Existe
más de un caso de shows televisivos en los que alguien pretende –al menos, de
cara a las cámaras- hacer el trabajo que corresponde a psicólogxs o educadorxs.
Por tanto, quizá sea injusto centrar todo este artículo en un solo caso, pero
creo que es el que mejor ejemplifica esto, las consecuencias que puede tener y
hasta dónde se puede estirar el show.
Hablo
de Pedro García Aguado, claro, que saltó a la fama con el programa Hermano
Mayor. Por cierto, que el título de ese programa da para toda una disertación
sobre por qué se ha traducido tan mal la obra de George Orwell hasta fijarse en
el inconsciente colectivo la errónea traducción de Big Brother por Gran Hermano
(expresión que no tiene sentido alguno) en lugar de Hermano Mayor, lo que a su
vez ha llevado a que un programa de TV se llame Gran Hermano cuando tendría que
haberse llamado Hermano Mayor y no dejaría en ese caso hueco para un show de
temática distinta como efectivamente es Hermano Mayor, pero ése no es el tema
de este artículo.
La
historia de García Aguado es sobradamente conocida a nivel popular: campeón de
waterpolo, tuvo problemas de adicción a las drogas. Consiguió superarlos y
desde entonces ayuda a otros adolescentes a que no tomen el mismo camino que
él. A raíz de eso, empieza el show televisivo.
Las
pocas veces que vi fragmentos de este programa –no suelo ver la TV- me encontré
un show que poco tenía que ver con la psicología o la educación: en primer
lugar, por lo fingido que estaba, lo exagerado de las reacciones de lxs
adolescentes actuando ante la cámara. Pero, en segundo lugar, para quitarle aún
más realismo, también por lo ridículo de las técnicas usadas: lecciones de
kárate, golpes a un gong o pinchar globos formaban una parte imprescindible de
la supuesta terapia que haría que un adolescente regresara al buen camino, o
algo así.
Todo
esto, por cierto, parece ser una mera evolución televisiva con una débil base
en terapias de la psicología Gestalt; rama de la psicología que, si bien aporta
ideas interesantes, no se caracteriza por su eficacia: los estudios hechos con
una muestra lo bastante amplia y una buena metodología sobre la eficacia de las
terapias Gestalt, hasta el momento, han indicado que no son mejores que un
placebo. No tienen realmente una eficacia mayor que no hacer nada, de hecho. Y,
como digo, las usadas en Hermano Mayor ni siquiera se molestan en seguir la
línea teórica, sino que más bien distorsionan y exageran la peor parte de la
psicología Gestalt; en su conjunto, recuerdan más a una grotesca parodia de un
gag de Los Simpsons –ése en el que el dr. Marvin Monroe anima a la familia a
electrocutarse entre ellos por cada actitud que no les guste- que a una terapia
real.
Lo
siguiente que supe fue que daba charlas sobre drogas en institutos, con un enfoque
bastante prohibicionista y poniéndose de ejemplo a sí mismo sobre los daños que
pueden causar las drogas. Personalmente, creo que suficientes años de políticas
prohibicionistas han dejado claro que el enfoque de reducción de daños debería
reemplazar su protagonismo. Pero ésa ni siquiera es la principal cuestión: la
principal cuestión es que el mensaje clásico “no se os ocurra probar las drogas
o acabaréis igual de mal que yo” puede resultar un poco confuso para
adolescentes cuando viene de una estrella televisiva que tiene fama y dinero
precisamente por su historial con las drogas. Es más, yo diría que el mensaje
puede provocar exactamente el efecto contrario.
Entre
Hermano Mayor y charlas dudosas, a Pedro García Aguado le dio tiempo a
invertir: posee el 50% de las acciones de un centro de tratamiento de
adicciones, el Centro Tempus. También es terapeuta en este mismo centro, aunque
no sé con seguridad si ambas cosas están relacionadas. Quiero decir: puesto que
García Aguado no tiene título de terapeuta, es un poco raro que pueda trabajar
como tal, a menos que se deba a que él sea el dueño del 50% del centro y se
pueda contratar a sí mismo; pero como digo, esto es sólo una sospecha mía.
La
web del Centro Tempus es bastante curiosa. Nada más abrirla nos da la
bienvenida una imagen gigante de la cara de Pedro García Aguado. Bajando un
poco más, lo siguiente que nos encontramos es otra foto de Pedro García Aguado,
esta vez acompañada de una cita de Henry Ford (porque no hay nada como una cita
de un amigo personal de Hitler y de una de las pocas personas a las que alaba
en Mein Kampf para superar una adicción, supongo).
La
sección de ¿Quiénes somos? es quizá la que termina de rematar el panorama, con
un: "Somos un equipo multidisciplinar formado por José Vicente Marín,
Pedro García Aguado, psiquiatras, psicólogos, terapeutas y trabajadores
sociales." En una extraña inversión de papeles, parece que sólo se
menciona por su nombre propio precisamente a los que menos aportan, y cualquier
profesional de verdad que pueda tener el centro –que, imagino, los habrá- queda
en un papel secundario. Y esto lo comento considerando el historial de los dos
a los que se menciona y el hecho de que son los dueños del centro; por lo
demás, no sería un problema. Muchísimos centros de adicciones funcionan en gran
medida gracias al apoyo de personas, voluntarias o no, que no tienen un título
en psicología, educación social o terapia ocupacional, pero que sí tienen
muchas ganas de ayudar y, con los años, mucha experiencia y ganas de seguir
aprendiendo; a menudo, estas personas pueden aportar más que otras con títulos,
por eso soy de los primeros en defender que no hace falta un título
universitario para trabajar en un centro de adicciones. Ojalá fuera este caso.
Sin embargo, el hecho de que los que no tienen título sean los dueños del
centro, y el hecho de que ese centro no sea público o perteneciente a una ONG u
otro tipo de asociación sin ánimo de lucro, me lleva a pensar que en este caso
no hay tantas ganas de ayudar y de aprender como de ganar dinero con ello. Que
todo gire en torno a la imagen de Pedro García Aguado es un extra que me hace
sospecharlo aún más fuertemente.
Pasado
esto, entramos en la última etapa a analizar: cómo García Aguado se va
adentrando en política. Tras unos breves coqueteos con Ciudadanos, parece
decantarse por el PP y, a lo largo de varios meses, en su cuenta de Twitter se
van sucediendo halagos a Isabel Díaz Ayuso y difusión de sus discursos, lo que
culmina cuando, a finales de agosto, es nombrado por ésta Director General de
la Juventud en la Comunidad de Madrid.
Sus
propuestas en el tema no me parecen las más eficaces, y me explico: en una
entrevista concedida al ABC (20/10/19), habla de su proyecto más ambicioso como
director general de la Juventud: “abrir espacios libres de alcohol y droga para
los jóvenes”. Admite que ya han existido proyectos parecidos, “pero siempre ha
quedado como relegada a un latazo”, mientras que “esto va a ser potente”. Sobre
la que yo creo que es la diferencia principal, remarca: “si yo te veo en este
espacio, y te digo, creo que has consumido, ¿te prestarías a hacer un análisis
lingual? Mira, has consumido tal, tal y tal. ¿quieres venir a una charla de 20
minutos en el ámbito preventivo?”
Es
decir, esencialmente, Pedro García Aguado propone espacios de ocios en los que
existan, por así decirlo, “seguratas” con funciones ampliadas: no sólo se
encargarán de vigilar de que no haya gente consumiendo drogas en ese espacio,
sino que también vigilarán que no las hayan consumido antes y harán análisis
linguales para asegurarse. Honestamente, no estoy seguro de que exista una
forma peor dentro de la legalidad de asegurarse de que los jóvenes no consumen
drogas que pasarles un test lingual si el personal de seguridad cree apreciar
indicios de que han consumido drogas en el pasado reciente. Creo que es,
básicamente, el último sitio al que querría ir un adolescente que esté
considerando dejar de consumir. Ni siquiera “música […], tatuajes de henna…
aquello que te hace sentir libre y joven […], todas esas cosas chulísimas que
les van a los jóvenes” (extracto literal de las declaraciones de Aguado) podría
hacer que ese perfil de adolescente acuda a ese espacio si no es como una
especie de castigo.
La
última noticia que he leído es que se le ha acusado de ofrecer un programa
fraudulento en el mencionado Centro Tempus, puesto que este centro sigue
ofertando sus servicios como terapeuta, a pesar de que la ley de
incompatibilidades impide que pueda trabajar allí debido a su nuevo cargo. El
centro ya ha anunciado que simplemente la información de la web no está
actualizada y que están trabajando en ello.
A
mí, en cualquier caso, toda esta trayectoria me lleva a pensar, ya desde los
tiempos de Hermano Mayor y ahora con muchas más razones, que sería prudente
dejar temas tan delicados como la salud mental o las políticas sobre salud en
manos de profesionales y gente dispuesta a aprender y mejorar; no en manos de
un showman que sólo pueda dar un espectáculo más o menos entretenido.
PD:
Ya escrito este artículo, Pedro García Aguado ha decidido dimitir de su cargo.
Me va a marear con tanto giro, pero bueno, creo que la juventud de Madrid lo
agradecerá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario