-¡Chochito! ¡Ven aquí que te voy
a hacer un traje de saliva!
La mujer se alejó con cara de
asco. El Sr. Machista Feo dio otra calada a su puro mientras removía el vaso de
coñac en su mano.
No tenía ni idea de qué iba mal.
El hijo de su mejor amigo, Machista Guapo, apenas tenía 18 años y ya había
follado otras tantas veces en su vida más que él (sobre todo desde que salió en
Subnormales, Gilipollas y Viceversa, ahí se hinchó a follar y a hacer giras por
discotecas). Otro colega suyo, Machista Normalito, también se las arreglaba
para follar muy de vez en cuando, si las tías estaban lo bastante borrachas.
¿Por qué él no?
Qué leches, ¡incluso su propio
hermano, Feminista Feo, traía a alguna chica a casa de vez en cuando!
El mayor problema del sr. Machista
Feo es que cuanto más le rechazaban las mujeres, más rencor las guardaba y peor
las trataba, por lo que aquello era como una bola de nieve que iba creciendo y
creciendo.
Finalmente, al sr. Machista Feo
se le pasó la edad de mojar y evolucionó a su última etapa.
-Qué, asco, joder… mira a ésa
cómo enseña las tetas… eso en mis tiempos no pasaba… vaya puta, ésa lo que va
buscando es que la violen.
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