miércoles, 10 de septiembre de 2014

Escritor sin ideas (II)



Sin embargo, un cuchillo de dolor lanzado por unos gráciles dedos alcanza el corazón del escritor. Esto le inspira, pero es un precio muy alto a pagar: no compensa. De momento, nunca lo hace.

El escritor vaga de un lado para otro, sin ideas, frustrado. Hace falta vivir para escribir, aunque también escribir para vivir. Nada sale como lo planea, pero a veces se parece.

Sobrevuela un mar de lujuria, y otro de depresión. Tentáculos y extremidades surgen del agua intentando aferrarse, al globo, pero el escritor los desecha todos.

Con o sin musa, el escritor sigue sin ideas; el temor a nunca triunfar se cierne sobre él. ¿Es ego, tal vez, o sólo un deseo de inmortalidad? Parece tan lejano…

Al menos, puede vivir de mientras. Vivir para escribir, eso dice. Tal vez viajar, no sólo por los confines de su imaginación, sino también su cuerpo físico, y también por las tierras de la psicodelia y las alucinaciones, donde las ideas florecen como tulipanes a la espera de ser escritas.

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