81. The immortal Iron Fist, primera saga (1-6): Ed Brubaker–David Aja (2007)
Luego se fue torciendo, pero en su momento fue un ejemplo
bastante interesante de cómo revitalizar a un personaje que Marvel tenía
abandonado. El truco fue volver a los orígenes para añadir cosas coherentes a
ellos (de hecho, lo incoherente era que Danny Rand hubiera sido el único Puño
de Hierro) y que David Aja hace unas viñetas con una estructura maravillosa.
82. Sin City (tomos
1-7): Frank Miller (1991-1999)
Miller crea en Sin City un estilo bastante particular: con
su blanco y negro sólo ocasionalmente interrumpido por algún toque de color,
con sus monólogos internos, con sus héroes desesperados y sus interminables
luchas a base de fuerza de voluntad. A través de personajes tan carismáticos
como Marv, Miho o Hartigan se va elaborando un universo con referencias
cruzadas en la ciudad de Basin City, a la que popularmente se le quitan las dos
primeras letras por encajar más con la descripción de una ciudad del pecado.
83. Maus: Art
Spiegelman (1980-1991)
Maus es el único cómic que ha ganado un premio Pulitzer.
Usando animales para ello, Art Spiegelman cuenta la historia real de su padre,
judío durante la II Guerra Mundial y uno de tantos prisioneros en campos de
concentración. Algunos momentos, inevitablemente, estremecen.
84. Death Note:
primera parte (1-59): Tsugumi Ôba y Takeshi Obata (2003-2004)
A pesar de algunos pequeños fallos en la lógica de la trama,
lo que probablemente hace esta serie interesante es un concepto original muy
llamativo: la idea de que una persona normal, con una libreta, pueda matar a
quien sea. Conforme vamos conociendo a Light, ese estudiante que de un momento
a otro se revela como un auténtico psicópata, y a L, el peculiar genio capaz de
seguir sus pasos mientras come terrones de azúcar en pijama, se va
estableciendo un duelo policíaco con normas místicas de por medio que se vuelve
realmente interesante. Secundarios como Ryuk o Misa contribuyen a hacer una
primera parte muy amena y visualmente atractiva.
85. La balada de Halo
Jones (2000AD 376-385, 405-415, 451-466): Alan Moore y varios (1984-1986)
Puestos a escribir ciencia-ficción, se agradece la
originalidad, y la desbordante imaginación de Alan Moore cumple de sobra el
cometido: reyes de ratas, el shopping como deporte de riesgo, gente sin
identidad fácilmente olvidable, sabuesos cyborg o combates en tiempo
distorsionado dan estructura a las aventuras de Halo Jones.
86. The Spirit de
Will Eisner: Will Eisner y varios (1940-1952)
Partió de una base muy corriente. Las típicas aventuras del
héroe no-del-todo-superhéroe, un poco quizás en la linea del Fantasma, La
Sombra u otros héroes hasta más pulp. Pero Eisner desarrolló un estilo propio:
en el dibujo, en esa temática de gángsters sucios con ocasionales elementos
sobrenaturales, en ese Octopus que nunca mostraba su cara (y que probablemente
inspirara al malo de Inspector Gadget) y en esos títulos perfectamente
integrados en las viñetas que eran por sí solos obras de arte.
87. Fight Club 2
(1-10): Chuck Palahniuk-Cameron Stewart (2015-2016)
Chuck Palahniuk decidió que no escribiría la segunda entrega
de Fight club en libro, sino en cómic. A partir de ahí, nada es previsible.
Sebastian y Marla están casados y tienen un hijo, Tyler Durden reaparece. Eso
parece ser lo único claro: todo lo demás es una compleja mezcla entre la
realidad que vive el protagonista, sus alucinaciones y engaños, en los que lo
mismo aparecen Adán y Eva que ETA o Marilyn Monroe. La metaficción de este
cómic tampoco duda en diseccionar sin reparos el éxito comercial de la entrega
anterior.
88. Invencible (1-144):
Robert Kirkman-Ryan Ottley (2003-2018)
Invencible es una serie de superhéroes clásica y a la vez es
mucho más. Cogiendo al típico personaje adolescente que tiene una identidad
secreta, la innovación se empieza a notar en muchos ámbitos: combates mucho más
realistas y crudos de lo habitual en el que se destroza todo el entorno, giros
de guión inesperados, personajes que de verdad crecen, maduran y evolucionan
conforme pasan los años, superhéroes que también se dedican a combatir el
hambre en África y no sólo a detener supervillanos… También hay que mencionar
la frecuencia de momentos cómicos bien logrados, alternados con partes
dramáticas, y la facilidad para mantener muchas tramas a la vez de manera que
enganche al lector. En cada saga suelen quedar cabos sueltos, supervillanos
planeando en la sombra, etc, que pueden reaparecer bastantes números más tarde.
89. Planetary (1-27):
Warren Ellis-John Cassady (1999-2009)
La serie nació como un homenaje al cómic de superhéroes y de
sus antecedentes: el pulp. Así, personajes inspirados en Tarzán, Doc Savage,
Nick Fury o los 4 Fantásticos se dan la mano. Los protagonistas son un trío de
arqueólogos y aventureros, recuperando la esencia de los héroes pulp previos al
concepto de superhéroes. Poco a poco van descubriendo una trama más complicada
en la que el cóctel de ideas aparece también relacionado con algunos intereses
de Ellis, como el transhumanismo.
90. LXG: Black
Dossier: Alan Moore-Kevin O’Neill (2007)
Con League of Extraordinary Gentlemen, Moore se adentró de
lleno en el género del pastiche, creando un universo en el que comenzó juntando
personajes de novelas del siglo XIX, mayormente (la conocida tercera formación,
con la que empezaría la obra, compuesta por Mina Murray, Alan Quatermain,
Jekyll/Hyde, el Hombre Invisible y el Capitán Nemo). El volumen de obras
incluidas fue aumentando a una velocidad considerable, y añadiendo influencias
del cine, cómic, TV, etc; creando un complejo entramado de referencias cruzadas
en el que resulta difícil no perderse. En Black Dossier tenemos un buen ejemplo
de esto, con la gracia de que la obra esté compuesta por documentos ficticios,
incluso una obra de teatro supuestamente escrita por Shakespeare. 1984, Los
Vengadores (la teleserie británica) y James Bond son algunos de los ingredientes
principales de esta obra en la que, como curiosidad, Moore quiso hacer la vida
imposible a sus editores como venganza por censurar un anuncio de un consolador
Marvel. De ahí que la obra incluya textos en inglés arcaico difícilmente
traducibles, personajes cuyos derechos sólo son públicos en algunos países,
páginas de distinto tamaño y tipo de papel, gafas 3D y un largo etcétera
dispuesto para dar dolores de cabeza a los editores, pero muy disfrutable para
el lector.
91. LXG: Century
(1919-2009): Alan Moore-Kevin O’Neill (2009-2012)
Continuando con lo presentado en el Black Dossier y con las
miniseries de Nemo (la hija del Capitán Nemo) simultáneas, Century se divide en
tres cómics: 1919, 1969 y 2009. Aquí se
dan la mano La ópera de los tres centavos de Bertolt Brecht, Oliver Haddo
(versión de Aleister Crowley de El mago, de Somerset Maugham), The Purple
Orchestra (versión de los Rolling Stones basada en la película Perfomance, en
la que actuaba el propio Mick Jagger), Mary Poppins o el mago satánico Tom (cuyo
primer apellido es una maravilla, y el segundo, un acertijo), principalmente.
Aunque no faltan cameos y guiños a obras mucho más sutiles como The Wire o Los
Soprano. El siglo XX (y principios del XXI) resulta ser mucho más confuso que
los anteriores, y unos personajes desorientados son tratados de forma bastante
interesante por Moore. Ojo al duelo entre el Hijo de la Luna y Mary Poppins.
92. Dragon Ball
(1-519): Akira Toriyama (1984-1995)
Es el prototipo de shonen, y se basa en aventura en estado
puro. El contexto va siendo variado, aún siguiendo a los mismos personajes y
las mismas bolas de dragon; pero lo que en un principio era un extraño mundo de
animals parlantes y robots empieza a incluir alienígenas, viajes en el espacio,
en el tiempo, reinos más allá de la muerte y un largo etcetera.
93. Chosen (1-3):
Mark Millar-Peter Gross (2004)
El planteamiento es muy sencillo: un chaval preadolescente
de un pueblo estadounidense cualquiera de repente se entera de que es el
Mesías. Es una responsabilidad considerablemente grande, y tiene que lidiar con
ella como buenamente puede.
94. Asterios Polyp:
David Mazzuchelli (2009)
Asterios Polyp es un arquitecto de 50 años que vive solo;
pese a la importancia en la trama de Hana, su esposa, escultora abstracta. Este
contraste inicial entre lo apolineo y masculino y lo dionisíaco y femenino es
sólo una de las muchas metáforas de esta novela gráfica. A través de Asterios,
Hana y un buen puñado de personajes más, además de ciertos eventos o incluso la
observación del cosmos (al fin y al cabo, el parecido de su nombre con un
asteroide tampoco es casual) se traza una variada serie de metáforas que van
conformando un relato sobre la vida cotidiana y otros temas universales: las
relaciones personales, el amor, la muerte. La
secuencia del día a día de Hana en viñetas inconexas y desordenadas girando en
torno a la tira central de viñetas que muestra cómo un trozo de bastoncillo se
queda en su oreja es un buen ejemplo de cómo funciona la obra, exprimiendo
bastantes de las posibilidades del cómic.
95. WildCATs de Alan
Moore (21-34): Alan Moore-Travis Charest (1995-1997)
Los WildCATs se caracterizaban por ser el típico equipo de
superhéroes noventero con una premisa muy sencilla: son guerreros de origen
alienígena, o humanos con poderes alienígenas, de la raza de los kherubines,
que combaten contra los daemonitas (con la evidente inspiración bíblica que
esto supone). Lo primero que hizo Moore fue destrozar el maniqueísmo, claro: ni
los kherubines eran tan buenos ni los daemonitas tan malos. Además, resulta que
la guerra había acabado hacía tiempo y como ellos sólo eran un puñado de
guerreros dispersos en un planeta lejano, nadie se molestó en avisarles. A
partir de ahí, continúa una labor de disección al tiempo que se van incluyendo
nuevos personajes (por ejemplo, el bastante interesante Tao) y profundizando en
los viejos. Cuando Moore dejó la serie, los WildCATs ya no eran el típico
equipo de superhéroes noventero.
96. Supreme de Alan
Moore (41-56): Alan Moore-varios (1996-1998)
A la hora de guionizar Supreme, Moore usó alternativamente
el estilo propio de los superhéroes de los años 90 y el de los 60. Así quedó
una obra en la que una vez más deconstruye los estereotipos del superhéroe,
esta vez desde otra perspectiva. También aprovechó para tirarle algún beef a
Frank Miller, por cierto, parodiando su Sin City.
97. El Día del Juicio
(1-4): Alan Moore-Rob Liefeld (1997)
A su pesar dibujado por Rob Liefeld, Moore aprovecha este
cómic no sólo para crear una trama interesante que junte a la mayor parte de
los superhéroes de Image sino, en un retorcido tirabuzón autocrítico,
desmenuzar las características del cómic noventero que él ayudó a crear y
compararlo con los géneros previos. Para hacer esto, se ayuda de pequeñas
historias intercaladas aparentemente inconexas, de géneros como la fantasía
heroica, el bélico, el western, las aventuras selváticas y otros de los géneros
tradicionales del cómic, que a su vez se van juntando para explicar la trama.
98. Wanted (1-6):
Mark Millar-JG Jones (2003-2004)
La idea parte de un concepto muy simple: ¿por qué el mundo
real, en el que vivimos, no tiene superhéroes y es tan deprimente? Millar la
responde desafiando el cuarto muro de manera similar al Día del Juicio: antes,
la realidad era como en los cómics, llena de colores. Pero los supervillanos
ganaron. Asesinaron a todos los superhéroes y crearon este mundo gris y
deprimente en el que gobiernan en secreto con más poder que cualquier político
o banquero. La historia sigue a Wesley Gibson, un pringado como otro cualquiera
que un buen día descubre que es hijo en secreto de The Killer, uno de los
supervillanos más temibles del mundo, que le ha dejado su puesto en herencia.
99. Naruto: los
exámenes chuunin (34-115): Masashi Kishimoto (1999-2001)
Naruto es un shonen que quizá fue consumido por su propio
éxito, centrándose en las tramas principales y en seguir los derroteros que
marcaban las ventas. Sin embargo, hubo cierta época en la que no era así y se
presentó a una plantilla de personajes muy interesantes (desde Orochimaru hasta
Gaara del Desierto o Rock Lee) entre los que el protagonismo estaba bien
repartido y la trama era imprevisible.
100. Preacher
Special: Cassidy, Blood and whisky: Garth Ennis – Steve Dillon (1998)
Un spin-off de Predicador que me pareció más acertado que la
serie en general. El concepto es original: contraponer la idea realista y con
el humor negro de Ennis de un vampiro con la idea más romántica de vampiros de
Anne Rice que necesitan vestir con ropa del siglo XVIII y vivir en castillos y
beber la sangre en cálices ornamentados. “Y, si lo piensas, ¿por qué no nos
íbamos a reflejar en los espejos? Es obvio.”
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