Aprovecho una entrada compartiendo un famosísimo relato corto de Poe, que nunca viene mal (y por cierto, con la traducción de la época, así que no os preocupéis por algún fallo curioso de ortografía), para decir que esta semana me tomo vacaciones, y la siguiente también, que iba tocando. Así que hasta el día 13 de enero no vuelve a tocar entrada escrita por mí.
¡Credme! Yo soy muy nervioso, espantosamente nervioso, siempre lo he sido. Mas ¿por qué os empeñáis en que estoy loco? La enfermedad ha dado mayor perspicacia á mis sentidos: no los ha destruido ni embotado. Entre todos se distingue, sin embargo, el oido como superior en firmeza: yo he oido todas las cosas del cielo y de la tierra y no pocas del infierno. ¿Cómo, pues, he de estar loco? Atencion! Y contemplad con cuánta calma y cordura puedo contaros toda mi historia.
No es posible esplicar como me pasó por las mientes la idea por primera vez; pero ya que me pasó, no cesó de perseguirme noche y dia. Verdaderamente no había en ella objeto ni pasion de mi parte. Yo quería al pobre viejo: él no me había hecho mal ninguno: jamás me había insultado: yo no codiciaba su oro... ¡Ah! ¡Sí, esto es! Uno de sus ojos parecía de buitre: era un ojo azul apagado y con una catarata. Cada vez que aquel ojo se fijaba en mí la sangré se me helaba; así fué que lentamente y por grados, se me puso en la cabeza matar á aquel viejo, para de este modo librarme de aquel ojo para siempre.