miércoles, 13 de febrero de 2019

La red de bots fascistas que emocionó a Spielberg


En esta ocasión, rescato un artículo del año pasado para Nueva Revolución. De algunos de los temas tratados ya no se puede hablar en presente, son cosas de hace un año, pero creo que sigue teniendo cierto interés.

Las redes sociales de internet se han convertido en un escenario de lucha ideológica. Tienen un amplio poder de difusión de información, opinión e ideología.

Particularmente, creo que la clave a analizar está en que no es un terreno de lucha, sino un terreno de abono para la lucha. Haciendo hashtags no puedes realmente influir sobre las decisiones que toma un gobierno o hacer protestas serias sobre ellas, por ejemplo; pero sí puedes ayudar a difundir información a mucha gente para que esa gente luego salga a la calle y, ahí sí, se puedan cambiar las cosas.

El término “ciberactivista”, que me han aplicado alguna vez, no me parece muy correcto, y lo mismo tengo hablado con otra gente a la que también les han definido así. Podría poner de ejemplo al fotógrafo Alfredo Remírez (@erreharria), que además de ilustrar esto por una conversación sirve también de ejemplo práctico sobre la difusión de información sobre injusticias en internet, al encontrarse en una considerable.

Alfredo está en prisión durante un año por la condena correspondiente por haber escrito en Twitter, a la que se suman los antecedentes que ya tenía por haber sacado en el pregón de las fiestas un muñeco de cartón con una pancarta que pedía el fin de la dispersión de presxs vascxs. Su caso supone un paso más en la escalada de represión que se está viviendo últimamente. A él también le definieron alguna vez como “ciberactivista”, y pensaba, como yo, que las cosas debían cambiarse en la calle. Internet está bien para difundir las protestas que luego se harán allí. Recuerdo que en esa misma conversación, acerca de ventajas y desventajas de internet, me contó el truco de evitar etiquetar a una persona justo en su cara en las fotos de Facebook; para burlar, de momento, el algoritmo de reconocimiento de caras del que ya disponen algunos servicios (Facebook entre ellos, sí).

En todo caso, queda claro que internet es un terreno de enfrentamiento que toda ideología aspira a conquistar. En redes sociales como Twitter entran en juego los bots. Contando tanto los números, parece haber cierta necesidad de pagar por programas informáticos que adquieran una cuenta para fingir ser personas. Así, el político, formación o ideología en cuestión tiene un número mayor de seguidores y, si los bots son lo bastante complejos, también difundirán lo que escriba.

Existen aplicaciones para detectar los bots, basándose en patrones de comportamiento sospechosos. Si se aplican a muchos políticos famosos darán como resultado que un buen porcentaje de sus seguidores son bots. Estas aplicaciones no suelen ser 100% eficaces, dando falsos positivos: lo sé porque las he aplicado a mi propia cuenta y ha señalado como bots a cuentas que sé que no lo son porque conozco en persona a quienes la crearon. Suelen ser cuentas que twittean muy poco y más bien hacen RT, que siguen a pocas personas, etc.

Pero los falsos positivos no son excusa para todos los bots, y una cantidad bastante grande de políticos y partidos recurre a ellos. El caso más descarado probablemente fue el de la red de bots del PSOE que ponían constantes mensajes de apoyo a Pedro Sánchez, todos idénticos entre sí, por supuesto.

Y es que el que muchas cuentas sin aparente relación entre sí pongan mensajes idénticos es una forma bastante eficaz de detectar bots (como pasó también con el tweet del taxista marroquí tras el atentado en Las Ramblas, aunque ése tuviera mejor atención), pero no la única.

Normalmente, estos bots siguen y dejan de seguir a las mismas personas en el mismo tiempo, de forma que entre sus seguidores aparecen todos juntos. Suelen tener el mismo formato de edición del perfil: por ejemplo, todos sin avatar y con nombre y apellido en inglés; o todos con un avatar de un paisaje muy similar, con nombre y dos apellidos en castellano y una biografía que parece escrita por la misma persona (porque lo está).

Entrando ya en quién los usa, podemos ir acercándonos a la temática que sugería el título de este artículo, que tampoco es una cuestión trascendental, así que se podría decir que he usado el título a modo de Macguffin, como recurso narrativo para llevar el hilo del artículo y poder contar también las distintas cosas que he ido diciendo hasta ahora. Vayamos al grano, ¿hasta qué punto cabe un uso por particulares, al margen de partidos políticos o de personajes públicos?

Pongamos de ejemplo a José Contado. Su Twitter es @JoseContado. Todos sus tweets, que a menudo suenan bastante más autoritarios que la derecha del PP, son siempre retuiteados por bots. Estos bots sólo se siguen entre ellos y las pocas veces que ponen tweets (normalmente sólo retuitean) son un corta y pega de los demás. Entrar en el perfil de cualquiera de estos bots hace muy fácil la identificación: @jesusns2, @salvasp2, @franlogar1, @ameliaes1, @asuncio7, @marianolp11, @margagc2, @marinacr33, @sergilg1 y un largo etcétera.

Como veis, también tienen características en común como que ninguno tiene biografía o que el procedimiento usado para seleccionar el nombre es casi siempre el mismo, siendo básicamente un nombre propio, dos letras al azar y un número, todo ello en  minúsculas. Los RTs siempre son a las mismas cuentas, destacando sobre todo al tal José Contado, aunque hay alguna otra que se repite mucho (la de Kike Málaga, @KikeMlaga, político del PP también muy necesitado de bots). Naturalmente, estos bots no tienen ninguna indicación de afiliación política en el nombre, avatar o biografía: buscan más bien despistar para que los mensajes de extrema derecha que retuitean calen también entre gente que no sigue a cuentas muy politizadas.

Lo interesante de este caso es la dispersión de los mensajes, que hace más difícil determinar quién saca beneficio de esto. Mi hipótesis principal es la web fascista Casos Aislados, ya que la mayoría de tweets de José Contado redirigen a ésta. Eso lo entiendo fácil: la web compra bots para ganar tráfico y recupera el dinero con la publicidad. El tal José Contado será de Caso Aislado aunque lo oculte, entonces. Menos probable sería que lo hiciera de forma altruista, ¿imagináis a gente de izquierdas al azar comprando bots para que Nueva Revolución gane visitas? Gracioso ya sería, yo ahí lo dejo.

Lo que no sé muy bien es qué pintan en esto Kike Málaga (podría ser socio para amortizar bots, oye) y el resto de cuentas retuiteadas por los bots, que incluyen a la Guardia Civil y todo. Pero en eso está parte de la gracia, ¿no? ¿No es intrigante el submundo de los bots?

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