domingo, 16 de diciembre de 2018

Twin Peaks: El dossier final

Fragmento del libro Twin Peaks: El dossier final, de Mark Frost, que creo que explica muy bien, a través de las palabras del personaje de Tammy, qué es lo que pretendía transmitir la serie. Aún para quien no conozca la serie, creo que es una reflexión bastante interesante sobre el miedo y la esperanza de la vida en general.


Usted quería saber lo que pasó en ese pueblo y esa región, a esa gente a la que conocía a la que creo que he llegado a conocer igual de bien. Significaban algo para usted por una razón, imagino, más allá de simplemente conocerles, más allá de que fueran gente buena o interesante por derecho propio: porque estaba todo allí, en un pueblo. Toda la vida, de la cuna a la tumba, cada matiz y color del espectro, como un fractal, hecho en sí mismo de partes infinitas. El océano en una gota de agua.

Me siento como si me hubiera metido en un terreno pantanoso que debería preocuparnos a todos nosotros: que el núcleo central de la existencia humana es la fascinación; y su análogo es el miedo. No puedes tener uno sin el otro, las dos caras de la moneda.


Y aún cuando nos fascinamos por lo que estamos haciendo, también pasamos miedo, tan profundamente por debajo de la superficie de nuestras vidas que sólo unos pocos soportan mirarlo, de que la vida sea sólo una broma sin sentido, un extravagante ejercicio de morbosidad, un relato de dolor y sufrimiento iluminado por flashes, y soportable sólo por momentos de compañerismo y alegría efímera. Por el camino, conforme nos esforzamos por llegar a un acuerdo y comprender por qué nos ha acontecido este extraño destino, el tiempo ya no es nuestro aliado -como creíamos al derrocharlo en nuestra juventud- sino nuestro ejecutor. A veces parece como una broma cruel hecha a nuestra costa, sin nuestro consentimiento.

[...]

¿Puede usted decirme si al final se llega al otro lado de algún tipo de comprensión, o tengo que tomármelo con fe? Sólo hay un sentimiento redentor al que poder aferrarme, siempre que llegue tan lejos (y no estoy diciendo que esté ya allí, en cualquier caso), pero cuando todo se desenmascara y te das cuenta de que tú misma eres la única persona capaz de juntar las piezas, por ti misma, sola -sin respuestas fáciles de un libro, canción, película, ni de las tranquilizadoras palabras de alguien más viejo y "sabio"- noto que hay una tendencia a enfocar y preparar la mente, y fortalecer la voluntad de vivir constantemente con todos mis sentidos abiertos y atentos.

Una idea clara emerge de ese crisol, forjada y endurecida como el acero laminado:

No debemos rendirnos.

Nunca.

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