Un monge basiliano dura misión cumplía,
portar gran tesoro e dárselo a usía,
lo portava en el cuero vien seguro, a fe mía,
pues era un vuen monge e Dios lo protegía.
Misión dificil era e muy largo el camino;
maguera el basiliano era monge y no fino,
que dormía en el suelo e no entre seda y lino,
su sed saciar mandava e mandava un vuen vino.
Vio una posadería e se engorró a descansar,
sació vien su apetito e se dirigió a la mar,
mas unas cortesanas lo quisieron tentar,
a quedarse en la casa e otro apetito saciar.
Las mugieres rogaron diçiendo ser fermanas,
mas las súplicas esas eran del todo vanas:
el basiliano siempre fuxó de cortesanas,
pues era muy vuen monge e se aguantó las ganas.
El monge dexó el sitio tras pagar su hostalage,
montó en su cabel pardo e siguió el duro viage,
a la mar ya llegando fizo llegar mensage,
para alquilar gran barca tras pagar un peage.
Aquí no avía peage pensó el monge extrañado,
vio que eso era pastija no propia de un honrado,
e siempre la mentira ha sido mal pecado,
a Dios rogó por eso para far aguisado.
Fue el monge a por la barca pronto al día siguiente,
no le echaron el clavo por ser muy vuen cliente,
el vendedor fue vueno agora era decente,
es vien cierto que el Alto oras cambia al que miente.
Se echó a la mar el monge a far su cometido,
mas fizo gran tormenta e dio un gran apellido,
lo oyó Dios en el Cielo e ayudó al monge ardido,
calmando la tormenta commo es vien debido.
Después a su destino arrivó el basiliano,
llegó alegre a la çima muy contento e muy sano,
saviendo que su viage no había sido en vano,
sacó su gran tesoro a usía se lo dio en mano.
Vieron vien su noblesa vieron la maravilla,
e la proeza del monge se contó en toda la villa,
mas éste estava alegre con su vida sencilla,
al buen Dios siempre orando ya que somos arcilla.
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