Creo que es más adecuado que este texto se presente con el
formato de una carta abierta a Ignacio Arsuaga, el presidente de Hazte Oír. Así
que voy a usar la segunda persona, más como recurso literario que como otra
cosa; porque sé que es muy improbable que alguien de tu categoría, Ignacio
–permíteme que te tutee, no he tratado de usted a nadie en mi vida, mucho menos
voy a empezar contigo-, se rebaje a leer algo escrito por alguien de mi
categoría.
He notado que buena parte de tu discurso desde que pusiste a
circular un autobús para molestar a gente que no te ha hecho nada consiste en
desnudar la auténtica intolerancia de los llamados tolerantes: porque os acusan
de intolerantes a vosotros, que no hacéis más que atacar a niñxs, y os
responden con insultos, pintadas y demás muestras de violencia.
Creo que te equivocas en tus ideas acerca de estos supuestos
tolerantes, entre los que me incluyo. No lo somos. No somos tolerantes: ni con
personas de otro color de piel, ni con inmigrantes, ni con personas de otra
orientación sexual, ni (como es el caso de tu autobús) ni con personas que
cambian de género o que adoptan un género no binario. Porque, si nos vamos al
significado de “tolerar”, significa básicamente llevar con paciencia, resistir,
soportar. No somos tolerantes, porque la gente de otro color, otra orientación
sexual u otro género no nos molesta, así que no hay nada que resistir o
soportar de ellos. No podemos ser tolerantes ni intolerantes respecto a ellos,
pues no nos suponen un problema, e incluso –esto te va a parecer muy radical,
Ignacio- a veces hasta nos gusta esa gente.
Sí hay otro tipo de gente que nos molesta, y a ésa sí
tenemos que soportar. Y una vez más, no somos tolerantes: esta vez incluso se
puede decir que somos intolerantes. No soportamos a quienes nos intentan
imponer ideas caducas, no soportamos a quienes se meten en vidas ajenas para
molestar y “corregir” algo que no tiene por qué ser corregido.
¿Sabes? He leído buena parte de la Biblia. Como está escrita
por muchas personas distintas, tiene ideas muy distintas, creo que algunas
positivas y otras negativas. Se incluyen cosas tan variadas como despreciar a
las personas homosexuales, a las que no llevan la forma correcta de barba, a
las que juntan hilo de dos materiales distintos en su ropa; ayudar a los más
necesitados; perseguir el robo, la mentira, la herejía, el asesinato y los
deseos impuros; alejarse de la menstruación de las mujeres como si fuera
contagiosa (de hecho, en el Levítico prácticamente se dice que lo es); amar al
prójimo como a ti mismo.
Creo que si conociera a las personas que han escrito la
Biblia, hoy en día, no me caerían muy bien. Por todas estas ideas negativas
metidas entre las positivas. Pero de lo que estoy seguro, es de que tu secta
ultracatólica no tiene ni las positivas. Nunca os hemos visto dando todo tu
dinero a los pobres, Ignacio, ni ayudando a los más necesitados. Jamás os hemos
visto denunciar los robos o mentiras de nuestros políticos y gobernantes.
Tampoco estabais ahí cuando había que protestar contra alguna guerra, contra
recortes en Sanidad o contra la pobreza energética. Sólo estáis ahí para
protestar contra el matrimonio entre personas del mismo sexo, contra el aborto,
contra los derechos de cualquier persona a formar una familia o a cambiar de
género. Sólo para molestar y para hacer daño.
Así que nos caes mal, Ignacio, nos caes bastante mal. Tú y
tu autobús os vais a seguir encontrando con insultos, huevos, pintadas y
cristales rotos. Porque no somos tolerantes, no os vamos a soportar ni os vamos
a dejar en paz hasta que vuestras ideas sean sólo una mancha vergonzosa en los
libros de Historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario