Post sobre cannabis
Así que veamos unos cuantos datos sobre el hachís,
que están excluidos de la cultura general, incluso sus consumidorxs los
desconocen, y pueden resultar interesantes. Pueden. Todo el mundo sabe de dónde
sale el hachís, sus efectos y cómo se lía un porro. Pero, ¿cómo se elabora, y
por qué? ¿Cuál es su historia? Hoy en Aprendamos de drogas con Ibai: el HACHÍS.
El hachís es la resina que produce la planta del
cáñamo (o cannabis). Suele tener altas concentraciones de THC, así que es una
droga visionaria e incluso podríamos llamarla alucinógena, aunque harían falta
dosis muy altas. Al concentrarse THC en la resina, sale un preparado que
históricamente es mucho más potente que consumir los cogollos de la planta, por
ejemplo. Sin embargo, en la Europa del siglo XXI los cogollos suelen ser más
valorados que el hachís porque sólo circula hachís de muy baja calidad. Pero
luego vamos a eso. Primero, ¿cómo hemos llegado aquí?
El hachís tiene unos 3000 años de antigüedad, por lo
que sabemos. Tradicionalmente siempre se ha elaborado y concentrado en el oeste
de Asia y el norte de África. Naturalmente, los cigarrillos son un concepto muy
posterior. El hachís podía comerse o bien quemarse e inhalar sus vapores en
alguna vasija o pipa preparada para ello. En la antigua Roma, los ricos podían
permitirse el lujo de saunas de hachís. Es decir, se puede decir que se usaba
el hachís como incienso (o también mezclado con incienso). Un consumo bastante
cómodo pero caro, eso sí.
Es, sin embargo, una droga que escasea fuera de sus
zonas tradicionales, y que conforme gana poder el cristianismo prácticamente
desaparece de Europa. Por eso tenemos que centrarnos en el mundo árabe. Allí el
hachís siempre ha tenido mejor fama, y se usa para algunos rituales de carácter
místico o ceremonial. Es frecuente su uso, por ejemplo, por parte de la secta
de los nizaríes.
Los nizaríes consumen hachís como ceremonia y como
medicina. Es una secta bastante conocida por asesinatos estratégicos a sus
enemigos religiosos, incluso reyes y grandes militares. Asesinan bajo los
efectos del hachís. Debido a esta costumbre, sus detractores empiezan a
llamarlos "hashishin": consumidores de hachís. En inglés lo
adaptarían como "assassin". La secta pasa a ser conocida más
frecuentemente como assassins que como nizaríes. Desde hace cosa de una década
hay una saga bastante popular de videojuegos protagonizada por miembros de esta
secta, aunque sin hacer referencia a su característica principal, que es el
consumo de hachís. En fin, la censura. Lo interesante es que la palabra
"asesino" en muchos idiomas, incluidos evidentemente el castellano y
el inglés, deriva del árabe "hashishin", consumidores de hachís.
Debido a la asociación que propician los nizaríes.
Entrando en el segundo milenio después de Cristo, el
hachís se va extendiendo muy lentamente por Europa, ya que sigue teniendo a la
Iglesia en contra. Realmente pasa muchos siglos en el olvido.
Es sólo en la segunda mitad del milenio cuando
empieza a darse a conocer. Uno de los primeros en prohibirlo es Napoleón
Bonaparte. Napoleón prohibe el consumo de hachís, definiéndolo en la propia ley
como "un extracto líquido obtenido de las semillas del cáñamo". Como
ni es líquido ni se extrae de las semillas, sabemos que Napoleón no tenía ni
puta idea sobre el hachís.
Sabemos también que su ley no caló mucho, porque en
Francia creció el consumo década a década y terminó naciendo un club de
intelectuales aficionados al hachís: el Club des Haschischins. El Club des
Haschischins estaba formado principalmente por escritores que afirmaban que el
hachís les inspiraba para escribir sus obras y era maravilloso. ¿Es cierto?
¿Escribían buenas obras estando colocados? Se ve que sí, porque algunos de sus
miembros son considerados hoy en día genios de la literatura. Hablamos de pesos
pesados como Victor Hugo, Baudelaire, Honoré de Balzac, Alexandre Dumas,
Moreau, Gérard de Nerval... casi nada.
El hachís adquiere cierta fama de droga para
intelectuales, pero tampoco dura mucho. En el siglo XX ya va extendiéndose por
muchos otros países, entre los que se encuentra España. En España, el hachís
llega hacia los años 20-30. Naturalmente, de Marruecos (que sigue siendo una de
las mecas del hachís, quizá la mayor). Es traído sobre todo por hombres
jóvenes, claro, que son el perfil de consumidor de drogas nuevas. ¡Paremos un
momento! ¿Quiénes son estos hombres exactamente? ¿Hombres jóvenes que viajan
frecuentemente entre España y Marruecos en los años 20-30? ¿Quiénes podrían
ser? Pista: tienen una cabra.
Por supuesto. El hachís se introduce en España a
través de la Legión, lo que es curioso porque hoy en día el tópico es que
quienes consumen hachís son los perroflautas, no los de "bueno, fascista
no soy, pero con Franco no se vivía tan mal".
Hasta que llegamos a la situación actual, con el
hachís generalizado por toda Europa pero de una calidad francamente mala.
Entonces tenemos qué entender, ¿cómo se hace el hachís? ¿Y qué lo hace bueno?
Primero tenemos que volver a los dos focos del hachís, que recordemos que son
Asia y África. Entonces, generalizando un poco, podríamos distinguir dos
métodos: el asiático y el africano.
El método asiático consiste en pasear con ropas de
cuero entre plantas de cáñamo. La resina más potente se queda pegada al cuero.
Así sale un hachís tremendamente potente.
El método africano, en cambio, se basa en pasar un
sistema de filtros sucesivos. Luego, cuanto más filtros pasa, mayor calidad
tiene el hachís. La resina que pasa todos los filtros, incluso uno de seda,
sería hachís 00 (leído "doble cero"), de una calidad realmente buena
que rivalizaría con la asiática (aunque probablemente sin alcanzarla del todo).
Sucesivamente, la resina que pasa todos los filtros menos uno sería hachís de
primera, y la que pasa todos los filtros menos dos, sería hachís de segunda,
siendo así cada vez de peor calidad.
Si usas un sólo filtro, una especie de cedazo y
encima aprietas con la mano la resina para forzarla a pasar por él, podríamos
estar hablando de hachís de tercera. El hachís de tercera es el que se suele
producir ahora en Marruecos. Es fácil distinguir el hachís bueno del malo. La
principal característica del bueno es que, al contacto con el aire, cambia de
color en apenas segundos. El color, la consistencia... también ayudan. Pero
entonces entra en juego... ¡el mercado! Resulta que el hachís malo se vende
mejor si parece bueno. Llegaron a esta conclusión y para imitar el hachís bueno
empezaron a mezclar la resina con henna (sobre todo), regaliz, harina... el
hachís de hoy en día suele estar cortado así casi seguro. Normalmente, el corte
no son sustancias más perjudiciales que el hachís.
Dicho de otra forma: el hachís que se ve hoy en día,
de los dos métodos posibles, se obtiene por el peor. De las cuatro variedades
posibles con ese método, es la peor. Y encima, para rematar, le echan corte. El
hachís de buena calidad puede llegar a ser hasta 60 veces más potente que el
que se compra en la esquina. Además, ingerido tiene más potencia (claro que
nunca se debe ingerir el hachís actual porque a saber con qué lo han cortado;
de hecho, tampoco antes era recomendable ingerir hachís, que puede causar
cierto daño al estómago).
Así que sí, el hachís de buena calidad es
alucinógeno. Con esto termino la entrada de blog sobre el hachís y creo que se
entenderá mejor cómo funciona. Espero que no haya sido demasiada chapa.
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