Esta parábola está extraída del Principa Discordia, libro sagrado de los discordianos -aunque en realidad cualquier libro es un libro sagrado de los discordianos, hasta los escritos por bomberos o por pederastas-, y traducida por mí. Vamos, que puede tener algún pequeño fallo de traducción.
Un joven serio encontraba confusos los conflictos de mediados del siglo XX.
Acudió a mucha gente buscando una forma de resolver él mismo las discordias
internas que le atormentaban, pero seguía dubitativo.
Una noche en una cafetería, un autoordenado Maestro Zen le dijo: “Ve a la
mansión en ruinas que encontrarás en esta dirección que he escrito para ti. No
hables a los que viven allí; tienes que permanecer en silencio hasta que la
luna se alce mañana a la noche. Ve a la gran habitación a la derecha del
vestíbulo principal, siéntate en la posición del loto en la parte superior de
los escombros en la esquina noreste, mira a la esquina y medita.”
El joven siguió las instrucciones del Maestro Zen. Su meditación era
frecuentemente interrumpida por sus preocupaciones. Le preocupaba si los
accesorios de plomería caerían del baño de la segunda planta para unirse a las
tuberías y demás basura encima de la que estaba sentado. Le preocupaba cómo
sabría cuándo se alzaría la luna la noche siguiente. Le preocupaba la gente que
entraba en la habitación y lo que decían de él.
Sus preocupaciones y su meditación se interrumpieron cuando, como en una
prueba de su fe, un montón de excrementos cayeron de la segunda planta sobre
él. En ese momento dos personas entraron en la habitación. El primero le
preguntó al segundo quién era el hombre que estaba sentado allí. El segundo
replicó: “Algunos dicen que es un hombre santo. Otros que tiene la cabeza llena
de mierda.”
Al oír esto, el hombre fue iluminado.
*Por Camden Benares, el Director de la Cuenta de los Cinco, el humilde cabalista.
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