jueves, 28 de noviembre de 2013

El Estado, por F. Engels

Hoy hace 193 años que nació Friedrich Engels, así que es un momento muy bonito para poner su explicación sobre el Estado, que siempre me ha gustado.



El Estado no es, en modo alguno, un Poder impuesto desde fuera a la sociedad; ni es tampoco 'la realidad de la idea moral', 'la imagen y la realidad de la razón', como afirma Hegel. El Estado es, más bien, un producto de la sociedad al llegar a una determinada fase de desarrollo; es la confesión de que esta sociedad se ha enredado con sigo misma en una contradicción insoluble, se ha dividido en antagonismos irreconciliables, que ella es impotente para conjurar. Y para que estos antagonismos, estas clases con intereses económicos en pugna, no se devoren a sí mismas y no devoren a la sociedad en una lucha estéril, para eso hízose necesario un Poder situado, aparentemente, por encima de la sociedad y llamado a amortiguar el conflicto, a mantenerlo dentro de los límites del 'orden'. Y este Poder, que brota de la sociedad, pero que se coloca por encima de ella y que se divorcia cada vez más de ella, es el Estado

[...]

Como el Estado nació de la necesidad de tener a raya los antagonismos de clase, y como, al mismo tiempo, nació en medio del conflicto de estas clases, el Estado lo es, por regla general, de la clase más poderosa, de la clase económicamente dominante, que con ayuda de él se convierte también en la clase políticamente dominante, adquiriendo así nuevos medios para la represión y explotación de la clase oprimida. . . No fueron sólo el Estado antiguo y el Estado feudal órganos de explotación de los esclavos y de los campesinos siervos y vasallos: también el moderno Estado representativo es instrumento de explotación del trabajo asalariado por el capital. Sin embargo, excepcionalmente, hay períodos en que las clases en pugna se equilibran hasta tal punto, que el Poder del Estado adquiere momentáneamente, como aparente mediador, una cierta independencia respecto a ambas.

[...]


Por tanto, el Estado no ha existido eternamente. Ha habido sociedades que se las arreglaron sin él, que no tuvieron la menor noción del Estado ni del Poder estatal. Al llegar a una determinada fase del desarrollo económico, que estaba ligada necesariamente a la división de la sociedad en clases, esta división hizo que el Estado se convirtiese en una necesidad. Ahora nos acercamos con paso veloz a una fase de desarrollo de la producción en que la existencia de estas clases no sólo deja de ser una necesidad, sino que se convierte en un obstáculo directo para la producción. Las clases desaparecerán de un modo tan inevitable como surgieron en su día. Con la desaparición de las clases, desaparecerá inevitablemente el Estado. La sociedad, reorganizando de un modo nuevo la producción sobre la base de una asociación libre e igual de productores, enviará toda la máquina del Estado al lugar que entonces le ha de corresponder: al museo de antiguedades, junto a la rueca y al hacha de bronce.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Micropoema en prosa

Extrañamente, el dolor del pasado se disfumina y se desvanece; los buenos recuerdos, los lugares, la gente a la que ya no veo, aún se yerguen altivos, como anclas para la nave de la nostalgia que se niega a zarpar de mi consciencia.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Citas de Frank Zappa


Si tienes una vida aburrida y mediocre es por haber escuchado a tu mami, a tu papi, a tus profesores, a los curas o a algún tipo en la televisión diciéndote cómo hacer las cosas ¡Así que te lo mereces!

¡CUIDADO! Este álbum contiene material que una sociedad verdaderamente libre nunca temería ni suprimiría. El lenguaje y conceptos contenidos aquí garantizan no causar tormento en el sitio donde el tío de los cuernos y tridente lleva sus asuntos. Esta garantía es tan real como el de los fundamentalistas que atacan la música rock en su vano intento de transformar América en una nación de estúpidos (en el nombre de Jesucristo). Si hay un infierno, sus llamas les esperan a ellos, no a nosotros.

La sociedad paga para tener un sistema educativo de mierda, porque mientras mas idiotas salgan, más fácil de venderles algo es, hacerlos dóciles consumidores, o empleaduchos. Graduados con sus títulos y nada en sus cabezas, que creen saber algo, pero no saben nada.

El comunismo no funciona porque a la gente le encanta poseer porquerías.

El maquillaje no cuenta, más vale mejorar tu mente.

La estupidez tiene un cierto encanto del que la ignorancia carece.


Recuerda que la información no es conocimiento. El conocimiento no es sabiduría. La sabiduría no es verdad. La verdad no es la belleza. La belleza no es el amor. El amor no es la música. La música... la música es lo mejor.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

La Mente

Sola, la Mente repasa sus recuerdos; pues, al fin y al cabo, no tiene sentidos –ni los necesita- y no puede hacer otra cosa que pensar.

A su alrededor sólo hay vacío, excepto quizá por alguna partícula aislada, pero es irrelevante. El Big Freeze ha llegado. La entropía ha alcanzado su punto máximo, y el Universo entero ha fallecido por una muerte térmica. La energía está distribuida de forma uniforme por todo el infinito, de manera que nunca hay una fluctuación lo bastante grande como para permitir cualquier tipo de trabajo, ni tan siquiera para permitir la existencia de la materia como tal. Sin embargo, la Mente sobrevive.

El Big Freeze no ha sido una sorpresa, desde luego. Los científicos lo vieron venir hacía incontables millones de años. Sencillamente, todo dependía de la gravedad: si ésta podía volver a juntar todas las partículas del Universo, seguramente volverían a condensarse en un único punto y, tal vez, volvería a haber un Big Bang; pero si la gravedad no era lo bastante fuerte… y no lo fue.

Por supuesto, en aquel momento no parecía haber modo de evitarlo… algunos hablaron de seres compuestos por partículas, pero aquello era pura ficción. ¿Cómo se iba a conseguir?

Y un día, alguien tuvo una idea. Entrelazamiento cuántico. De esta forma, con información transmitiéndose instantáneamente de un lugar a otro, daba igual que el Universo se expandiera hasta el infinito: podría haber seres que siempre sobrevivirían.

Se le dio muchas vueltas a la idea. ¿Había que crear una civilización de seres así? Los últimos avances en genética permitían diseñar la vida desde cero, pero diseñar ADN usando sólo determinadas partículas parecía realmente complicado.

Por tanto, la solución sería crearme a mí. La Mente. Un ordenador cuántico que pudiera transmitir información entre sus partículas independientemente del espacio y el tiempo.

La ciencia informática y la neurológica –pues al fin y al cabo tenía que ser capaz de pensar- estaban lo bastante avanzadas como para empezar. Pero crear una mente desde cero implicaba tener que interconectar las partículas una a una. Era un trabajo de miles de millones de años.

Las subvenciones cubrieron buena parte de los gastos, pero hubo muchas donaciones. Especialmente, actores o músicos millonarios que tenían interés en que sus obras perduraran para siempre. A esto se le añadió otra ventaja: las donaciones de particulares eran compensadas con un pequeño hueco en la Mente. De esta forma, cualquiera podía alcanzar la inmortalidad –en cierto sentido- a cambio de una suma de dinero.

Hubo que cambiar el proyecto de planeta muchas veces, conforme los soles en torno a los que orbitaban iban muriendo; pero predecirlo siempre era fácil, y contaban con milenios de ventaja en cada ocasión.

Todos fueron cayendo, uno a uno. La tecnología estaba cada vez más avanzada y había sistemas que aprovechaban la energía y la materia de formas que millones de años antes eran impensables, pero eso sólo consiguió retrasar el crecimiento de la entropía. El Universo era cada vez más grande, más frío y más oscuro.


Al fin, la Mente estuvo lista. Los últimos supervivientes murieron sabiendo que lo habían conseguido. Ya no quedaba nada más en el Universo; sólo la Mente, recordando eternamente trillones de vidas, de historias, de canciones y de poemas.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Discordia

Sacado del Principia Discordia.

“Habéis construido para vosotros armaduras psíquicas, os habéis fortificado en ellas, vuestra vista está restringida, vuestros movimientos son torpes y dolorosos, vuestra piel está amoratada, y vuestro espíritu asado al sol.
Soy caos. Soy la substancia de la que vuestros artistas y científicos construyen ritmos. Soy el espíritu con el que vuestros hijos y payasos ríen en feliz anarquía. Soy caos. Estoy viva, y os digo que sois libres.”

-Eris, en su aparición ante Malaclypse el Joven y Omar Ravenhurst.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Microrrelato punk: El premio

Empiezo una serie de microrrelatos que iré publicando cada cierto tiempo. Tratan de varios temas, y los he englobado bajo el título de microrrelatos punk. Creo que lo único que tendrán en común son las que me parecen las 3 características del punk: cagarse en todo, tono sarcástico y un estilo sencillo que podría usar cualquiera.

Érase una vez un grupo de matones. Estos chicos pasaban buena parte de su tiempo pegando a los niños más pequeños, casi siempre para robarles el almuerzo, a veces por diversión, ¿o quién sabe por qué? Los niños son así. A veces también se pegaban entre ellos –la mayoría de las veces, por supuesto, la pelea se iniciaba con una discusión sobre quién se quedaba el almuerzo de cada niño más débil-.

Un buen día, los matones decidieron hacer las paces entre ellos. No se pelearían nunca y, además, podrían unir sus fuerzas para ir todos juntos a por los niños más pequeños y robarles más y mejor, y darles palizas más fuertes aún.

Una profesora, que lo vio todo, decidió que era maravilloso que ya no se peleasen entre ellos aunque diesen palizas a los débiles, así que les dio un premio muy importante por portarse tan bien y ser tan buenos.


Y ésta es la historia de cómo la Unión Europea ganó el Premio Nobel de la Paz. Otro día pasaremos a Obama.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Tripas (Chuck Palahniuk)

Un relato corto de Chuck Palahniuk que usó para promocionar su libro Fantasmas y que siempre me ha encantado. Brutal. Si sois sensibles, absteneros.

Tomen aire.

Tomen tanto aire como puedan. Esta historia debería durar el tiempo que logren retener el aliento, y después un poco más. Así que escuchen tan rápido como les sea posible.

Cuando tenía trece años, un amigo mío escuchó hablar del “pegging”. Esto es cuando a un tipo le meten un pito por el culo. Si se estimula la próstata lo suficientemente fuerte, el rumor dice que se logran explosivos orgasmos sin manos. A esa edad, este amigo es un pequeño maníaco sexual. Siempre está buscando una manera mejor de estar al palo. Se va a comprar una zanahoria y un poco de jalea para llevar a cabo una pequeña investigación personal. Después se imagina cómo se va a ver la situación en la caja del supermercado, la zanahoria solitaria y la jalea moviéndose sobre la cinta de goma. Todos los empleados en fila, observando. Todos viendo la gran noche que ha planeado.

Entonces mi amigo compra leche y huevos y azúcar y una zanahoria, todos los ingredientes para una tarta de zanahorias. Y vaselina.

Como si se fuera a casa a meterse una tarta de zanahorias por el culo.

En casa, talla la zanahoria hasta convertirla en una contundente herramienta. La unta con grasa y se la mete en el culo. Entonces, nada. Ningún orgasmo. Nada pasa, salvo que duele.

Entonces la madre del chico grita que es hora de la cena. Le dice que baje inmediatamente.

Él se saca la zanahoria y entierra esa cosa resbaladiza y mugrienta entre la ropa sucia debajo de su cama.
Después de la cena va a buscar la zanahoria, pero ya no está allí. Mientras cenaba, su madre juntó toda la ropa sucia para lavarla. De ninguna manera podía encontrar la zanahoria, cuidadosamente tallada con un cuchillo de su cocina, todavía brillante de lubricante y apestosa.

Mi amigo espera meses bajo una nube oscura, esperando que sus padres lo confronten. Y nunca lo hacen. Nunca. Incluso ahora, que ha crecido, esa zanahoria invisible cuelga sobre cada cena de Navidad, cada fiesta de cumpleaños. Cada búsqueda de huevos de Pascua con sus hijos, los nietos de sus padres, esa zanahoria fantasma se cierne sobre ellos. Ese algo demasiado espantoso para ser nombrado.

Los franceses tienen una frase: “ingenio de escalera”. En francés, esprit de l’escalier. Se refiere a ese momento en que uno encuentra la respuesta, pero es demasiado tarde. Digamos que usted está en una fiesta y alguien lo insulta. Bajo presión, con todos mirando, usted dice algo tonto. Pero cuando se va de la fiesta, cuando baja la escalera, entonces, la magia. A usted se le ocurre la frase perfecta que debería haber dicho. La perfecta réplica humillante. Ese es el espíritu de la escalera.

El problema es que los franceses no tienen una definición para las cosas estúpidas que uno realmente dice cuando está bajo presión. Esas cosas estúpidas y desesperadas que uno en verdad piensa o hace.
Algunas bajezas no tienen nombre. De algunas bajezas ni siquiera se puede hablar.

Mirando atrás, muchos psiquiatras expertos en jóvenes y psicopedagogos ahora dicen que el último pico en la ola de suicidios adolescentes era de chicos que trataban de asfixiarse mientras se masturbaban. Sus padres los encontraban, una toalla alrededor del cuello, atada al ropero de la habitación, el chico muerto. Esperma por todas partes. Por supuesto, los padres limpiaban todo. Le ponían pantalones al chico. Hacían que se viera... mejor. Intencional, al menos. Un típico triste suicidio adolescente.

Otro amigo mío, un chico de la escuela con su hermano mayor en la Marina, contaba que los tipos en Medio Oriente se masturban distinto a como lo hacemos nosotros. Su hermano estaba estacionado en un país de camellos donde los mercados públicos venden lo que podrían ser elegantes cortapapeles. Cada herramienta es una delgada vara de plata lustrada o latón, quizá tan larga como una mano, con una gran punta, a veces una gran bola de metal o el tipo de mango refinado que se puede encontrar en una espada. Este hermano en la Marina decía que los árabes se ponen al palo y después se insertan esta vara de metal dentro de todo el largo de su erección. Y se masturban con la vara adentro, y eso hace que masturbarse sea mucho mejor. Más intenso.

Es el tipo de hermano mayor que viaja por el mundo y manda a casa dichos franceses, dichos rusos, útiles sugerencias para masturbarse. Después de esto, un día el hermano menor falta a la escuela. Esa noche llama para pedirme que le lleve los deberes de las próximas semanas. Porque está en el hospital.

Tiene que compartir la habitación con viejos que se atienden por sus tripas. Dice que todos tienen que compartir la misma televisión. Su única privacidad es una cortina. Sus padres no lo visitan. Por teléfono, dice que sus padres ahora mismo podrían matar al hermano mayor que está en la Marina.

También dice que el día anterior estaba un poco drogado. En casa, en su habitación, estaba tirado en la cama, con una vela encendida y hojeando revistas porno, preparado para masturbarse. Todo esto después de escuchar la historia del hermano en la Marina. Esa referencia útil acerca de cómo se masturban los árabes. El chico mira alrededor para encontrar algo que podría ayudarlo. Un bolígrafo es demasiado grande. Un lápiz, demasiado grande y duro. Pero cuando la punta de la vela gotea, se logra una delgada y suave arista de cera. La frota y la moldea entre las palmas de sus manos. Larga y suave y delgada.

Drogado y caliente, se la introduce dentro, más y más profundo en la uretra. Con un gran resto de cera todavía asomándose, se pone a trabajar.

Aun ahora, dice que los árabes son muy astutos. Que reinventaron por completo la masturbación. Acostado en la cama, la cosa se pone tan buena que el chico no puede controlar el camino de la cera. Está a punto de lograrlo cuando la cera ya no se asoma fuera de su erección.

La delgada vara de cera se ha quedado dentro. Por completo. Tan adentro que no puede sentir su presencia en la uretra.

Desde abajo, su madre grita que es hora de la cena. Dice que tiene que bajar de inmediato. El chico de la cera y el chico de la zanahoria son personas diferentes, pero tienen vidas muy parecidas.

Después de la cena, al chico le empiezan a doler las tripas. Es cera, así que se imagina que se derretirá adentro y la meará. Ahora le duele la espalda. Los riñones. No puede pararse derecho.

El chico está hablando por teléfono desde su cama de hospital, y de fondo se pueden escuchar campanadas y gente gritando. Programas de juegos en televisión.

Las radiografías muestran la verdad, algo largo y delgado, doblado dentro de su vejiga. Esta larga y delgada V dentro suyo está almacenando todos los minerales de su orina. Se está poniendo más grande y dura, cubierta con cristales de calcio, golpea y desgarra las suaves paredes de su vejiga, obturando la salida de su orina. Sus riñones están trabados. Lo poco que gotea de su pene está rojo de sangre.

El chico y sus padres, toda la familia mirando las radiografías con el médico y las enfermeras parados allí, la gran V de cera brillando para que todos la vean: tiene que decir la verdad. La forma en que se masturban los árabes. Lo que le escribió su hermano en la Marina. En el teléfono, ahora, se pone a llorar.
Pagaron la operación de vejiga con el dinero ahorrado para la universidad. Un error estúpido, y ahora jamás será abogado. Meterse cosas adentro. Meterse dentro de cosas. Una vela en la pija o la cabeza en una horca, sabíamos que serían problemas grandes.

A lo que me metió en problemas a mí lo llamo “Bucear por perlas”. Esto significaba masturbarse bajo el agua, sentado en el fondo de la profunda piscina de mis padres. Respiraba hondo, con una patada me iba al fondo y me deshacía de mis shorts. Me quedaba sentado en el fondo dos, tres, cuatro minutos.
Sólo por masturbarme tenía una gran capacidad pulmonar. Si hubiera tenido una casa para mí solo, lo habría hecho durante tardes enteras.

Cuando finalmente terminaba de bombear, el esperma colgaba sobre mí en grandes gordos globos lechosos.
Después había más buceo, para recolectarla y limpiar cada resto con una toalla. Por eso se llamaba “bucear por perlas”. Aun con el cloro, me preocupaba mi hermana. O, por Dios, mi madre.

Ese solía ser mi mayor miedo en el mundo: que mi hermana adolescente virgen pensara que estaba engordando y diera a luz a un bebé de dos cabezas retardado. Las dos cabezas me mirarían a mí. A mí, el padre y el tío. Pero al final, lo que te preocupa nunca es lo que te atrapa.

La mejor parte de bucear por perlas era el tubo para el filtro de la pileta y la bomba de circulación. La mejor parte era desnudarse y sentarse allí.

Como dicen los franceses, ¿a quién no le gusta que le chupen el culo? De todos modos, en un minuto se pasa de ser un chico masturbándose a un chico que nunca será abogado.

En un minuto estoy acomodado en el fondo de la piscina, y el cielo ondula, celeste, através de un metro y medio de agua sobre mi cabeza. El mundo está silencioso salvo por el latido del corazón en mis oídos. Los shorts amarillos están alrededor de mi cuello por seguridad, por si aparece un amigo, un vecino o cualquiera preguntando por qué falté al entrenamiento de fútbol. Siento la continua chupada del tubo de la pileta, y estoy meneando mi culo blanco y flaco sobre esa sensación. Tengo aire suficiente y la pija en la mano. Mis padres se fueron a trabajar y mi hermana tiene clase de ballet. Se supone que no habrá nadie en casa durante horas.

Mi mano me lleva casi al punto de acabar, y paro. Nado hacia la superficie para tomar aire. Vuelvo a bajar y me siento en el fondo. Hago esto una y otra vez.

Debe ser por esto que las chicas quieren sentarse sobre tu cara. La succión es como una descarga que nunca se detiene. Con la pija dura, mientras me chupan el culo, no necesito aire. El corazón late en los oídos, me quedo abajo hasta que brillantes estrellas de luz se deslizan alrededor de mis ojos. Mis piernas estiradas, la parte de atrás de las rodillas rozando fuerte el fondo de concreto. Los dedos de los pies se vuelven azules, los dedos de los pies y las manos arrugados por estar tanto tiempo en el agua.

Y después dejo que suceda. Los grandes globos blancos se sueltan. Las perlas. Entonces necesito aire. Pero cuando intento dar una patada para elevarme, no puedo. No puedo sacar los pies. Mi culo está atrapado.

Los paramédicos de emergencias dirán que cada año cerca de 150 personas se quedan atascadas de este modo, chupadas por la bomba de circulación. Queda atrapado el pelo largo, o el culo, y se ahoga. Cada año, cantidad de gente se ahoga. La mayoría en Florida.

Sólo que la gente no habla del tema. Ni siquiera los franceses hablan acerca de todo. Con una rodilla arriba y un pie debajo de mi cuerpo, logro medio incorporarme cuando siento el tirón en mi culo. Con el pie pateo el fondo. Me estoy liberando pero al no tocar el concreto tampoco llego al aire. Todavía pateando bajo el agua, revoleando los brazos, estoy a medio camino de la superficie pero no llego más arriba. Los latidos en mi cabeza son fuertes y rápidos.

Con chispas de luz brillante cruzando ante mis ojos me doy vuelta para mirar... pero no tiene sentido. Esta soga gruesa, una especie de serpiente azul blancuzca trenzada con venas, ha salido del desagüe y está agarrada a mi culo. Algunas de las venas gotean rojo, sangre roja que parece negra bajo el agua y se desprende de pequeños rasguños en la pálida piel de la serpiente. La sangre se disemina, desaparece en el agua, y bajo la piel delgada azul blancuzca de la serpiente se pueden ver restos de una comida a medio digerir.

Esa es la única forma en que tiene sentido. Algún horrible monstruo marino, una serpiente del mar, algo que nunca vio la luz del día, se ha estado escondido en el oscuro fondo del desagüe de la pileta, y quiere comerme.

Así que la pateo, pateo su piel resbalosa y gomosa y llena de venas, pero cada vez sale más del desagüe. Ahora quizá sea tan larga como mi pierna, pero aún me retiene el culo. Con otra patada estoy a unos dos centímetros de lograr tomar aire. Todavía sintiendo que la serpiente tira de mi culo, estoy a un centímetro de escapar.

Dentro de la serpiente se pueden ver granos de maíz y maníes. Se puede ver una brillante bola anaranjada. Es la vitamina para caballos que mi padre me hace tomar para que gane peso. Para que consiga una beca gracias al fútbol. Con hierro extra y ácidos grasos omega tres. Ver esa pastilla me salva la vida.
No es una serpiente. Es mi largo intestino, mi colon, arrancado de mi cuerpo. Lo que los doctores llaman prolapso. Mis tripas chupadas por el desagüe.

Los paramédicos dirán que una bomba de agua de piscina larga 360 litros de agua por minuto. Eso son unos 200 kilos de presión. El gran problema es que por dentro estamos interconectados. Nuestro culo es sólo la parte final de nuestra boca. Si me suelto, la bomba sigue trabajando, desenredando mis entrañas hasta llegar a mi boca. Imaginen cagar 200 kilos de mierda y podrán apreciar cómo eso puede destrozarte.

Lo que puedo decir es que las entrañas no sienten mucho dolor. No de la misma manera que duele la piel.

Los doctores llaman materia fecal a lo que uno digiere. Más arriba es chyme, bolsones de una mugre delgada y corrediza decorada con maíz, maníes y arvejas.

Eso es la sopa de sangre y maíz, mierda y esperma y maníes que flota a mi alrededor. Aún con mis tripas saliendo del culo, conmigo sosteniendo lo que queda, aún entonces mi prioridad era volver a ponerme el short. Dios no permita que mis padres me vean la pija.

Una de mis manos está apretada en un puño alrededor de mi culo, la otra arranca el short amarillo del cuello. Pero ponérmelos es imposible.

Si quieren saber cómo se sienten los intestinos, compren uno de esos condones de piel de cabra. Saquen y desenrrollen uno. Llénenlo con mantequilla de maní, cúbranlo con lubricante y sosténganlo bajo el agua. Después traten de rasgarlo. Traten de abrirlo en dos. Es demasiado duro y gomoso. Es tan resbaladizo que no se puede sostener. Un condón de piel de cabra, eso es un intestino común.

Ven contra lo que estoy luchando.

Si me dejo ir por un segundo, me destripo.

Si nado hacia la superficie para buscar una bocanada de aire, me destripo.

Si no nado, me ahogo.

Es una decisión entre morir ya mismo o dentro de un minuto. Lo que mis padres encontrarán cuando vuelvan del trabajo es un gran feto desnudo, acurrucado sobre sí mismo. Flotando en el agua sucia de la piscina del patio. Sostenido por atrás por una gruesa cuerda de venas y tripas retorcidas. El opuesto de un adolescente que se ahorca cuando se masturba. Este es el bebé que trajeron del hospital trece años atrás. Este es el chico para el que deseaban una beca deportiva y un título universitario. El que los cuidaría cuando fueran viejos. Aquí está el que encarnaba todas sus esperanzas y sueños. Flotando, desnudo y muerto. Todo alrededor, grandes lechosas perlas de esperma desperdiciada.

Eso, o mis padres me encontrarán envuelto en una toalla ensangrentada, desmayado a medio camino entre la piscina y el teléfono de la cocina, mis desgarradas entrañas todavía colgando de la pierna de mis shorts amarillos. Algo de lo que ni los franceses hablarían.

Ese hermano mayor en la Marina nos enseñó otra buena frase. Rusa. Cuando nosotros decimos: “Necesito eso como necesito un agujero en la cabeza”, los rusos dicen: “Necesito eso como necesito un diente en el culo”. Mne eto nado kak zuby v zadnitse. Esas historias sobre cómo los animales capturados por una trampa se mastican su propia pierna; cualquier coyote puede decir que un par de mordiscos son mucho mejores que morir.

Mierda... aunque seas ruso, algún día podrías querer esos dientes. De otra manera, lo que tienes que hacer es retorcerte, dar vueltas. Enganchar un codo detrás de la rodilla y tirar de esa pierna hasta la cara. Morder tu propio culo. Uno se queda sin aire y mordería cualquier cosa con tal de volver a respirar.

No es algo que te gustaría contarle a una chica en la primera cita. No si quieres besarla antes de ir a dormir. Si les cuento qué gusto tenía, nunca nunca volverían a comer calamares.

Es difícil decir qué les disgustó más a mis padres: cómo me metí en el problema o cómo me salvé. Después del hospital, mi madre dijo: “No sabías lo que hacías, amor. Estabas en shock”. Y aprendió a cocinar huevos pasados por agua.

Toda esa gente asqueada o que me tiene lástima... la necesito como necesito dientes en el culo.

Hoy en día, la gente me dice que soy demasiado delgado. En las cenas, la gente se queda silenciosa o se enoja cuando no como la carne asada que prepararon. La carne asada me mata. El jamón cocido. Todo lo que se queda en mis entrañas durante más de un par de horas sale siendo todavía comida. Chauchas o atún en lata, me levanto y me los encuentro allí en el inodoro.

Después de sufrir una disección radical de los intestinos, la carne no se digiere muy bien. La mayoría de la gente tiene un metro y medio de intestino grueso. Yo tengo la suerte de conservar mis quince centímetros.

Así que nunca obtuve una beca deportiva, ni un título. Mis dos amigos, el chico de la cera y el de la zanahoria, crecieron, se pusieron grandotes, pero yo nunca llegué a pesar un kilo más de lo que pesaba cuando tenía trece años. Otro gran problema es que mis padres pagaron un montón de dinero por esa piscina. Al final mi padre le dijo al tipo de la piscina que fue el perro. El perro de la familia se cayó al agua y se ahogó. El cuerpo muerto quedó atrapado en el desagüe. Aun cuando el tipo que vino a arreglar la piscina abrío el filtro y sacó un tubo gomoso, un aguachento resto de intestino con una gran píldora naranja de vitaminas aún dentro, mi padre sólo dijo: “Ese maldito perro estaba loco”. Desde la ventana de mi pieza en el primer piso podía escuchar a mi papá decir: “No se podía confiar un segundo en ese perro...”.

Después mi hermana tuvo un atraso en su período menstrual.

Aun cuando cambiaron el agua de la pileta, aun después de que vendieron la casa y nos mudamos a otro estado, aun después del aborto de mi hermana, ni siquiera entonces mis padres volvieron a mencionarlo.

Esa es nuestra zanahoria invisible.

Ustedes, tomen aire ahora.


Yo todavía no lo hice.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

El hijo rebelde

Otra historia vieja que me apetecía recuperar.

—Mamá, tengo algo que decirte.

La madre dejó de revolver la cazuela y arqueó una ceja, al tiempo que lanzaba una mirada inquisitiva que pretendía debilitar las defensas de su hijo. No parecía conseguirlo del todo. El hijo mostraba esa expresión avergonzada y culpable, pero dispuesta a discutir y defender su posición, si esto fuera necesario para evadir algún tipo de castigo.

—Tengo novia—continuó el hijo.

Las palabras cayeron como un jarro de agua fría sobre su progenitora. Durante unos segundos, se produjo un silencio incómodo.

—Tienes… novia.
—Sí, eso es.

La madre no sabía muy bien qué gesto poner. Su ceño se frunció bajo el pañuelo que sujetaba su ornamentado pelo, del cual caía una cascada de trenzas, rastas y mechas hacia atrás.

—A ver si lo entiendo. O sea, que tienes novia, tú eres su novio y… ¿cómo va la cosa? ¿Quién es propiedad de quién?
—Mamá, no empieces…
—No, explícamelo. ¿Hay uno de los dos que prohibe al otro tener amigos del sexo opuesto, u os lo estáis prohibiendo mutuamente?
—¡Mamá!
—Eso es que tú eres de su propiedad, ¿no? Bueno, suele ser al revés, pero para el caso…
—¡Las cosas no son así!
—¿Ah, no? ¿Y cuánto tiempo va a pasar antes de qué te diga qué debes hacer o qué ropa te tienes que poner? Aunque eso igual sería hasta una mejora…

El hijo echó un vistazo a su ropa; pantalón de pana, polo y zapatillas de marca.

—¡Ya tengo edad para decidir cómo quiero vestirme! ¡Si ni siquiera me compras tú la ropa, la he tenido que comprar yo con mi dinero!
—¡El dinero de tu paga, dirás!

La discusión fue interrumpida bruscamente cuando una puerta se abrió. Unos pasos se oyeron a lo largo del pasillo hasta que el padre entró en la estancia. Era un hombre de poco más de 40 años, con ropa bastante desgastada, pelo largo y barba, varios pendientes colgando de las ya maltrechas orejas y un pañuelo palestino alrededor del cuello.

—Bueeeenos días—dijo.

Hubo un breve momento de tensión, mientras la madre y el hijo intentaban buscar la reacción más adecuada ante alguien que no había estado presente en la discusión.

—He vendido 200 gramos de la de interior—dijo el padre mientras salía al balcón a descalzarse—. Con esto tiraremos bien unas semanas. Igual hasta podríamos ir a comer al bar de Jon algún día, ¿qué os parece?
—Que mamá y tú deberíais volver a encontrar un trabajo de verdad.
—Eh, eh, eh, a ver, calma, ¿qué pasa?
—Que se ha levantado con mal pie y lo tiene que pagar con nosotros—respondió al instante la madre.
—¿Mal pie? ¡Me había levantado de muy buen humor hasta que tú has empezado a meterte con mi novia!
—¿Tienes novia?—preguntó el padre, confundido.

El hijo entró en cólera.

—¡No hacéis más que decirme lo que debo hacer y lo que no!
—Hijo, sólo queremos lo mejor para ti…—respondió la madre, suavizando el tono.
—¿Lo mejor para mí? ¡Si estáis todo el día tocándome los cojones!
—¡Esa boca!—le reprendió el padre, mientras el hijo salía de la cocina.
—¡Dejadme en paz! ¡Me voy al club de golf con mis amigos!
—¡Si te viera ahora tu abuelo se moría del disgusto!—gritó la madre, la voz quebrada por el llanto—¡A tu edad él estaba tirando piedras a los antidisturbios para conseguirnos un futuro mejor!
—¡Sí, claro, pero nunca me dio la paga! Bah… ¡A la mierda! ¡Me voy!


Hubo un portazo y los padres quedaron de pie en el recibidor, preguntándose que habrían hecho mal.

sábado, 2 de noviembre de 2013

La normalidad, por Robert Anton Wilson



A menos que seas un desnutrido e iletrado asiático con exactamente 1,04 vaginas y 0,96 pares de testículos, viviendo en una casa precaria, no eres normal: eres anormal, subnormal, supernormal, paranormal o cualquier otra variedad de normal.
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