado en recuperar el concepto original que
tenían en mente, afirmando que el cartel tiene una errata y añade una cifra de
más. Ahora ha quedado establecido que Twin Peaks ronda los 5000 habitantes, y
Lynch y Frost han podido vengarse y desobedecer las órdenes de los antiguos
productores.
Otra novedad interesante ha sido
el universo expandido de Twin Peaks. Considero un universo expandido, en esa
definición que tal vez sólo esté en mi cabeza, un universo creado a través de
productos de distinto tipo que cuentan historias: películas, series de TV,
novelas, cómics, videojuegos, etc. Me parece algo muy interesante y que escasea
en la ficción. Es fácil encontrar adaptaciones de uno de estos medios a otros,
pero son adaptaciones: en cada medio tienen su propia continuidad y su propio
universo. Así como los cómics de Marvel y sus películas forman dos universos en
su conjunto, uno inspirado en otro, y lo mismo pasa con libros y películas de
Harry Potter, por ejemplo, y podríamos establecer un largo etcétera… es mucho
menos frecuente que todos los productos formen un solo universo, como sin duda
Star Wars es el ejemplo más notable, y últimamente ha llegado a Twin Peaks.
Porque, si bien los libros que
salieron a principios de los 90 eran insípidos complementos a la serie y
película, por lo que no podían considerarse un universo expandido propiamente
dicho, sí se ha hecho mejor con los dos últimos. Estos libros ya no son un mero
complemento para ganar más dinero descaradamente sin aportar nada, sino que
presentan a personajes que posteriormente veríamos y con bastante protagonismo
en la tercera temporada, como Frank Truman o Tammy Preston, y aclaran cosas
necesarias sobre otros personajes importantes como Leo Johnson, Doug Milford,
Annie Blackburn o Audrey Horne.
Los libros también muestran
cierta voluntad de aclarar algunos de los misterios de la serie y que sepamos
que tienen una explicación lógica; pero sin llegar hasta el final, desde luego.
Prácticamente todo el último episodio sigue siendo tremendamente confuso y,
aunque la teoría de dos universos fusionándose es bastante satisfactoria,
tampoco cubre todos los huecos.
Recordemos que la intención
original de Lynch era no revelar quién era el asesino de Laura Palmer, aunque
finalmente sucumbió ante la presión de los productores. Él lo comparaba con un árbol.
Según su idea, el misterio principal, el asesinato de Laura Palmer, sería el
tronco; y las distintas subtramas que irían apareciendo con el resto de
habitantes de Twin Peaks serían las ramas. Revelar quién era el asesino de
Laura equivaldría a cortar el tronco de la serie, por lo que no debía hacerse.
Quién sabe si esta vez, igual que ha conseguido que la población de Twin Peaks
sea de 5000 habitantes, también ha conseguido sobreponerse a los productores en
este otro asunto y dejar misterios que, sencillamente, son imposibles de
resolver. ¿Sería eso hacer trampa?
Este meme lo hice yo mismo. Apreciad mi talento.
Al menos hasta cierto punto,
¿pretende Frost hacer lo mismo? Porque, sin ir más lejos, revelar que Leo
Johnson fue asesinado de un disparo en el pecho para no revelar quién fue su
asesino es bastante curioso. ¿Hasta qué punto juegan Lynch y Frost con el
espectador?
La idea del tronco de árbol que
presenta Lynch también nos muestra el asesinato de Laura Palmer como uno de los
McGuffins más importantes de la TV, que lo sería sin dudar de no ser porque
ocasionalmente sí se vuelve sobre ese asesinato. Alfred Hitchcock fue el
primero en acuñar el término “McGuffin” para referirse a “una excusa argumental que motiva a los
personajes y al desarrollo de una historia, pero carece de relevancia por sí misma”.
Lo cierto es que para la inmensa mayoría de tramas de la serie, el asesinato de
Laura Palmer no tiene la menor importancia: tanto da que Cooper hubiera viajado
a Twin Peaks para resolver el asesinato de Laura como cualquier otro caso, o
incluso que hubiera ido allí de vacaciones, probablemente. Para muchas otras
tramas que, de hecho, ni siquiera implican a Cooper, incluso la existencia de
este agente especial del FBI y su presentación como el protagonista inicial de
la serie sería irrelevante.
Entonces, ¿de qué trata Twin Peaks? Como ya se ha señalado en
las partes anteriores de esta entrega, tiene una capacidad medida al milímetro
de alternar entre lo general y lo específico. Y esa misma característica, que
muchos habíamos destacado ya, es descrita a la perfección por Tammy Preston
hacia el final del último libro de Frost.
Por eso la amplia galería de personajes secundarios. Por eso
todas las tramas secundarias sobre amor e infidelidades, maltrato, superación
en el trabajo, mudanzas, drogas, accidentes de tráfico, cambios de género,
locura, cáncer, cajas secretas en un banco y un largo etcétera. “Porque estaba
todo allí, en un pueblo. Toda la vida, desde la cuna a la tumba, toda sombra y
color del espectro, como un fractal, compuesto en sí mismo de infinitas partes.
El océano en una gota de agua.”
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