domingo, 2 de septiembre de 2018

Responde, guapa

En su momento guardé este texto que encontré, si no recuerdo mal, rulando por Facebook. No sé quién lo escribió, pero parece buena idea compartirlo.

Imagina que eres actriz. Adoras tu profesión, trabajas duro y tienes talento. Has conseguido importantes premios y reconocimientos por parte la crítica. Imagina que ruedas una película. Imagina que empiezas a promocionarla con tus compañeros de reparto. Aunque el equipo está exhausto, en el ambiente se respiran nervios e ilusión por hablar del trabajo realizado. Cuando llega el turno de preguntas a tu compañero, la prensa se interesa por saber cómo ha tratado la profundidad de su personaje y si ha sido duro para él. Cuando llega tu turno, la prensa quiere saber… Qué tipo de dieta has hecho para entrar en un traje tan apretado.


Entrevista tras entrevista, compruebas cómo tu compañero no deja de responder a preguntas que tratan estrictamente sobre su papel mientras tú no te libras de responder a cosas sobre tu cuerpo que no tienen nada que ver con la película; como, por ejemplo, si podías llevar ropa interior debajo de aquel traje. Por eso, un día Scarlett Johansson hizo un inciso antes de hablar por septuagésima vez sobre su cuerpo para preguntar a su compañero: ¿por qué te hacen a ti las preguntas existenciales y a mí las de comida de conejo? Sí, entrenas y comes muchas cosas verdes, dijo, y acto seguido se alejó del micro con una mirada tan fría como el hielo.

Imagina que eres tenista profesional. Tu trayectoria es impresionante y todo el mundo habla de ti. Eres la gran promesa de tu país, la número cinco del mundo y tienes sólo veinte años. Imagina que después de un partido histórico para ti, una reportera te pregunta: si pudieras elegir a cualquier hombre para tener una cita, ¿a quién elegirías? Hasta la misma reportera te pide disculpas por la pregunta; le han obligado a hacértela. Imagina ahora que acabas de ganar otro partido, estás exhausta porque te has dejado hasta el alma en la pista, cuando un reportero te pregunta si puedes darte una vueltita para enseñarle cómo te queda la ropa. Sí, esta petición se la han hecho a Eugenie Bouchard justo después de haber jugado un partido de tenis.

Las críticas contra Eugenie no eran pocas; al fin y al cabo se mostraba en sus redes sociales en bikini o con ropa de verano y eso significaba que no se tomaba el tenis en serio. Claro, ¿cómo puede una mujer ser libre, tener vida privada y tomarse las cosas en serio al mismo tiempo? Qué barbaridad. Si tú me dices que Eugenie se llama Rafa Nadal, por ejemplo, entonces sí lo entiendo. Entonces podría petar las paradas de autobuses anunciando calzoncillos y bailar semidesnudo con Shakira y nadie pondría en duda su profesionalidad, porque él puede ser modelo y tenista al mismo tiempo y sería muy irrespetuoso exigirle a Rafa darse una vueltita para enseñar su look tras un partido. Si es que cómo somos, que no sabemos respetar a un profesional.

Imagina que has estudiado en el Instituto de Aviación de Moscú y ahora eres ingeniera aeroespacial. Estás a punto de viajar hasta la Estación Espacial Internacional, una hazaña para la que te has preparado durante siete años. Serás la cuarta cosmonauta rusa de la historia y la primera del siglo XXI. Para ello has tenido que realizar duros entrenamientos físicos, psicológicos y técnicos. Sin embargo, ningún entrenamiento te prepara para responder a las preguntas más difíciles antes del gran acontecimiento como qué piensas hacer para arreglarte el pelo en el espacio o cómo lo llevará tu hija. Esto es lo que le ocurrió a Yelena Serova. Pero no nos alarmemos, porque no es la única a la que le pasan estas cosas.

Hace unos meses un equipo de seis científicas se preparaba para encerrarse en una cápsula durante ocho días recreando las condiciones de un viaje a la Luna. ¿Qué preguntas tuvieron que responder? Pues algunas fueron muy importantes; por ejemplo, cómo pensaban arreglárselas sin maquillaje e incluso qué harían ahí dentro sin hombres. También tuvieron el gran honor de que les deseasen suerte para que no tuviesen conflictos dentro de la cápsula porque, ya se sabe, las mujeres no pueden vivir sin maquillarse ni peinarse pero, por encima de todo, no pueden vivir sin pelearse entre ellas.

Sin embargo, hay luz al final del túnel de las preguntas sexistas. Hace unos años nació una gran propuesta de la mano de The Representation Project llamada Ask Her More, que invita a que se realicen preguntas de calidad a las mujeres famosas para que, tal y como sus compañeros masculinos han podido hacer siempre, por fin tengan derecho a hablar de algo más que de su vestuario cuando están delante de una cámara en la antesala de los premios Oscar. La propuesta se extiende desde la alfombra roja hasta los debates presidenciales y lo cierto es que los resultados ilusionan, y mucho.

También hemos asistido a la fantástica campaña Cover the athlete, en la que se realiza a los hombres deportistas las mismas preguntas que a sus compañeras para comprobar en directo cómo sus caras tornan desde la incredulidad hasta la vergüenza e incluso el rechazo más tosco.

Sin duda, algo ha empezado a cambiar en el tratamiento que la prensa da a las mujeres, y esperemos que esa fuerza de cambio no deje de pisar el acelerador porque nos gustaría poder disfrutar pronto de ella cuando escuchemos eso de cuéntanos, ¿piensas tener hijos? en nuestra próxima entrevista de trabajo.

3 comentarios:

  1. Ibai, sé que esto no es tuyo, pero me gustaría preguntarte si escribes en algún otro sitio más. En plataformas para escritores, algún otro blog que tengas...

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    1. Aupa! Pues varío bastante, procuro usar distintas webs y recursos, pero normalmente sólo para alguna cosa puntual y ya informo en Twitter. El único sitio aparte de este blog en el que publico con cierta frecuencia, aunque sea poca, es Nueva Revolución: https://nuevarevolucion.es/firmas/ibai-otxoa/

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