martes, 24 de septiembre de 2019

Trip report: Trufas Mistery Mix Purple



Estoy en Amsterdam y compro una caja de trufas alucinógenas de 10 gramos. Mistery Mix Purple, la más potente que tienen. En la caja pone que hay dos dosis, pero el vendedor me dice que para un buen viaje debería tomarla entera (con sólo media caja “haría click pero boom”, dice).

Así que la tomo entera. Estoy en la habitación de hotel con tres colegas. Me siento un poco impaciente, parece que no sube. Pasada una hora sí noto que me río con más facilidad, me río bastante a lo largo de las conversaciones.

Después, al salir a la calle, los sonidos se distorsionan, la orientación es más difícil, la percepción del tiempo y el espacio varían un poco… no noto frío, a pesar de que debe de hacer bastante. Me siento muy ligero.

Los síntomas van variando hacia una sensación de bienestar y de lucidez muy positivas. Siento ganas de hacer cosas, de conocer gente. Éste es el pico de efectos positivos que voy a tener, y no es un viaje realmente espectacular, no hay alucinaciones propiamente dichas, por ejemplo.

Tal vez sea por no haber tenido el estómago lo bastante vacío… no sé. Pero parece que los efectos ya se han pasado. Han pasado cuatro horas desde que he comido la primera caja y compro y me como una segunda. Esto será un error, probablemente. Lo cierto es que pensaba que cuatro horas sería tiempo de sobra para que los efectos no se acumularan y decidir ya que podía duplicar la dosis.

Aún así, las horas siguen pasando con normalidad. De la segunda caja ni siquiera noto efectos en bastante tiempo… tal vez han pasado algo más de dos horas después de comer la segunda caja, algo más de seis después de comer la primera, y regresamos al hotel.

Impaciente y decepcionado por no haber tenido tantos efectos como los deseados, pido unos tiros de un porro a uno de los tres colegas en la habitación. No mucho, sólo fumo unos tiros; creo, sin embargo, que esta pequeña dosis de hachís sumada a una dosis tan alta de trufas puede ser el detonante principal del mal viaje. O quizás no, quizás habría pasado de todas formas… no sé.
El caso es que cuando apagamos la luz, mis movimientos son muy lentos, me cuesta pensar. Estoy algo agobiado.

No puedo dormir y empieza el mal tripi. No puedo pensar, pronto me encuentro completamente fuera del tiempo: atrapado en una especie de bucle, de momento de Eternidad. No hay filtro: una vez más, nadie lo explica mejor que Aldous Huxley: las puertas de la percepción se han roto. Todo sucede a la vez. Todo pensamiento, todo sentimiento, toda paranoia, todo recuerdo de cualquier época de mi vida está asaltando mi cerebro a la vez, y no hay una consecución lógica: cada momento no precede ni sucede a ningún otro, sencillamente no existe el paso del tiempo, todo es a la vez.

Sé que el paso del tiempo tal y como lo conocemos no existe y es sólo una ilusión de la mente humana en base a conclusiones de las obras de Einsten y Minkowski, por lo que siempre había querido vivir uno de estos momentos de Eternidad, pero pensaba que sería mucho más agradable. En este caso, es muy angustioso.

Me siento patético y humillado y no sé muy bien por qué. Creo que todo empieza por una débil base real sobre lo caro que es todo en Amsterdam en relación a lo que estoy acostumbrado y, a partir de ahí, mi mente paranoica sobredimensiona totalmente esto. Me siento como si me hubieran robado a punta de navaja hasta el último céntimo, como si esta ciudad me hubiera masticado, exprimido y escupido. No son pensamientos racionales y, sin embargo, por algún motivo me siento terriblemente humillado. Tampoco puedo moverme más allá de hacer algunos gestos extraños.

No quiero molestar a los demás, que ya están durmiendo, pero necesito ayuda. Sigo atrapado en un bucle y no estoy seguro de cuándo he hablado finalmente en voz alta y cuándo era sólo mi discurso interno el que pedía ayuda: probablemente, formulo frases de ayuda en mi cabeza docenas de veces –parecen cientos- antes de pronunciar alguna en voz alta.

Digo algo así como “Chavales, necesito ayuda. Me encuentro mal, me han sentado mal las trufas, demasiadas trufas”. Los otros se despiertan y encienden las luces para ver cómo estoy, pero tampoco puedo explicar qué me pasa exactamente. Apenas puedo hablar y no sé qué es lo que pienso y qué es lo que digo en voz alta. Sólo me salen palabras sueltas, no puedo formular frases coherentes, sólo repetir vagamente ideas acerca de que me encuentro mal por comer demasiadas trufas, que no puedo dormir ni pensar ni salir del bucle en el que estoy atrapado. Todas estas frases se mezclan con absolutamente cualquier tipo de pensamiento: desde recuerdos de la infancia hasta frases de películas, libros o vídeos virales, lo mismo da. Como decía, no hay filtro, todo viene a mi cabeza a la vez. Cada frase la digo en distinto volumen, distinto tono, incluso distintos acentos. No parece tener sentido.

Aunque el tiempo es imposible de calcular en ese momento, ahora calculo que habrían pasado unos veinte minutos desde las caladas al porro, varias horas desde las últimas trufas comidas. De ahí que crea que el hachís pudo actuar como detonante, porque el mal viaje se produce poco después de su consumo: posiblemente mezclarlo con las trufas fuera la gota que colmó el vaso.

De todas formas, tampoco es que puedan hacer mucho por ayudarme, así que sigo diciendo cosas incoherentes en voz alta. Con el paso del tiempo, terminan apagando la luz, deseando que se me pase el viaje y volviendo a dormirse, mientras yo continúo hablando solo.

Lo siguiente que sé es que me despierto por la mañana. Me sorprende haberme dormido, pero es como si no lo hubiera hecho. Aunque debo de haber dormido varias horas, me siento como si no hubiera dormido ninguna en absoluto, totalmente reventado.

A duras penas puedo cambiarme, hacer la maleta y bajar del hotel; cada paso se va volviendo más y más difícil, supone un enorme esfuerzo. Tengo una sensación de náusea constante. Al menos ya soy consciente del paso del tiempo y no digo cosas incoherentes, aunque sigue costando mucho pensar.
Mientras desayunan –yo no tengo apetito- vuelvo a entrar en un pequeño bucle de agobio, aunque menos intenso. Me agobio por cómo voy a poder llegar al aeropuerto, a hacer lo que debo de hacer, si apenas puedo moverme ni hablar.

Finalmente, consigo levantarme e ir al baño, con intención de vomitar. Sé que las setas deben de estar digeridas de sobra, pero la sensación de náusea sigue ahí. Una vez en el baño –y a pesar de que está toda la taza meada, que ayuda- no consigo vomitar, ni siquiera forzando el reflejo emético. Pero, a efectos prácticos, funciona: tras unas cuantas arcadas, a pesar de no vomitar, me siento como si lo hubiera hecho, la sensación de náusea desaparece y me encuentro más despejado.

Las próximas horas sigo aturdido, como estando aún bajo los efectos de las trufas; poco a poco, este aturdimiento que identifico más con las trufas se va convirtiendo en uno más semejante al puro sueño y agotamiento.

Es eso lo que siento, vaya: sueño y agotamiento. He debido de dormir más de cinco horas, pero me siento como si no hubiera dormido ninguna. Alguno de los colegas comenta que no estoy acostumbrado a dormir tan poco durante varios días, y lleva cierta razón en eso; pero sé que se equivoca al pensar que de ahí viene mi estado. O sea, hasta cierto punto, conozco mi cuerpo: sé que si sólo duermo cinco horas voy a pasar mucho sueño y cansancio a lo largo del día, pero ni de lejos hasta este punto. Me siento como si no hubiera dormido nada: sencillamente, parece que, al dormir bajo los efectos de las trufas alucinógenas, no he podido descansar en absoluto, las horas de sueño no han cumplido su función. Me quedo dormido hasta al sentarme en una terraza, nunca me había pasado eso.

Podría seguir contando lo mal que me va intentando permanecer despierto, pero creo que se entiende: el objetivo del trip report es analizar las consecuencias del consumo y una es no haber descansado, sin más. Sí cabe mencionar cierta diarrea, no muy fuerte, y el exhaustivo control al que me sometieron en el aeropuerto, probablemente al ver síntomas claros de haber consumido drogas en mi cara (o igual sólo porque son unos cabrones, que también puede ser).

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