Ser un buen psicólogo es un poco
como ser un buen fisioterapeuta. Tienes que arreglar los problemas con los que
acuden los pacientes, pero de paso remueves todo, y a veces hasta encuentras
problemas que el paciente no sabía que tenía. Cuando vuelves a colocar todo en
su sitio es un proceso doloroso, pero con el paso del tiempo los pacientes lo
agradecen mucho.
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