En la teología cristiana hay dos
modelos principales del fin del Universo, que, como los lectores más sabios que
hayan leído el título habrán deducido, se llaman escatologismo y
encarnacionismo.
El escatologismo propugna que un
buen día llegará el Juicio Final, habrá un lío de tres pares de cojones y al
final todos iremos al Cielo o al Infierno y el mundo terrenal quedará pues… no
muy bien parado, probablemente. El encarnacionismo, por el contrario, afirma
que un buen día llegará el Juicio Final y de alguna manera el mundo se
transformará para formar el Cielo o el Infierno.
Esto no lo he explicado muy bien,
y no sé si se entiende la noción. Básicamente la diferencia es que en el
escatologismo iremos al Cielo y habrá angelitos tocando la trompeta y muchas
nubes; en cambio, con el encarnacionismo, dado que se conserva parte –o todo,
depende del modelo exacto- del mundo actual, pues además de nubes y angelitos,
podremos tener en el Cielo un televisor HD de tropecientas pulgadas, conexión
WiFi permanente y esas cosas.
Dejando de lado la reflexión
sobre lo acostumbrados que estamos a la tecnología incluso a la hora de pedir
un Paraíso, quería centrar esta reflexión chorra, valga la redundancia, en algo
que me llama la atención: las religiones suelen aportar esperanza y sentido a
la vida, por eso tanta gente se aferra a ellas. El encarnacionismo, en cambio,
sólo aporta esperanza.
Es decir, ¿qué sentido le da a la
vida el encarnacionismo si todo se va a perder en el Juicio Final? Da igual lo
que progresemos, da igual lo que hagamos… con la excepción de pecar, claro, no
vaya a ser que eso te condene al Infierno. Pero, realmente, es un modelo que
asume que si te portas bien vas a ir al Cielo y te lo vas a encontrar igual
independientemente de lo que progrese la Humanidad : todo el progreso es nulo. Ahora se
entiende por qué en la Edad Media
la ciencia se la pelaba bastante a los señores de sotana.
Es más, al dar igual el progreso,
todo el interés de una persona debería estar en morirse de una vez para poder
ir al Cielo, porque da igual lo que haga en la Tierra , eso se perderá. Yo
creo que un encarnacionista debe estar ardiendo en deseos de suicidarse, claro
que no puede, porque es pecado y entonces no iría al Cielo que tanto espera.
Qué cosas.
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