Lo primero que lord Warrington aprendió al llegar al Oeste
norteamericano fue que allí su dinero no compraba el respeto.
No. En el Oeste, hacían falta ciertas habilidades: saber
jugar bien a póker a la vez que masticar un puro con cara de tipo duro, beber
licores muy fuertes de un solo trago poniendo cara de tipo duro, desenfundar y
disparar un revólver muy rápido con cara de tipo duro, y, en general, hacer
todo tipo de cosas difíciles con cara de tipo duro.
Lord Warrington tardó en adaptarse, sí. Tenía que aprender
de las mayores leyendas del Oeste, aquellos tipos realmente duros que dedicaban
su tiempo libre a disparar a monedas lanzadas al aire, a rescatar a damiselas
de las garras de cientos de comanches con una apresurada huida en caballo o a
provocar tiroteos en un saloon.
Y sí, lord Warrington aprendió exactamente lo que tenía que
hacer. La variedad de útiles y situaciones en las que se veían involucrados
estos tipos era lo bastante limitada como para que él pudiera hacerse cargo de
todo. Sería el mayor patrocinador secreto de leyendas del Oeste que había
habido jamás.
De modo que cuando Huracán Jack llegó a un pequeño pueblo en
mitad del desierto, lord Warrington sabía exactamente lo que tenía que hacer.
-Punto 1: Enviar un cargamento de whisky al saloon.
-Punto 2: Adquirir la tienda de armas del pueblo y hacer una
oferta de 3x1 en revólveres, para que todo el mundo esté bien armado.
-Punto 3: Abrir un burdel; el pueblo todavía no tenía
ninguno y los burdeles son imprescindibles para un buen vaquero.
-Punto 4: Aumentar también el tráfico de puros, cuerda,
sombreros y botas de cowboy.
El plan funcionó a la perfección, las aventuras de Huracán
Jack salieron mejor que nunca y lord Warrington recobró de sobra el dinero
invertido.
Cuando La Muerte Que
Camina y la Vieja Mano
De Fuego unieron sus destinos en una aldea perdida en el Oeste, lord Warrington
estaba completamente preparado. Aumentó de nuevo el tráfico de armas, puros,
cuerdas, whisky, sombreros y botas de cowboy; importó más dinamita para la mina
local, e incluso llevó hojas secas de barrilla para que rodaran por el suelo
durante los duelos.
Cuando El Jinete Sin Rostro se retiró a una aldea cerca de
la cual estaban construyendo el trayecto del ferrocarril, lord Warrington se
aseguró de cambiar la ruta, intervenir en las negociaciones y crear toda la
clase de problemas que se espera de la construcción de un ferrocarril en el
salvaje Oeste.
Cuando el sheriff Williams tuvo que emprender un peligroso
viaje hasta México, lord Warrington se aseguró de invertir su dinero a lo largo
de toda su ruta, poniendo un bidón por aquí, contratando a unos bandidos por
allá, difundiendo mapas que indicaban el lugar de un tesoro e incluso
interviniendo en importantes negociaciones con los indios para asegurarse de
que pudieran cumplir un papel interesante.
Al cabo de unos años, lord Warrington era el mayor creador
de leyendas del Oeste. Cualquier relato que se contaba sobre indios y vaqueros
debía a Warrington al menos la mitad de su espectacularidad; sin embargo, eran
los héroes del Oeste los que se llevaban la fama, no él.
Un día, un puñado de bandidos entraron en casa de lord
Warrington a robar. Él cogió una escopeta y se lanzó contra ellos como una
bestia. Una bala le atravesó el cuello antes de que pudiera disparar, y cayó
muerto. Los bandidos pudieron llevarse bastante dinero.
Lord Warrington nunca fue un héroe. Nadie se acuerda nunca
de los genios entre bastidores.
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