En esta escena de La Cosa del Pantano, Alan Moore escribe sobre la muerte, y joder, qué bien escribe siempre.
Si vistes de negro, extraños irritantes pero amables te tocarán el brazo para consolarte y te dirán que el mundo sigue girando.
Y tienen razón.
Por mucho que desees que se detenga.
Gira y hace que la granadina se derrame en el horizonte, envía rayos de oro a mi ventana y me despierto y me siento feliz durante tres segundos... hasta que lo recuerdo.
Gira y saca a la gente de la cama y la mete en su coche y la lleva a su oficina... una avalancha de pequeños hombres y mujeres que pasan por la vida...
...intentando no pensar en lo que les espera al final.
A veces gira y nos deja en los brazos de otras personas... nos aferramos a ellos, emocionados, sonrientes... extraños que se abrazan en un carrusel lleno de color.
Y, mareeados por el movimiento, nos olvidamos de todos los riesgos.
Entonces el mundo sigue girando...
...hasta que alguien se cae.
Y... ¡ay, Dios mío! Qué larga es la caída.
Azorados por lo sucedido, no podemos más que mirar cómo se aleja de nosotros y se hace cada vez más pequeño.
Y nos alimentamos de los recuerdos cuando ya no lo vemos.
Nos reunimos en cementerios tensos y en silencio, como si quisiéramos escuchar el impacto... como si fuera una piedra que hemos tirado a un pozo oscuro para calcular su profundidad.
Como si quisiéramos calcular hasta dónde hemos de caer.
Pero no se oye nada. Ni impacto ni champoteo... pasa el tiempo y el mundo sigue girando y nosotros con él... hasta que recuperamos nuestra vida...
Nos tapamos con banalidades reconfortantes para mantenernos calientes frente al frío.
"El tiempo lo cura todo."
"Al menos no sufrió."
"La vida sigue adelante."
Alec...
Alec está muerto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario